"La primera acogida es cómo tener el primer hijo"
Mari Carmen Ruiz y José Perea, familia de acogida desde el 2018, explican cómo es su experiencia
BarcelonaAcoger a un niño es un gran reto emocional. Aunque haya ilusión y ganas, surgen miedos, dudas e inseguridades. Actualmente, en Cataluña existen 1.256 niños menores de seis años tutelados por la dirección general de Prevención y Protección de la Infancia y la Adolescencia (DGPPIA) y sólo 787 familias en la modalidad de acogida de familia ajena. Ante este contexto, la voluntad de Mari Carmen Ruiz y José Perea fue clara: acompañar y dar una segunda oportunidad de vida a estos niños, para que puedan crecer en un entorno sano. Bajo esa premisa, hace siete años decidieron convertirse en familia de acogida.
La primera acogida vino por casualidad. Mari recuerda que en ese momento, en el 2018, tenía un centro de estética con su hija y una clienta les envió una foto con un bebé y les dijo que se necesitaban muchas familias de acogida. "Mi hija me insistió y me dijo: por favor, probémoslo" y no se lo pensaron más: se adentraron en el proceso de entrevistas para poder convertirse en familia de acogida. Unos meses más tarde se consolidaron como familia de acogida de urgencia —para niños de entre 0 y 6 años— y acogieron al primer niño.
"La primera niña de acogida es como el primer hijo", dice riendo Mari, y recuerda que la experiencia fue tan bonita y enriquecedora "que se convirtió en algo adictivo". El padre, José, lo reitera: "La experiencia fue tan buena que decidimos seguir ayudando a más niños". El objetivo de los dos estaba claro: contribuir a que estos niños, el día de mañana, sean personas con un futuro.
Los primeros años de vida de un niño son primordiales para su desarrollo, tanto físico como mental. El matrimonio se dio cuenta de que todo lo que siempre les había rodeado -la familia, la casa, los amigos- estaba sincronizado y funcionaba solo. En cambio, estos niños vienen de la nada y cargan con una mochila llena de carencias. "Hay otro mundo más allá de tu burbuja", explican, y la idea de poder ofrecer una familia y llenar de amor a estos niños les pareció la mejor manera de ayudarles. "Te das cuenta de que estás contribuyendo en un acompañamiento necesario y eso te llena de satisfacción", asegura José.
En esta primera etapa como familia de acogida de urgencia, desde el año 2018 y hasta el 2022, pasaron cuatro bebés prematuros por su casa. "Son niños que necesitan mucha más atención, más amor y una mayor implicación", detallan. Por eso, Mari y José decidieron acoger a niños de sólo unos días de vida, porque es precisamente en esta primera etapa donde más necesitan una familia: "necesitan unos brazos, un hogar", subraya Mari.
De la acogida de urgencia a la acogida permanente
Después de cuatro acogimientos de urgencia, en el 2022 decidieron dar un paso más adelante y cambiar de proyecto. Se convirtieron en familia de acogida simple —cuando la familia biológica no puede hacerse cargo del menor durante un período más largo— para poder acoger de manera estable al niño de seis años con el que viven actualmente, con la voluntad de ofrecerle un cuidado a largo plazo.
Mari y José explican al ARA cómo ha sido el proceso de estos tres primeros años con el niño: desde el apoyo emocional y las visitas a los psicólogos para trabajar las experiencias dolorosas y traumáticas, hasta cómo ha sido para el niño salir de la situación de hipervigilancia y alerta constante y conseguir que se sintiera seguro con ellos. "El proceso ha sido largo y lleno de retos", aseguran.
Cuando el niño llegó a casa del matrimonio con sólo tres años, era un niño que se asustaba de todos los ruidos: salía corriendo sólo oír el sonido del timbre y se escondía por la casa. La pareja explica que, con los años, la transformación ha sido abismal y actualmente el niño vive plenamente integrado con la familia. "Con mucho amor, hemos logrado cambiar la agresividad y convertirla en cariño, empatía, confianza y seguridad", detallan. "Estamos muy contentos de haber tomado esta decisión: es nuestro hijo y somos su familia".
La mirada profesional: preparar, formar y acompañar
Anna Agüera, trabajadora social y coordinadora del equipo de acogida de Barcelona de la Fundación Infancia y Familia, explica que el proceso de acogida es un proceso largo, pero también necesario porque es un proyecto muy importante. "Es imprescindible dar margen a la familia para que puedan pensar, reflexionar y madurar la idea, y que en ningún caso tomen la decisión de forma impulsiva", advierte.
El objetivo de la entidad es que las familias entiendan bien lo que significa tener un nuevo miembro en la familia porque "es una implicación de 24 horas al día, los siete días de la semana, los 365 días al año", detalla Agüera. Además, es importante que las familias sean personas con flexibilidad, empatía e inteligencia emocional. "La acogida es una situación muy cambiante y debes ser capaz de adaptarte ante cualquier situación", asegura Anna. "No es sólo dar cariño, es saber entender y ajustarse a lo que el niño necesita en cada momento".
Antes de poder acoger, las familias pasan un proceso de valoración y formación que puede durar entre cuatro y cinco meses, que consiste en entrevistas, visitas domiciliarias y cursos de formación. Desde la Fundación no lo ven como un trámite, sino como tiempo necesario para reflexionar y madurar la decisión. "Acoger a un niño es un proyecto de vida", remarca Agüera.
El acompañamiento que realizan desde la entidad consiste en apoyar. "No hacemos un seguimiento para fiscalizar", subraya, "sino para garantizar que el niño pueda crecer en un ambiente sano que sirva para reparar sus experiencias traumáticas". El objetivo de la fundación, que dispone de tres equipos repartidos por Cataluña -Girona, Barcelona y Cataluña central- y colabora estrechamente con la dirección general de Prevención y Protección de la Infancia y la Adolescencia (DGPPIA) y los Equipos de Atención a la Infancia y la Adolescencia (EAIA), es que sea una experiencia positiva para todos.
Una decisión por unanimidad
Ser una familia de acogida no sólo debe ser una decisión de los padres, sino que es un proyecto que requiere una toma de decisión unánime de todo el núcleo familiar. "Nosotros siempre decimos que la acogida es un proyecto familiar, donde también los hijos biológicos deben formar parte de la decisión", remarca Anna. "Todos quisimos, no tuvimos ninguna duda", recuerdan Mari y José, quienes explican que no sólo se implicaron sus hijos, sino también los primos, los sobrinos y los abuelos.
"Mis hijos le sienten como un hermano y le quieren con locura. Cuando ven que lo hacemos con tanta ilusión y amor, ellos lo viven igual", dice Mari. Y José añade que "los niños son lo que ven y lo que sienten, y ver a nuestros hijos implicados nos hace pensar que, además de ayudar a un niño, estamos educando en valores".
Más familias de acogida, la asignatura pendiente
El mundo de las acogidas es, a menudo, bastante desconocido y, en consecuencia, la sociedad es poco consciente de la importancia de acompañar a un niño en sus primeros años de vida para darle una segunda oportunidad. "Como sociedad, no le estamos dando una oportunidad a la acogida. Por el contrario, es un proyecto que todavía genera muchas reticencias y prejuicios, derivados del desconocimiento", declara Anna Agüera. "Muchos piensan que acoger es sufrir porque el niño se irá, pero si ponemos el foco en él —en su bienestar y su seguridad—, la experiencia es muy positiva". "'No está pagado'", les dice la gente a Mari y José. "Pero sólo por cómo te miran, ya sientes que no tiene precio y no necesitas ninguna recompensa", expresa Mari. Para el matrimonio, dar una segunda oportunidad de vida a un niño "es muy satisfactorio".
Desde la Fundación Infancia y Familia trabajan para que cada vez se hable más del acogimiento familiar y se haga promoción desde la administración y las entidades. Y aunque ya es una tendencia que va en aumento, todavía no es suficiente. Y los datos lo evidencian. Actualmente, en Cataluña existen 787 familias en la modalidad de acogida en familia ajena —ya sea de urgencia y diagnóstico, simple o permanente—, es decir, que no tienen ningún parentesco con el niño. Estas familias acogen a un total de 923 niños y adolescentes. Ahora bien, el número de niños y adolescentes que están tutelados por la DGPPIA es mucho mayor: 8.932 niños de entre 0 y 17 años no pueden convivir con su familia de origen. Del total, 1.256 son niños menores de seis años tutelados que necesitan ser acogidos, de los cuales cerca de 1.000 viven con familias acogedoras, pero 280 se encuentran en acogimiento residencial porque no existen familias suficientes.
Ante este escenario, Mari se plantea hacia dónde debe ir la sociedad del futuro. Ella lo tiene claro: "Una sociedad en la que no haya niños en centros, sino en familias donde puedan crecer con amor y protección". Por eso, hace un llamamiento y anima a nuevas familias a implicarse. "Debemos poder dar una oportunidad al niño para que pueda vivir una situación familiar normalizada mientras sus padres no se pueden hacer cargo", remarca Agüera.
La Fundación Infancia y Familia reúne a familias, profesionales e instituciones para celebrar la jornada "Legados de vida: la acogida como camino de reparación"
La Fundación Infancia y Familia celebra este viernes la jornada "Legados de vida: el acogimiento como camino de reparación", un encuentro que sirve para reflexionar sobre cómo el acogimiento familiar puede actuar como herramienta de apoyo y reparación emocional desde los primeros años de vida. La entidad, que describe la acogida como "un acto de generosidad capaz de transformar vidas", transmite que ofrecer un hogar sano y estable a un niño que ha vivido situaciones de dolor no es sólo un gesto de protección, sino también una oportunidad de reparación y de nuevo camino para el niño.
De hecho, así lo evidencia la neurociencia, que asegura que el cerebro infantil necesita estabilidad, vínculos de apego seguros y entornos previsibles para crecer de forma sana y resiliente. Por eso, cada relación estable y afectiva es un factor protector y reparador para el niño. Anna Agüera explica que "tener una familia de acogida permite al niño vivir en un ambiente sano y normalizado" y eso, añade, "es lo que le ayuda a crecer ya convertirse en un adulto funcional". El caso del niño de seis años de Mari Carmen Ruiz y José Perea es un claro ejemplo.
La jornada une a familias, profesionales e instituciones para poner de manifiesto la importancia de los buenos tratos en la primera etapa de la infancia y la función de la acogida como parentalidad terapéutica. Sin embargo, la iniciativa de la Fundación Infancia y Familia contribuye a construir vínculos seguros ya promover el bienestar y la resiliencia de los niños y dejar una huella positiva en su futuro.