Cómo participar en la mejor carrera de Fórmula 1 del mundo

Cómo participar en la mejor carrera de Fórmula 1 del mundo
30/06/2025
Periodista
2 min

BarcelonaDe pequeño, no había una manera más eficaz de despegarme de la tele que cuando retransmitían carreras de Fórmula 1. La combinación entre los vehículos hiperveloces –que mi vista limitada apenas podía detectar–, los comentarios flipados de los locutores y el hedor imaginado de gasolina me alejaban de la pantalla semanas, la Fórmula 1 y mi vida han avanzado como dos ríos paralelos, sin posibilidad alguna factible ni latente de acercarse. El cambio llegó gracias a un regalo de cumpleaños por los seis años de Marcel. repuesto hasta entonces. Tan pronto como los mandos fueron debidamente cargados con pilas que hubo que pescar de cajones remotos, los coches dieron unas cuantas vueltas de reconocimiento por la sala de estar antes de adentrarse en la oscuridad del pasillo.

Al día siguiente por la tarde, una vez superada la fiesta de cumpleaños como quien deja atrás una gripe agotadora, llegó el momento de ir hasta el parque con Marcel y Joana. vehículos en libertad. Tenían uno por cada uno, detalle que reducía el porcentaje de posibilidades de que los coches motivaran una pelea: sólo había que hacer correr el rojo y el otro aceptara el azul. su color preferido. A Joana –le estaba bien el azul, pero no acababa de salirse con el mando –acaba de hacer dos años– –Conduce papá –me pidió. me quedaba más remedio que asumir el papel de piloto de Fórmula 1. Era la primera vez que lo probaba. Una pelota de nervios me estalló en la barriga cuando apreté un botón y el coche salió disparado. de Marcel, mi coche acabó agonizando boca arriba en un socavón. ganadores y perdedores, pero enseguida lo dejé correr. Lo más útil era, quizá, que ella misma sacara sus conclusiones mientras poníamos en práctica lo que bautizamos como "la mejor carrera de Fórmula 1 del mundo". sumaba–, y finalmente el coche rojo y el azul arrancaron a correr. Como no queríamos arriesgarnos a perder la señal, los tres corríamos detrás de los coches. la ruta, cuando se atascaban o cuando alguien premia por error el botón de la marcha atrás.

La carrera duró un cuarto de hora, y se acabó sin ninguna ceremonia, cuando nos despistamos porque acababa de llegar al parque uno de nuestros perros preferidos. Después de que el animal nos lamara tanto como quiso, le echamos la pelota de tenis que nos dejó el amo. El perro se dedicó a perseguirla, espíritu como siempre, hasta que se hizo la hora de volver a casa. Nos fuimos sin ser conscientes de que participar en aquella carrera caótica y sin ninguna vocación competitiva –la mejor carrera de Fórmula 1 del mundo– nos había hecho felices.

stats