El arte a vida o muerte de Neus Dalmau
El artista repasa su trayectoria y hace un proceso de sanación en la Fundació Palau
Caldes de EstracNeus Dalmau (Barcelona, 1960) se ganaba la vida como diseñadora gráfica. Como artista se movía en el mundo del underground, para evitar que el mundo del mercado del arte pudiera poner en peligro su "expresión más genuina", tal y como dice la propia Dalmau con motivo de la exposición que la Fundación Palau de Caldes d'Estrac le dedica hasta el 19 de octubre, titulada La fuerza Verdaguer y comisariada porJoan Puigdefàbrega. Dalmau asegura que por un complejo de inferioridad muy marcado nunca se habría atrevido a tocar en la puerta de una institución como la Fundació Palau, pero su vida dio un giro dramático hace un par de años. Una semana después de enterrar a la madre, a Dalmau le diagnosticaron un tumor cerebral. "Lo primero que pensé es que no se pierda lo que he hecho, así que catalogé toda mi obra. Vi que todo aquello era guapo, y decidí que antes de morirme lo explicaría", dice Dalmau.
Dalmau no tenía previsto hacer una exposición, pero sí dio una conferencia poética para explicar lo que había hecho. "Siempre he trabajado absolutamente como una aborigen, sin pensamiento. Y ahora esta exposición me sirve para entender qué he hecho con mi vida y qué es lo que me ha pasado —explica—. Y luego me di cuenta de que esta exposición es mucho más que una exposición, mucho más que una retrospectiva, porque me ha servido como una sanación, y también."
Asimismo, con esta exposición, Dalmau habla abiertamente de su carácter mediúmnico y explica que lo que llama "la fuerza Verdaguer" la guía desde hace más de veinte años y le ha servido para sanarse. "No me atrevía, digamos, a salir del armario porque lo consideraba un mundo oscurantista o supersticioso, no me gustaba. Pero ahora me doy cuenta de la virtud, de la calidad que tiene esto. Me pongo a servicio en un estado, como dice Antonin Artaud, de receptividad total", advierte el artista.
Del Infierno al Paraíso
Para Dalmau, el arte puede ser "una cuestión de vida o muerte". Cómo La Divina Comedia, la muestra está dividida en cuatro cantos, del Infierno al Paraíso: el primero corresponde a los "años del punk", como dice Dalmau, cuando formó parte de una escena disidente en la que había grupos como Sopa Negra y poetas como Enric Casasses. Y el recorrido continúa la eclosión de la fuerza verdagueriana, la expansión de esa fuerza y la curación. "El instinto de supervivencia te atiza mucho la intuición de lo que tienes que hacer. Y mientras tanto, evidentemente, no he dejado de pintar porque es mi caballo de batalla", dice el artista. Además, sus pinturas tienen a menudo también un carácter literario, y en su universo creativo Verdaguer dialoga con Artaud y Walter Benjamin, y más adelante Verdaguer da el relevo a Llull. Y la figura de Lluís Maria Xirinacs ocupa un lugar primordial como un maestro.
En el primer tramo de la muestra el público se encuentra con un hecho dramático que ha marcado Dalmau: cuando tenía diez años sufrió abusos mientras sus padres estaban en el hospital. "En el proceso de sanación, busco el origen del tumor de muchas maneras, y al final sale: el vecino del rellano, que era policía, abusó de mí. Y yo eso lo había tapado porque me parecía intolerable. Este trauma lo he tenido enquistado toda la vida dentro del cerebro. no fueran agresivas", explica.
Dalmau empezó a leer a Verdaguer por indicación del dramaturgo Àngel Carmona, y pronto el autor de Canigó se convirtió en una obsesión. En 2000 recibió una oferta de trabajo de la galería Art Cent, situada en los bajos del número 7 de la calle Mirallers, cuya finca en el cuarto piso Verdaguer hacía sus sesiones de exorcismo. Dalmau no pudo resistirse y llamó a la puerta. La recibió un pintor dominicano, Rafael Pérez Concepción, que, sorprendentemente, estaba trabajando en un tríptico en el que había una lucha de ángeles y demonios.
Con Casasses, Dalmau hizo unas performances poético-artísticas verdaguerianas, pero las pinturas que hizo las destruyó un compañero que la maltrató, hasta que logró escapar y se pudo instalar en un amplio y luminoso estudio en Lloret de Mar, donde encontró el primer monumento dedicado a Verdaguer en Cataluña, el Monumento del Ángel, de 1904. Aquel fue el punto de inflexión para que los cuerpos desmembrados de sus cuadros empezaran a unirse. Con Salvador Brotons estrenó laCantata de Randa en el Palau de la Música en el 2017, y el recorrido lo cierran tres figuras femeninas en plenitud, después de un vídeo que documenta una acción que realizó en el Cap de Creus en pleno tratamiento de su tumor cerebral: dejó todo un año una piedra que había cogido de la cueva de Creta donde nació una cabeza con el dolor de cabeza. hacha, y del corte nació Atena, la diosa de la sabiduría. "Yo ya me he sanado", dice el artista.