Arte

Todo el esplendor de Joaquim Torres-García en la Sala Parés

La galería barcelonesa repasa todos los períodos de la obra del artista con una exposición de cerca de 130 obras

'La carpa' (1917), de Joaquim Torres-García
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BarcelonaJoaquim Torres-García (1874-1949) fue uno de esos artistas que vivió muchas vidas en una. Como puede verse a lo largo del recorrido que le dedica la Sala Parés, los dibujos y pinturas de los momentos sucesivos de su trayectoria parecen hechos por artistas diferentes, pero están unidos por un hilo absolutamente coherente. Que Josep Puig i Cadafalch le retirara el encargo de los murales del Salón de San Jorge del Palacio de la Generalitat le "destrozó", como recuerda el director de la galería barcelonesa, Joan Anton Maragall, y le hizo viajar a Nueva York y París, donde pensaba que tendría mayor aceptación. "Es mucho más reconocido fuera que aquí, y es cierto que a nivel internacional es conocido sobre todo por su etapa constructivista, pero la etapa catalana no se le ha valorado lo suficiente, y no está muy representado en los museos catalanes", lamenta . "Los murales del Salón de Sant Jordi son la cima del Novecentismo", subraya Maragall.

Curiosamente, la Sala Parés fue la primera galería donde Torres-García expuso y lo hizo en tres ocasiones. Para Maragall, Torres-García reúne en un solo artista "la belleza, la poética, el espíritu crítico y el afán permanente de un nuevo lenguaje". Y el subdirector de la galería, Sergio Fuentes Milà, destaca que tuvo una evolución tan personal y que logró tener una "escuela potentísima" cuando regresó a Montevideo.

En el 150 aniversario del nacimiento del artista

La exposición, titulada Torres-García. Entre el Novecentismo y las vanguardias 1891-1934, coincide con el 150 aniversario del nacimiento de Torres-García e incluye cerca de 130 obras, entre dibujos, pinturas y juguetes, un 95% de los cuales están a la venta, cuyos precios van de los 6.000 euros de algunos dibujos finos cerca de 400.000 euros de las pinturas más destacadas, entre ellas Calle de Barcelona (1917) y Carpa (1917). De esta última, Fuentes Milà explica que refleja cómo Torres-García incorporó lenguajes de vanguardia como el cubismo y el futurismo en su obra y que hace de "bisagra" con su obra constructivista posterior. Las obras que no están a la venta provienen de colecciones particulares de ciudades como Barcelona, ​​Madrid, París, Montevideo y Nueva York, y de la Generalitat, que ha prestado algunos esbozos de los murales del Salón de Sant Jordi, entre los que brilla el de La Cataluña Industrial, que no llegó a hacerse, para saber si la relación entre los burgueses y los trabajadores es de asimilación o de oposición.

El recorrido está organizado cronológicamente: la planta baja de la galería está dedicada al período inicial modernista hasta trabajos novecentistas como unos esbozos para la decoración mural de la Casa Badiella en Terrassa (1917), y la primera planta en el resto de la producción. Cuando le retiraron el encargo de la Generalitat, Torres-García empezó a interesarse por temas de la ciudad moderna y por las vanguardias. "Ritmos libres que más adelante serán fundamentos de otra pintura", escribió el propio artista en Historia de mi vida. En París empezó a descomponer las formas, haciéndolas cada vez más esquemáticas y abstractas hasta llegar al constructivismo universal, que es su aportación más personal. En estas obras una muchedumbre de símbolos como el pez, el sol y las estrellas expresan dentro de unos "escenarios mentales" ideas universales como la familia, la Tierra, la vida, la fertilidad y la fe. "Estas obras tienen un componente político de reivindicar el arte latinoamericano", dice Fuentes Milà. Por último, en la sala pequeña de la galería se puede ver una selección de sus juguetes y de los esbozos para carteles. Después de Barcelona, ​​la galería Leandro Navarro de Madrid albergará una versión reducida de la exposición.

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