Arte

Manuel Borja-Villel: "Los museos occidentales no se sostienen"

Su etapa como asesor museístico de la Generalitat terminará en diciembre

Manuel Borja-Villel en el Palau Moja
17/11/2025
7 min

BarcelonaNo deja de ser curioso ver a Manuel Borja-Villel (Burriana, 1957) dentro del Palau Moja, la sede de la dirección general del Patrimonio Cultural, donde trabaja desde hace unos dos años. Se trata de uno de los profesionales que en los últimos años ha empleado más esfuerzos para que los museos representen a aquellos que no tienen voz, a los que se les negó la historia, y que ahora se mueve por la residencia de un aristócrata que trató con esclavos. Pero Borja tiene previsto marcharse pronto: terminará en diciembre su etapa como asesor museístico de la Generalitat, dos meses antes de agotar el contrato, con un informe sobre cómo replantear la idea de museo que entregará al patronato del Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC). Todas las reflexiones y debates de este informe son fruto del trabajo que Borja ha realizado en los últimos dos años con decenas de agentes culturales y colectivos, entre ellos IDRA, Transductores y Entrar Afuera, y de una gran exposición que tuvo su sede principal en el Palau Victoria Eugenia.

Borja se fraguó en la Fundació Antoni Tàpies y en el Macba, ya lo largo de quince años convirtió a un letárgico Reina Sofía en uno de los museos más innovadores del mundo. Toda esta audacia no pasó desapercibida al entonces concejal de Cultura, Jordi Martí, quien, junto con el presidente Pere Aragonès, le ofreció un cargo de nueva creación para otro trabajo de mucha envergadura: hacer de asesor y acompañar el proyecto de ampliación del MNAC, además de aportar una mirada externa a todo el mundo.

Pero el anuncio levantó polvareda: el director del MNAC, Pepe Serra, no quiso colaborar en el proyecto para el que Borja-Villel fue nombrado, con el cargo de director del programa temporal del departamento de Cultura para asesorar en el campo patrimonial. "Cuando llegué en septiembre, Pepe Serra claramente no quería estar en el proyecto, así que lo que yo hice fue un proyecto para replantear la idea de museo", afirma Manuel Borja-Villel. "Mi relación con el MNAC es igual que antes, ni buena ni mala", explica. Sea como fuere, se va satisfecho: "Todo lo que tenía en la cabeza, lo he podido hacer". Sólo le han quedado pendientes algunas publicaciones. En cuanto a los museos del país, una idea bastante extendida fue que se les habría tenido que priorizar económicamente en vez de ficharle, así que su relación con los equipamientos fue igualmente "polarizada". "Obviamente, hacen falta recursos, eso queda claro –dice Borja-Villel–. Lo que a veces me sorprende es que hablas con directores de museos y parece que estés hablando con directores de recursos humanos. La falta de recursos y de gente no puede ser una excusa para no replantear lo que estás haciendo, para no replantear los paradigmas, ya que acaba de replantearte los paradigmas, ya que acaba de replantearte los paradigmas, ya que acaba de replantearte los paradigmas. ligado hoy en día a la ultraderecha. La queja no puede ser un objetivo, es un medio.

Entre los equipamientos con los que tuvo una relación más provechosa se encuentran el Museo de Arte Medieval de Vic (MEV), el Museo de Arte de Cerdanyola –dirigido por Txema Romero, ahora al frente de los Museos de Sitges–, y el Arts Santa Mònica –liderado por Enric Pu. "El MEV ha sido fundamental, ha desarrollado una exposición titulada Instrumentos del alma, que recoge algunas ideas del proyecto", explica Borja-Villel.

Guerras culturales de Madrid en Barcelona

Con el precedente de la polémica del nombramiento, la recepción que tuvo la exposición titulada Fabular paisajes, con diferentes líneas descolonials, feministas y ecologistas, también fue polarizada. En algunos momentos, las críticas recordaron la guerra cultural que despertó en Madrid su refundación de la colección permanente del Reina Sofía. "El balance que hago de la exposición es positivo, ha habido debate, todo el mundo se ha posicionado. Pero una parte de este debate ha sido mucho ad hominem, a mi persona, no a sí, por ejemplo, la propuesta historiográfica puede ser equivocada", afirma. "Esto es algo habitual en estas guerras –añade–, y este debate personalista ha hecho que desde un sector no se haya debatido qué museos queremos, si los museos se aguantan, si son sostenibles, si se deben hacer ampliaciones indefinida. Y no me refiero al MNAC, sino en general". "El ruido no borrará el hecho de que existe un debate latente porque, en general, los museos occidentales no se aguantan, en general. El robo del Louvre es una falla en muchas cosas, pero también es un síntoma de que algo no acaba de funcionar", remacha. Y, por otra parte, responde a la crítica que le hizo el artista Francesc Torres en un artículo publicado en el ARA porque cuestiona la idea de museo. "Que el museo es como la rueda, que ya está todo inventado, y que lo único que hay que hacer es arreglarlo un poco, o modernizarlo, ¡parece que no se haya dado cuenta de lo que ha pasado en el mundo desde la Revolución Francesa, o desde la revolución de Haití de 1804!". "Lo que ha pasado es que las posiciones se han definido bastante, eso creo que está bien", subraya.

Hacer crecer los museos cuando se habla de decrecimiento

Más allá del MNAC, en Barcelona se han iniciado las obras de ampliación del Macba. En el Estado está previsto que la ampliación del Museo de Bellas Artes de Bilbao acabe el próximo año. Y a nivel internacional, en febrero, el Museo Británico anunció su proyecto de ampliación. "No digo que las ampliaciones del Macba y el MNAC sean justas o injustas –o la de Bilbao–, pero es curioso que se produzca ese patrón recurrente en una sociedad donde claramente la idea de crecimiento indefinido del siglo XIX ha terminado, al menos por una buena temporada", advierte. "Después de la pandemia, todos decíamos que teníamos que entrar en otro tipo de economía, menos orientada a esta forma de crecimiento, más de repensar el museo de arte contemporáneo. Entonces, ¿no deberíamos detenernos y pensar si esta ampliación es realmente necesaria?". Así, ignorar esta situación significa dejarse llevar por glorias pasadas. "Es una especie de crecimiento anacrónico, en los términos de los años ochenta, cuando todo crecía, cuando había dinero privado. Con un poco de suerte, habrá el dinero que habrá, si no hay recortes. Imagínate un museo al que dedicas a la actividad, como ocurre en Barcelona, ​​un 10% o un 15%. Si lo a0. pagará? Se debería tener ese debate", advierte.

Hacia un museo polifónico

Un argumento común de quien se resiste a que se remuevan los cimientos de los museos con temas relacionados con el colonialismo y el medio ambiente es que no es ninguna novedad y que se encuentra en museos de todas partes. "El discurso descolonial general acaba siendo muy hegemónico", advierte Borja-Villel. Mientras este discurso es objeto de críticas, él planteó otras ideas para representar a los sujetos históricamente invisibilizados y darles un lugar en la historia y en los museos: "¿Quién llama? ¿Quién decide? ¿Quién habla? ¿Dónde están los que no tienen voz, los que no tienen historias?", se pregunta Borja-Villel, que tiene por delante un proyecto internacional. Y, de nuevo, reanudó la idea de "museo situado" para recordar la historia silenciada de las barracas que había en Montjuïc. Asimismo, el comisario está interesado en su trabajo en colectivo. Así, de la colaboración de Helios F. Garcés, Miguel Ángel Vargas y Lola Lasurt salió un cuadro de Lasurt sobre Nonell sin sus características mujeres gitanas. "Con Lasurt trabajaron esta obra con esta ausencia, porque no puedes hablar por las gitanas, y con Garcés y Vargas trabajaron en una pizarra en la que acabaron cuestionando la Constitución. Este tipo de debates, esa idea de un museo que no sea lineal, en el que hay un tiempo en el que puedas estar hablando de Eusebio Güell y tengas que hablar," Borja-Villel. Otro caso que fue incómodo fue el cuestionamiento de los arquitectos del GATCPAC porque utilizaron maderas de una compañía colonial africana. "¿Eran de izquierdas? Seguramente sí. ¿Eran de vanguardia? Totalmente seguro. ¿Eran progresistas para la época? Sí. Pero, ¿progresistas para quién? Esto, además, es un elemento para replantear las vanguardias, no desde un punto de vista reaccionario, sino pensando cómo las vanguardias son cómplices de lo que hacen",

¿Cuánta energía gasta una exposición

Los detractores de Fabular paisajes se cuestionaron las medidas de conservación, concretamente la temperatura del espacio y también el gasto energético del aire acondicionado. En este sentido, Borja asegura estar "pactado" con el MNAC sustituir, si lo encontraban conveniente, unos dibujos de Feliu Elias, por facsímiles. "De las piezas importantes, el Museo de Arte Medieval de Vic, el Museo Reina Sofía y el Museo del Prado no se llevaron nada", explica. "El gasto del aire acondicionado era un gasto tradicional. Lo que quería era plantear un debate sobre si los museos son sostenibles. Si las obras deben estar a 21 °C o 22 °C, la respuesta es que no". Por eso, remite a los responsables del Prado y el Museo Británico –ambos, como el MNAC, miembros del grupo Bizot de directores de museos– que han manifestado que las obras pueden estar hasta 25 °C.

Una visión feminista del patrimonio

Otro puntal de la refundación de los museos que plantea Borja es la de la gestión del patrimonio, tal y como se pudo ver en Fabular paisajes: en vez de colecciones decimonónicas, monumentales y fijas, plantea unas colecciones permanentes más fluidas, que tengan partes temporales. Por eso, recuerda la etimología de la palabra patrimonio, y propone cambiar su idea desde un punto de vista feminista. En vez de patrimonio, matrimonio. Por eso, habría que hablar "de vida, de cuidados", dentro de los permanentes. "Deberemos introducir otras cosas que planteábamos en Fabular paisajes como la oralidad, que estaba representada por la Asociación Veus Gitanes de Sant Adrià de Besòs", dice Borja. Esto implica otra manera de entender las colecciones: "Lo único que quería era plantear que este debate se produzca sin rasgarnos las vestiduras, sin pensar que estamos destruyendo nada. Y creo que es importante, porque las tres cosas van ligadas: sostenibilidad, patrimonio y gobernanza. Porque en esta vorágine de ampliaciones, obras y dinero, la gobernabilidad deberá medirse de otra manera".

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