Más allá de 'Alcarràs': la Nueva Ola del cine catalán

BarcelonaQue Neus Ballús y Clara Roquet fueran las grandes triunfadoras de la última edición de los Gaudí pocos días después del éxito de Carla Simón en la Berlinale ha servido para certificar la consagración anunciada de una ola de cineastas que tiene en Simón y Ballús a dos de sus grandes exponentes. Es una generación femenina por acaparadora mayoría que hace años que marca hitos inéditos y domina el cine catalán sin oposición. El abrazo en los Gaudí entre Ballús y Simón, que le entregó el premio a la mejor dirección por Sis dies corrents, simboliza también la celebración de una manera de entender el cine compartida por otros directores que en los últimos años han dado forma a una auténtica Nueva Ola del cine catalán que empieza a ser numerosa y que, además de a Simón, Ballús y Roquet, también incluye a Belén Funes, Celia Rico, Elena Martín, Lucía Alemany, Pilar Palomero, Meritxell Colell, Nely Reguera, Mar Coll y Carlos Marques-Marcet, entre otros.

Con este impulso generacional, el cine catalán recupera una cosa que hacía tiempo que no tenía: una comunidad con vínculos creativos y estéticos. Muchos de los directores que forman este grupo han compartido centro de formación, equipo técnico, productora o proyecto artístico. La mayoría se conocen y hay otros que, sencillamente, son buenos amigos. No es extraño que trabajen juntos, que se proyecten las películas antes del estreno y que intercambien críticas y consejos. Su visión del cine es parecido: próxima a la realidad, alejada del artificio narrativo y arraigada en la experiencia personal. No solo coinciden en un tiempo y un territorio, también en la manera de trabajar: el liderazgo no se entiende nunca como un ejercicio de autoridad y poder, y, por lo tanto, se tiende a formar equipos muy horizontales, con gente conocida y muy implicada en el proyecto.

Así, para rodar su opera prima, Libertad, Clara Roquet se rodeó de una red de amigas y cómplices que incluía a Belén Funes haciendo de script. En el debut de Funes, La hija de un ladrón, fue otra amiga suya, la directora Nely Reguera, quien hacía de script. Tanto Funes como Reguera fueron ayudantes de dirección en el debut de su compañera de la Escac Mar Coll, que fue una de las asesoras de guion del debut de Carla Simón, Estiu 1993. La guionista habitual de Coll, Valentina Viso, escribió con Simón el cortometraje Después también, pero también el debut de Nely Reguera, María (y los demás). Por supuesto, Roquet es coguionista de dos películas de Carlos Marques-Marcet (10.000 km y Els dies que vindran), pero también está escribiendo con la próxima película de Elena Martín, que fue una de las actrices del debut de Meritxell Colell, Con el viento. Y si examinamos los equipos técnicos de estos cineastas, no cuesta mucho identificar nombres repetidos como el de la directora de fotografía Neus Ollé o la montadora Ana Pfaff, que ha trabajado con Simón, Colell, Marques-Marcet, Coll y Roquet.

De la Escuela de Barcelona a la generación 'Alcarràs'

La última vez que Catalunya acogió una escena cinematográfica con coherencia estética fue en la primera década del siglo XXI, cuando a cobijo de la Escac, Filmax y el Festival de Sitges surgieron autores de cine fantástico como Jaume Balagueró, J.A. Bayona, Paco Plaza y Guillem Morales. Más allá, habría que remontarse a los 60 y en la Escuela de Barcelona de Joaquim Jordà, Jacint Esteva, Vicente Aranda y Pere Portabella. El crítico y profesor Arnau Vilaró hacía referencia hace unos meses cuando proponía la denominación Nova Escola de Barcelona para la ola actual de directoras en un excelente artículo publicado en la revista de historia de cine Secuencias. Vilaró, que también es coguionista de Alcarràs, situaba el inicio de este movimiento en el estreno de Tres dies amb la família, el debut de Mar Coll del 2009, que, según él, “marca el comienzo de un espíritu generacional y colectivo del cine realizado por mujeres en Barcelona, dando pie a una serie de temas y decisiones estéticas que toman como centro la exploración de las relaciones familiares y el cine como herramienta de experiencias de vida”.

La propia Carla Simón ha explicado a menudo que ver Tres dies amb la família fue determinante a la hora de creer en sus posibilidades de ser directora de cine. “Si alguien es punta de lanza de esta generación es Mar Coll –explicaba Simón hace unas semanas–. Ver Tres dies amb la família fue una revelación que me hizo darme cuenta de que una mujer joven podía hacer películas y que podía hacerlas en catalán”. Coll fue pionera y precoz: rodó su opera prima con 27 años, una edad que todavía hoy no es habitual para el debut de una nueva directora. Neus Ballús, por ejemplo, debutó a los 33 años con La plaga y Pilar Palomero a los 39 con Las niñas. Pero Coll tuvo la suerte de contar con el apoyo de una escuela de cine, la Escac, que apostó por ella como antes había apostado por Roser Aguilar (Lo mejor de ti) y después por Elena Trapé (Blog).

Tres dies amb la família también inauguró la costumbre de los cineastas catalanes de ganar la Biznaga de Oro del Festival de Málaga, el Gaudí a la mejor película (o a la película en lengua no catalana) y Goya a la mejor dirección novel, una tripleta que más adelante repetirían Marques-Marcet (10.000 km), Simón (Verano 1993) y Palomero (Las niñas). Los Gaudí y el Festival de Málaga –donde también triunfaron Les distàncias de Elena Trapé y Els dies que vindran de Marques-Marcet– son, por lo tanto, los premios que mejor han acompañado a esta generación.

Pompeu Fabra, Escac y Cinema en Curs

Los centros de formación han tenido una importancia capital en esta generación. Ballús siempre ha reconocido la influencia del máster de documental de creación de Pompeu Fabra, no solo por lo que aprendió, sino porque de allí surgió el equipo de sus películas. El grado de comunicación audiovisual de la Pompeu Fabra es el vínculo que une a Clara Roquet, Carlos Marques-Marcet y Elena Martín, a pesar de que aquí hay que subrayar el papel aglutinador de otro alumno, el productor Sergi Moreno, determinante a la hora de construir una familia cinematográfica en la productora Lastor Media de Tono Folguera, productor de referencia de esta generación –también está detrás de Alcarràs–. Pero la Pompeu Fabra, y en particular el profesor Gonzalo de Lucas, también ha jugado un papel clave como impulsora de películas de estudiantes a partir del éxito en festivales de Les amigues de l'Àgata (protagonizada por Elena Martín), pistoletazo de salida de una serie de proyectos de final de carrera en forma de opera prima: Yo la busco, Ojos negros, Les perseides, Les dues nits d'ahir y el debut como directora de Martín, Júlia ist.

El otro gran plantel de la Nueva Ola catalana ha sido, claro, la Escac. Además de Coll, Reguero y Funes, del centro han salido Liliana Torres (Family tour, ¿Qué hicimos mal?), Lucía Alemany (La innocència), Elena Trapé (Les distàncies), Gemma Ferraté (Tots els camins de Déu), Sergi Pérez (El camí més llarg per tornar a casa) y Sergi Portabella (Jean-François i el sentit de la vida). Pero si la Escac y la Pompeu Fabra son puntos de partida, hay otro proyecto educativo que ha servido de punto de encuentro: Cinema en Curs, un programa pedagógico de talleres en escuelas e institutos dirigido por Laia Colell y Núria Aidelman que no solo ha educado la sensibilidad de los niños y adolescentes que participan, sino también la de los cineastas que les hacen de docentes, una lista que incluye a Celia Rico, Sergi Portabella, Meritxell Colell, Nely Reguera y Carla Simón, que en 2018 reconocía la influencia de Cinema en Curs: “Todos los directores implicados en el proyecto hemos hecho nuestro su espíritu trasladándolo a la importancia del equipo que escoges y de involucrar a todo el mundo a un nivel profundo. La fe en la colectividad que tengo ahora no la tenía antes de Cinema en Curs”.

¿Generación de futuro?

El gran reto de esta generación es la continuidad. Ballús ya lo apuntaba en los Gaudí: “No hemos venido solo para hacer una opera prima, hemos venido para quedarnos”. El número de cineastas que han debutado es grande, pero no tanto el de los que han dirigido la segunda película y solo hay dos (Ballús y Marques-Marcet) que han llegado a la tercera. Excepto Elena Martín, ninguno de los debutantes impulsados por la Pompeu Fabra están trabajando en la segunda película. El éxito de una opera prima suele garantizar la llegada de una segunda película, pero más allá todo es incierto. Incluso Mar Coll hace nueve años que intenta dirigir su tercer largo a pesar de que en 2018 estrenó la serie de Movistar Matar al padre.

En una década de caída en picado de las ayudas públicas, las plataformas han recogido parte de este talento desaprovechado: Lucía Alemany y Elena Martín dirigieron episodios de la serie de Movistar Vida perfecta y Martín también firmó un episodio de En casa, una serie confinada de HBO para la que también escribió y dirigió un episodio Marques-Marcet. El empujón de una generación histórica se ha sobrepuesto inicialmente a la precariedad económica del cine catalán de la última década, pero, si no se ponen los recursos necesarios, una parte importante de este talento se acabará perdiendo y con él quizás también el próximo Alcarràs.