San Pablo (Francia)La Fundación Maeght, en las afueras de Saint-Paul-de-Vence, en la Provenza, es un museo extraordinario. La imagen desde la puerta de entrada es memorable: una retahíla de esculturas de artistas como Joan Miró, Alexander Calder y Eduardo Chillida instaladas en un jardín inmaculado, con la mítica sede de la fundación de fondo, obra de arquitecto Josep Lluís Sert (1902-1983). Apenas son las nueve de la mañana y las cigarras ya cantan sin pausa. "La fundación es una fusión excepcional de arte, arquitectura y naturaleza", afirma la responsable de comunicación y mecenazgo de la fundación, Constance Wackenheim.
La fundación, pionera en Europa, la puso en marcha el matrimonio de coleccionistas y galeristas formado por Marguerite y Aimé Maeght. A lo largo de los años forjaron una de las mayores colecciones europeas de arte moderno y contemporáneo, de grandes artistas como Miró, Calder, Fernand Léger, Georges Braque, Alberto Giacometti y Marc Chagall. Todos ellos fueron grandes amigos de Maeght. La fundación abrió sus puertas en 1964 (sirvió de modelo de la Fundació Joan Miró de Barcelona, del propio Sert), y esta estima la han heredado los descendientes de los artistas. "La cena de celebración del sexagésimo aniversario fue como una reunión familiar: vino toda la familia Chillida y el nieto de Miró, Joan Punyet Miró", dice Wackenheim. Y, coincidiendo con la inauguración de la ampliación, se ha abierto una exposición sobre la amistad de dos artistas muy vinculados a los Maeght, Pierre Bonnard y Henri Matisse.
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En el origen de la fundación hay un duelo: Marguerite y Aimé Maeght quedaron abatidos por la muerte de su hijo Bernard a los 11 años víctima de la leucemia, recordado en la capilla de San Bernardo del siglo XI reconstruida por el mismo Sert que también hay en el mismo complejo de San Pablo, cerca de Niza. Artistas como Braque y Léger les animaron a que emprendieran el proyecto. Y cuando el ministro de Cultura francés André Malraux inauguró la fundación en julio de 1964, afirmó que la fundación no era un museo, sino algo inédito, el afán por "crear instintivamente y por amor un universo donde el arte moderno encuentre a su vez su lugar y ese tras mundo que antes se llamaba el sobrenatural".
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Una restauración que pasa desapercibida
Poco a poco, comienzan a llegar los primeros visitantes del día. La fundación recibe 130.000 al año. Les gustaría recibir más, pero fuera de la temporada alta, en primavera e invierno. "La calidad de la visita es muy importante", advierte Wackenheim. Uno de los primeros platos fuertes del recorrido es el patio Giacometti: está expuesto el conjunto de esculturas que Alberto Giacometti hizo para la sede del banco Chase Manhattan en Nueva York por encargo de su arquitecto y que fueron rechazadas. Cuando Maeght le ofreció el patio para instalarlas, el artista suizo las pintó para potenciar el diálogo con el pinar que rodea al museo. Maeght, por cierto, es la única colección que tiene dos versiones de la mítica escultura de Giacometti El hombre que camina.
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Aun así, hay un detalle muy importante del patio tan bien ejecutado que pasa desapercibido: es un patio nuevo, porque el existente lo desmantelaron para construir debajo una parte de la ampliación de la fundación, obra del arquitecto napolitano Silvio d'Ascia. Con un edificio tan emblemático y bien integrado en el sitio como el de Sert, D'Ascia hizo un ejercicio de humildad y planteó ampliarlo por las entrañas. "El patio nuevo es idéntico al que había. Había que ser humilde –afirma el arquitecto italiano–. Cuando tienes un edificio como este, que forma parte del patrimonio arquitectónico de la arquitectura moderna, y que es de un gran arquitecto como Josep Lluís Sert, para mí la única aproximación posible era actuar de forma muy silenciosa, sin querer imponer nada. Que la restauración del patio no se note es el mejor elogio que nos podían hacer".
"Para mí, el edificio de Sert es un icono, porque tiene unas formas que al mismo tiempo sirven para que el edificio funcione como museo, para que las salas tengan luz natural, y como signos icónicos –subraya D'Ascia–. Este edificio es una muestra perfecta de una arquitectura estructuralmente muy expresiva y que al mismo tiempo es multifuncional y tiene una atmósfera artística, no hay muchos edificios con esa fuerza". Más concretamente, De Ascia detalla cómo Sert combinó las formas brutalistas con el blanco, para poder jugar con las obras, y dos grandes impluviums que se han convertido en los rasgos identitarios del edificio y que sirven para recoger el agua de lluvia.
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Una ampliación largamente codiciada
Los propios Maeght habían querido ampliar el museo unos diez años después de la inauguración, con un proyecto también de Sert que casi era el doble de grande que el existente, pero no pudieron comprar las tierras. Todo ello era para acoger una colección que hoy en día está formada por más de 13.000 pinturas, esculturas, grabados y libros de artista, que recuerdan la labor de Maeght como editor de obra gráfica. "Antes teníamos el dilema de hacer una exposición temporal o enseñar la colección; no podíamos hacer ambas cosas. Mucho público estaba insatisfecho", dice Wackenheim.
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De Ascia empezó a trabajar en el proyecto de rehabilitación del edificio hace cerca de quince años. Más adelante, le encargaron una propuesta de ampliación, pero el proyecto estuvo detenido unos diez años, hasta que lo reanudó en el 2021. Con la ampliación, el museo ha ganado una sala de 390 metros cuadrados bajo el patio Giacometti, la llamada sala Nicole Dassault, y otra de 66 metros cuadrados bajo el patio Miró, el Alain Nkontchou. Ambas están abiertas hacia el pinar, y ahora en Nicole Dassault se puede ver una selección de pinturas de gran formato, de artistas como Joan Miró, Pablo Palazuelo y Hans Hartung, y un móvil espectacular de Alexander Calder. Entre una y otra hay una galería de 44 metros cuadrados dedicada a contar la historia de la fundación y cómo se construyó con maquetas y dibujos.
La primera fase de las obras comenzó en noviembre del 2021. Durante siete meses se realizaron las excavaciones para las futuras salas, hasta una profundidad de ocho metros, y se reforzaron los cimientos en el edificio de Sert. Luego se construyó la estructura de las nuevas salas autónomas del edificio de Sert. La fundación reabrió en noviembre del año pasado mientras continuaban las obras, que terminaron en junio. Según el arquitecto italiano, la Fundación Maeght y la Fundación Joan Miró de Barcelona, ambas obras de Sert, "son diferentes": "Maeght está en la naturaleza, puedes caminar por todo alrededor, mientras que la de Barcelona es más urbana. La Fundación Joan Miró la ampliaron con nuevos volúmenes, y yo esto no podía hacerlo", asegura D'Ascia.
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Joan Miró en el Museo la Banque: 'Mujer y pájaro' y un tricornio
Encontrarse con la obra de Joan Miró fuera de Catalunya parece tener un efecto estimulante: mientras que aquí la popularidad a veces ha dejado su rabia en segundo plano, la exposición que puede verse hasta el 24 de noviembre en la Banque, el Museo de Culturas y del Paisaje de la ciudad francesa de Hyères, hace aflorar su radicalidad artística. Y el sentido del humor más burlesco, como demostró Miró convirtiendo en pleno franquismo un tricornio que tenía en su taller (y con el que le había retratado el fotógrafo Francesc Català-Roca) en el ave de una escultura titulada 'Mujer y pájaro'.
La exposición lleva por título simplemente Miró e incluye unas setenta obras propiedad de la Fundación Maeght, entre pinturas, esculturas y grabados fechados entre 1956 y 1977. Son los años en los que el artista recibe los impactos estéticos de un viaje a Japón y de la obra más rompedora de los artistas más jóvenes, a los que quiere demostrar que no ha perdido comba. "Miró conoció el expresionismo abstracto a través de su marchante Pierre Matisse, y le marcó una exposición de Jackson Pollock que vio en París. Y en Japón entró en la gran tradición de la caligrafía y la cerámica", recuerda al director del museo, Mei Franck.