La eficiencia de la arquitectura hecha con materiales naturales
El arquitecto mallorquín Carles Oliver reflexiona sobre un modelo productivo alternativo en el taller de verano de los RCR
BarcelonaEl arquitecto mallorquín Carles Oliver (Felanitx, 1979) dice de sí mismo que es arquitecto para Etsab y "maestro de obras por necesidad profesional". Desde el año 2009 ha desarrollado una retahíla de obras, junto con sus colegas, que se ha convertido en plena emergencia climática en un referente de sostenibilidad ambiental nacional e internacionalmente. "Cada proyecto es un pequeño paso en esta investigación –explica Oliver–. Creo que en Baleares se está produciendo esta investigación colectiva y, en mi caso, en cada proyecto voy un poco más allá, tanto para mejorar el confort como para garantizar que no exista pobreza energética y reducir el consumo de las personas que viven en ella".
Oliver ganó el premio FAD 2018 y el premio LIFE 2021 al mejor proyecto de medio ambiente por la Comisión Europea con un bloque de catorce viviendas protegidas en Sant Ferran de Formentera, donde utilizó la posidonia como material aislante. Desde entonces ha desarrollado otros proyectos piloto como las cinco, ocho y diecinueve viviendas de protección pública (HPP) en Palma, o seis HPP en Santa Eugenia y el ecobarrio UAC2 en Campos, y obras de rehabilitación como las de la casa del calle Sant Miquel, 19, en Palma, y las de Can Lliro en Manacor.
Todos ellos forman parte de La búsqueda colectiva de un nuevo modelo productivo, de la que Oliver habla en Olot dentro del programa abierto de conferencias del taller de verano anual del estudio RCR. En cuanto a cómo han ido mejorando la eficiencia energética de los edificios, en las viviendas de Formentera el consumo previsto por cálculo es de 14 kilovatios por metro cuadrado y año; en el blog de ocho viviendas en la calle Salvador Espriu de Palma, 7,8 kilovatios, ya los seis de la calle de ses Monges de Santa Eugenia, 4,8 kilovatios. "Creo que hemos demostrado que esta forma de trabajar se puede aplicar a cualquier escala", dice Oliver.
Una de las claves de la investigación de Oliver fue darse cuenta de que los materiales que tenemos a nuestro alcance son previos a la revolución industrial. Así que en sus proyectos utiliza materiales propios de la arquitectura vernacular y otros de empresas que están realizando la transición ecológica y que Oliver resume con el concepto de "mapa de recursos". "El mapa de recursos lo forman muchos factores: a los materiales vernáculos y de las empresas en transición ecológica debemos sumar los factores atmosféricos (la temperatura, la humedad, la radiación solar, el viento, la lluvia) y los factores sociales", dice. El objetivo de todo ello es realizar unos edificios que sean más confortables no sólo ahora, sino más adelante, cuando las condiciones climáticas se vuelvan más extremas. "No se trata sólo de reducir las emisiones de dióxido de carbono, sino que los materiales garanticen que la vida útil del edificio sea más larga, requieran menos mantenimiento y que el confort a largo plazo esté garantizado", explica Oliver.
Un cambio de perspectiva del oficio de arquitecto
Este trabajo de los materiales también ha tenido un impacto en cómo Oliver entiende su oficio, así que pasó a trabajar de una forma muy diferente a la más habitual. "Cuando empezamos con el primer proyecto, entendía la arquitectura tradicional como unas gafas para ir descubriendo ese mapa de recursos, porque en ese momento los recursos de la arquitectura vernácula no eran tan habituales en las obras. Pero quizá todavía diseñábamos desde un lenguaje más del movimiento moderno y nos ha pasado que, a medida que hemos incorporado los materiales de arquitectura vernacular y hemos empezado a diseñar desde las características de materiales naturales como la piedra arenisca, curiosamente, el resultado se acaba pareciendo a esta arquitectura vernácula, aunque no la estés copiando; por un proceso de depuración", asegura.
Asimismo, esta forma de trabajar ha hecho que lleguen a tipologías a las que no habrían llegado sin estos materiales, como "las dos alturas, la utilización de bóvedas de cañón en planta baja, para acumular inercia en verano y refrescarse de forma pasiva, combinadas con cubiertas inclinadas con estructura ligera de madera en planta primera, para simplificar la construcción y mejorar la durabilidad en comparación con las cubiertas planas". "Con estas condiciones que tenemos, donde la crisis climática es una prioridad, se han producido una serie de modificaciones legislativas que han hecho posible esta forma de trabajar", concluye Oliver.
Después de Carles Oliver, las conferencias del taller de verano de los RCR continuarán con Lacol arquitectura cooperativa (9 de julio), ganadora del premio Mies van der Rohe en la categoría de arquitecto emergente, y con el estudio francés Lacaton & Vassal, ganador del premio Pritzker 2021 (11 de julio).