Arte

La gran "paso adelante" de la colección de arte de la Fundación Vila Casas

La nueva exposición permanente del museo Can Framis marca un punto de inflexión en la institución

El 'Sarcófago' de Gerard Mas en la nueva colección permanente del museo Can Framis
10/11/2025
4 min

BarcelonaLa vocación pública y de servicio del empresario farmacéutico y mecenas Antoni Vila Casas (1930-2023) era extraordinaria. "Creo que si la sociedad se ha portado bien contigo, tienes que llevarte bien con la sociedad -afirmaba Vila Casas-. Me dedico a apoyar la investigación médica ya promocionar artistas contemporáneos catalanes, y de esta forma vuelvo a la sociedad parte de lo que me ha dado". Ahora esta cita abre el renovado recorrido de su museo de pintura en Can Framis en Barcelona, ​​en un espacio monográfico dedicado a su figura, para recordarlo y darlo a conocer entre los más jóvenes.

"La fundación hoy es el reflejo de la personalidad de Antoni, de su carácter abierto y generoso y de su pensamiento enfocado hacia el futuro siguiendo su máxima de camino caminando", explica la vicepresidenta de la fundación y directora del área de salud, Montserrat Viladomiu, hija de la viuda. Además, Viladomiu avanzó que están trabajando en la reapertura del museo en la antigua farmacia de Can Frailem en Pals, y que el presupuesto anual para las adquisiciones es de 300.000 euros. Hoy en día, la colección cuenta con más de 5000 obras. "Hoy es un día muy importante porque es el fin de un proceso muy largo de trabajo, de diálogo con el propio señor Vila Casas y con su colección, y también porque es el inicio de una nueva etapa en la que la fundación da un paso adelante para mantener su legado y aproximarlo y actualizarlo a lo que la ciudad hoy necesita –afirma el director artístico de la institución, Bernat Puig. la fundación y este museo fueran útiles a la sociedad y también un elemento de diálogo, reflexión y mejora de la sociedad catalana".

La renovación del museo Can Framis coincide con el 25 aniversario de la fundación, tal y como recuerda Cristina Ribes, que asumió su dirección general hace pocas semanas. "Iniciamos una nueva etapa y reafirmamos nuestro compromiso con el legado de Antoni Vila Casas, en el que el arte y la salud sean el epicentro de nuestra misión. Queremos que nuestras colecciones permanentes sean el eje vertebrador de nuestra labor y una fuente de aprendizaje constante", dice Ribes.

Las obras más antiguas de la exposición son tres cuadros de militares de Josep Cusachs, y la más reciente es El coleccionista ausente, de Rafel G. Bianchi, ganadora del premio de pintura de la Fundación Vila Casas y una metáfora de la situación de la fundación después de la muerte de Vila Casas. Puigdollers ha seleccionado 224 obras de 130 artistas catalanes, en un viaje de la realidad más tangible a las ideas humanísticas y espiritual. "Esta fundación tenía como llave de vuelta al señor Vila Casas, pero necesitábamos una nueva llave de vuelta que no se podía resumir en una persona en concreto. Por tanto, creemos que lo que puede explicar mejor este legado, esta filosofía de cómo entendía el arte y la cultura, es la colección que él había ido haciendo de manera intuitiva a lo largo de lo intuitiva a lo largo de Puigdollers–. La mejor forma de continuar era seguir su espíritu. flâneur, de alguien que tiene ganas de disfrutar del arte a través de la observación y la reflexión, ya partir de ahí poder generar debates y hacer de este museo un ágora y un espacio de crecimiento personal". Además, esta nueva visión artística les permite potenciar el área de salud de la fundación.

Una gran exposición en tres

El proyecto lleva por título Una colección permanente cambiante, ya que cada año Puigdollers irá haciendo ajustes. Además, ha ganado una sala donde tiene previsto realizar exposiciones de artistas muy jóvenes, y muestras de gabinete sobre creadores que no han recibido suficiente atención. Lo primero que llama la atención es que las salas están más esponjadas que antes. Y del antiguo espacio dedicado a los toros queda una fotografía de Ramon Masats. Salvador Dalí ha entrado en la colección permanente gracias a un dibujo de la colección personal de Vila Casas, y también han ganado protagonismo mujeres artistas como Maria Girona, Magda Bolumar y Maria Chordà.

Puigdollers también ha tenido el acierto de que las obras de artistas hoy poco conocidos, como Josep Cisquella y Josep Roca-Sastre, y las de artistas muy populares, como Jaume Plensa, se retroalimenten vistas en un mismo espacio. Además, el arte de Subirachs vuelve a su Poblenou natal, porque Puigdollers quiere saltarse los límites disciplinarios de los tres grandes museos de la fundación y quiere dialogar la pintura, la escultura y la fotografía, hasta ahora expuestas en Can Framis, Can Mario y el Palau Solterra, respectivamente. La obra de Subirachs que se muestra en Can Framis es Dafne, dentro de una reflexión sobre la masculinidad, las nuevas masculinidades y la violencia sobre las mujeres. Esta actualidad también se puede encontrar en el dibujo de Nazario Alegoría del sida, un trabajo que refleja muy bien la vertiente artística y la sanitaria de la fundación. Y en ese mismo espacio hay Depósito de sangre, de Frederic Amat, dedicado a los amigos que perdió por la pandemia del VIH. Es un acierto incluir obras de Amat, a menudo caro de ver en las colecciones públicas.

Después del espacio monográfico de Vila Casas, la colección se despliega en las tres grandes naves del museo. La primera puerta por título La materia como vehículo, y se pueden ver pinturas y esculturas de artistas de diferentes generaciones, entre los que se encuentran Amèlia Riera, Miquel Vilà, Antoni Llena, Pep Duran, Susanna Inglada, Carme Sanglas, Santi Moix y Perejaume. Todas estas obras evocan "la materia como un alter ego que permite hablar de cuestiones profundas", como dice Puigdollers, de una "dimensión humana" que se proyecta en el entorno. "Esto nos permite hablar de algunos temas que quizás la fundación no había tenido en cuenta hasta ahora, como la sostenibilidad y la tecnología", añade.

El recorrido continúa con La realidad transgredida y termina con El gesto de existir. Puigdollers ha expuesto una retahíla de trabajos que representan el afán de los artistas por ir más allá del cuerpo y llegar a la espiritualidad y la muerte, entre ellos un pequeño espacio de meditación protagonizado por una pintura de Alfons Borrell. "Todas las acciones que hemos hecho en vida, ¿cómo tienen trascendencia? ¿Cómo los gestos que aparentemente acaban en nosotros pueden mejorar la vida de las personas que vienen delante?", plantea Puigdollers.

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