Arte

Un funeral para dar las gracias a los amigos

La despedida de Antoni Vila Casas reúne, en una ceremonia sobria como quería el mecenas, a políticos, empresarios y artistas

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Funeral de Antoni Vila Casas, en la foto Jordi Pujol y Jose Montilla, Iglesia de la plaza Sant Gregori Taumaturg.

BarcelonaDice mucho de cómo era Antoni Vila-Casas que en las breves palabras que dejó escritas para que se leyeran en su funeral, unas cuatro frases, básicamente se dedicaba a dar las gracias genéricamente a los amigos y su entorno cercano por todos los años compartidos. Le incomodaban un poco los elogios públicos y los homenajes y dejó dicho cómo debería ser su despedida, que quería sencilla y sin flores, y a celebrar en una de las dos iglesias que había elegido. Al final se escogió la más grande, la parroquia barcelonesa de Sant Gregori Taumaturgo, en Sant Gervasi, no muy lejos de dónde vivía este mecenas y ex empresario farmacéutico -fundador de cuatro museos dedicados al arte catalán- que murió el pasado 14 de septiembre a los 92 años. La iglesia, por supuesto, se llenó hasta los bordes el miércoles por la noche en una ceremonia que fue sobria, corta y acabada con el canto del Virolai, como había dispuesto. Más adelante habrá un acto de despedida más institucional en Can Framis, su museo barcelonés, y también se instalará la escultura dedicada de Rosa Serra, que lleva años esperando en el museo de esculturas Can Mario en Palafrugell.

Funeral de Antoni Vila Casas, en la iglesia de la plaza Sant Gregori Taumaturg, Barcelona.

Vila-Casas había previsto que no se informara de su muerte hasta pasados unos días para permitir a la familia hacerle una despedida tranquila. Se lo agradeció de todo corazón Montserrat Viladomiu, hija de su esposa Montserrat Pasqual Samaranch, porque así se pudieron preparar para un funeral al que no faltaron el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, la consejera de Cultura, Natàlia Mas, y expresidentes de la Generalitat como José Montilla o Jordi Pujol -Artur Mas, miembro del patronato de la Fundación Vila Casas, estaba de viaje-. “Fui muy amigo suyo durante mucho tiempo”, recordaba terminada la ceremonia Pujol. "Era muy generoso, muy altruista, una gran persona". Tampoco faltaban numerosos empresarios, como los farmacéuticos Joan Uriach y Antoni Esteve, o también Juan José López Burniol, Arcadi Calzada, Salvador Alemany, Luis Bassat, Ferran Rodés o Josep Maria Xercavins, entre otros muchos. Del mundo del arte la representación era considerable, desde galeristas como Carles Taché o Mariana Draper, a artistas como Agustí Puig, Isidre Manils, Josep Maria Camí, Ignasi Aballí o Perico Pastor. De muchos de ellos tenía obra de diferentes épocas porque su objetivo era que su colección recogiera la evolución del arte catalán del siglo XX y todo lo que pudiera del siglo XXI. Lo hacía convencido de que ésta era su principal contribución a la cultura del país porque, como lo definía ayer también Joan-Pere Viladecans, Antoni Vila-Casas “era básicamente un patriota”.

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