Quiero otro hijo, pero mi pareja no. ¿Qué hacemos?
Los expertos aseguran que la clave para resolver este conflicto se encuentra en una buena comunicación y aconsejan abordarlo al inicio de la relación
BarcelonaEn Cataluña nacen 1,1 hijos por mujer. Según el Idescat, en los últimos años han aumentado las familias más pequeñas con un solo hijo y ha disminuido la tendencia a tener dos, pero sobre todo tres o más hijos. La precariedad laboral, los nuevos patrones familiares o las parejas tardías son algunas de las causas de esa tendencia demográfica. En este contexto, ¿qué ocurre cuando uno de los miembros de la pareja quiere más hijos y el otro no?
Según la consultora de crianza consciente Míriam Tirado, querer más hijos o no querer más es una decisión libre, pero está condicionada por factores externos como la presión social o las mismas convicciones. "Realmente, nunca acabamos de ser libres por completo porque llevamos encima nuestra mochila, nuestras creencias, nuestra historia, las experiencias vividas como niños con nuestra familia o lo que hemos oído decir a nuestros padres", asegura Tirado.
También pesa el hecho de haber tenido hermanos o no haber tenido, apunta el psicólogo Pere Font Cabré, fundador y director del Instituto de Estudios de la Sexualidad y la Pareja (IESP): "Para la gente que ha crecido con pocos hermanos, puede ser aún más importante por el hecho de querer dar a los niños y que hubiera gustado mucho tener".
El papel del primero
Muchas familias también notan la presión del hijo actual, que pide un hermano o hermana a sus padres. Según Tirado, esa decisión corresponde a los adultos. "No tienen ese derecho. Si se tienen hermanos, fantástico. Y en caso de que no, también. Siempre tendemos a pensar que es peor, pero no es ni mejor ni peor, sino diferente. Lo importante es la capacidad, la energía, las ganas y el deseo de estos padres de acoger y acompañar a una nueva vida con todo lo que esta nueva vida". Y alerta: en caso de que no haya hermanito o hermanitos —y si hay, también—, conviene que los muros del nido sean porosos, "que el espacio de casa pueda ser compartido con amigos y familiares de la misma edad, de tal modo que no se crezca aislado y con un abanico pobre de relaciones", destaca Font, que remarca el papel de la escuela y las remarca el papel de la escuela y las remarca el papel de la escuela. las criaturas.
Cuando hay desacuerdo
Más allá del deseo del primer hijo por sumar un miembro a la familia, algunas parejas discrepan sobre la decisión entre ellos. Según los expertos, la clave para resolver ese conflicto se encuentra en una buena comunicación. "Cuando hay mucha disparidad de criterio a la hora de tomar esta decisión, cada uno sentirá que aceptar la decisión del otro implica su propia renuncia y no escuchar su deseo o lo que su corazón y cuerpo le dicen", afirma Tirado.
Para el miembro que ceda y acepte lo que quiere el otro, sea cual sea, digerir esta traición a sus propios deseos no será fácil. "Es un tema muy delicado dentro del mundo de la pareja; provoca muchísimo dolor", subraya Font Cabré.
Como psicólogo ha trabajado con parejas que se han encontrado en esta situación y les recomienda llegar a acuerdos, y también haber tenido esta conversación de entrada. "A las parejas jóvenes les parece que no es necesario, pero es muy importante, cuando se define el proyecto de futuro, tener un acuerdo de base sobre cuántos hijos se desean".
Haber hablado de este tema clave al inicio de la relación previene disgustos y, según defiende Tirado, el acuerdo inicial debe ser revisable. "Tú puedes haber dicho en un primer momento que quieres tener dos o tres hijos –cuando no tienes ni idea de qué implica, qué supone y qué es tener hijos– y, después cambiar de opinión cuando ya tienes uno y sabes de qué va y tienes unas circunstancias de pareja, de familia y laborales que pueden ser diferentes que antes".
Pere Font discrepa en la dificultad de reabrir el debate sobre la marcha. "Por ejemplo, una pareja puede decidir que no quieren tener hijos, pero uno de los dos piensa que quizás más adelante el otro cambiará de parecer. ¿Y si no lo hace? ¿Y si uno, de repente, decide que ahora sí quiere tener hijos, y el otro confirma que no quiere?". Según la experiencia del terapeuta, el desacuerdo en tan vital cuestión conduce, "con relativa facilidad", a la rotura.
Cerrar el debate en falso puede abrir una grieta en la relación y puede dejar una espina clavada en el cónyuge que tenga que hacer lo contrario de lo que quiere. quieren. Sin solidez, madurez y ganas, mejor no tener o no tener más", sostiene.
Mirar más allá
Míriam Tirado prescribe ayuda profesional para superar los reproches y trabajar y revisar lo que creemos que queremos. "A veces, valoramos más lo que no tenemos o lo que imaginábamos que tendríamos, que lo que realmente tenemos. ¿Dónde nos enfocamos? ¿Tú quieres tener un hijo, pero luego tal vez este hijo no llega. Y a veces hay esta tendencia a fijarnos más en lo que nos falta, y nos perdemos valorar profundamente todo lo que tenemos, que es de muchísimo y que, si lo perdiera, si lo perdiera. como si no lo valoráramos", reflexiona.
Tirado propone que se reflexione sobre el porqué del deseo de tener más hijos y asegura que se puede esconder la incapacidad de encontrar la felicidad en uno mismo: "A veces también hay personas que ponen la felicidad en el exterior, a tener más, en esto: «Si tengo un hijo, seré más no, pero voy a ser más feliz. Tengo dos, seré más feliz». Siempre poniendo ese anhelo de felicidad en el exterior, en tener más cosas o más situaciones que ahora no tengo para que me hagan llegar a la felicidad». Según la consultora de crianza consciente, la felicidad viene de dentro y de uno mismo. "El vacío, si es que está ahí, debemos intentar llenarlo desde nosotros. Y eso requerirá mucho trabajo por hacer, mucho crecimiento personal. E ir a esos vacíos porque, a veces, muchas de las discusiones sobre si tener hijos o no parten de creer que, haciendo otras cosas o teniendo otras cosas o envidiando lo que otros tienen, llenaremos más ese vacío". En vez de intentar llenarlo, pues, se trata de conectar con las necesidades y deseos de uno mismo. "Quien sea capaz de hacer estos deberes con uno mismo y en pareja crecerá; prevendrá fisuras, rencores y cuentas pendientes".
Tres pasos para gestionar el conflicto
- Definir bien el proyecto de vida antes de iniciar la convivencia, al menos en aspectos tan críticos como tener o no hijos.
- Los expertos recomiendan comunicar los deseos de uno y otro para llegar a acuerdos. Tener desavenencias no significa que esa unión esté abocada al fracaso.
- En caso de que los miembros de una pareja no se salgan solos y se encuentren estancados, es recomendable buscar ayuda profesional.