El salto de primaria a secundaria

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Alumnos en un Instituto.

Las jornadas de puertas abiertas ponen a prueba el compromiso de los docentes. En primaria la mayoría de maestros muestran con ilusión lo que se hace en la escuela. Las buenas vibraciones que transmiten las maestras son el elemento definitivo para ganarse el favor de las familias. En cambio, como profesor de secundaria, he visto que la mayoría de colegas, si pueden, se ahorran asistir a la jornada de puertas abiertas. Quizás es que el personal está algo quemado por lo que exige el día a día de un instituto y de ilusión hay más bien poca. Yo he ido unas cuantas veces, obligado y a gusto. Todo depende del clima que respira el centro y la dirección tiene mucho que ver con él. Si no crees en el proyecto, mejor que te lo ahorres. Una sola vez fui “obligado” y no me sentí nada cómodo, porque hablaba maravillas del proyecto de centro a las familias, pero sabía que todo aquello no funcionaba de ninguna manera. De puertas adentro, cada centro hace lo que puede. Algunos se llenan enseguida y otros no quiere ir a nadie. A veces la fama es injusta, otras se la han ganado a pulso, para bien y para mal. He trabajado en ambos casos y el trabajo realizado con exigencia y responsabilidad activa el boca-oreja. Los padres vamos preguntando qué centro es "lo bueno", y cuál no lo es, de la misma manera que lo hacemos los docentes cuando pedimos destino.

Siempre me ha hecho mucha gracia ver a los de sexto el día que visitan el instituto que tienen adscrito, acompañados por las maestras. Los miras bien y te das cuenta de que todavía son muy niños. Con once y doce años la mayoría son pura inocencia. Y te sabe mal que la pierdan tan pronto. En primero comienzan formales y educados, pero la adolescencia les intenta ir rápidamente por el lado oscuro. Un instituto es una madriguera llena de lobos donde también hay muy buena gente dispuesta a mostrarles el lado luminoso, que es el de la educación y el conocimiento. A los docentes, en secundaria, nos toca controlar el caos hormonal y un montón de problemas.

Instituto Narcís Xifra y Masmitjà.

Años de cambios

En el instituto la cosa va de verdad y eso les saca del relativo confort en el que vivían. Segundo y tercero de ESO son años turbulentos, su cuerpo cambia y la forma de ver la realidad también. Pasarán cuatro años en el instituto, seis si hacen el bachillerato. Entrarán que serán niños y saldrán casi adultos. Aunque en primaria la figura de la maestra tutora es muy importante, cada vez más en secundaria se realiza un acompañamiento integral e intenso, aunque las especializaciones en las asignaturas obligan a trabajar con muchos profesores. Y esto creo que es bueno.

Tengo dos hijos que se han escolarizado en centros distintos según sus necesidades. Intentamos acertarla, pero esto depende de muchos factores. Como acostumbro a decir tanto a alumnos como a familias, lo más importante es terminar los estudios con éxito. El camino puede tener complicaciones, forman parte del aprendizaje, pero nunca debemos rendirnos. El secreto es la constancia y los cambios siempre nos harán más fuertes.

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