"Muchas de las obras que están aquí se desharán, las quemaré, las regalaré, las retocaré o las tiraré"
El artista de Vilanova Pep Duran Esteva despliega una gran instalación en las salas del Museo Can Framis, de la Fundación Vila Casas
BarcelonaEl artista y escenógrafo Pep Duran Esteva (Vilanova y la Geltrú, 1955) es conocido por obras como el monumental Retablo laico que el Macba le produjo en el 2011, ahora expuesto de forma permanente en el vestíbulo de la Biblioteca y Hemeroteca de Comunicación de la UAB, y también por haber realizado la escenografía de numerosos espectáculos del Teatre Lliure, el Romea y el TNC. Como artista, narra historias sin palabras: con objetos cotidianos impregnados de memoria, como zapatos y sombreros, fragmentos de muebles, fotografías, manos de maniquíes, piedras limadas por el mar, rótulos metálicos. Todos ellos adquieren nuevos significados cuando los saca de una prenda para ponerlos en otra. "Muchas de las obras que están aquí se desharán, las quemaré, las regalaré, las retocaré o las tiraré. No puedo acumular tantas obras, tengo que descontaminarme de mí mismo", afirma Pep Duran Esteva con motivo de la exposición Papeles de sombra, que le dedica el Museo Can Framis, de la Fundación Vila Casas, hasta el 26 de mayo. "Los zapatos representan la huella, el camino, la vida", subraya el artista.
La exposición es una de metas de su trayectoria, fruto de un gran esfuerzo por desplegar todo su universo dentro de la sala, y no dejó entrar a nadie de su círculo más cercano. "No es una exposición como las que estamos acostumbrados en este espacio, sino que es una gran instalación que dentro tiene otras piezas que tienen una entidad propia. Combinadas unas con otras, estas piezas ofrecen un nuevo relato obra de Pep y también plantean una reflexión sobre la creación artística", afirma el director artístico de la Fundación Vila Casas, Bernat Puigdollers. "Encontramos una nueva cara y también el propio Duran de siempre. Es una exposición que tiene la vertiente pictórica y la escenográfica, y también bebe de las fuentes del cine, el teatro y la literatura", añade Puigdollers. "La exposición es como un macrocollage", advierte el artista, que también explica que trabaja los collages como una "partitura escénica".
Dar una nueva vida a unos viejos decorados de papel
El origen de la muestra se remonta al hallazgo de "unos antiguos papeles apilados que estaban pudriéndose" y que ahora salen a escena después de que Duran les haya trabajado recortándolos, pintándolos o pegando otros papeles . Se trata de unos antiguos decorados de papel que Duran y su pareja, la figurinista Nina Pawlowsky, encontraron en 1979 en el Centro Católico de Gràcia mientras pintaban la escenografía del montaje de La Bella Helena, dirigido por Fabià Puigserver en el Teatre Lliure. En cuanto al relato del todo el recorrido, es el público quien debe plantearse, entre los paisajes y los personajes misteriosos que aparecen en las obras. "Hay tragedia y comedia", advierte Duran. "Son escenas soñadas, escenografías mudas...", dice.
La primera de las obras expuestas es Telones de paisajes desolados y escenarios de los escombros, un conjunto de cajas llenas de collages y objetos como piedras, unas flores metálicas y una retahíla de martillos, algunas de las cuales son ideas para la escenografía de una ópera en el Teatro Real de Madrid que quedó en el cajón, de la que Duran no revela el título .
Duran define la exposición como "una obra de teatro sin texto" y recoge la idea de Eugène Ionesco de que los decorados deben hablar por sí mismos. Por un lado, ha creado unos pequeños mundos en cada uno de los compartimentos de la sala. Y por otro, todo el espacio está recorrido por Desiertos, una secuencia de 37 fotocollages que toman el título de una obra del compositor Edgar Varèse de 1954. Y como gran final, existe una instalación hecha con unos antiguos decorados de El Molino que encontró abandonados en la calle a otro artista, Benet Rossell. Más adelante, su viuda, Cristina Giorgi, les dio a Duran, con el permiso que los utilizara de la forma que quisiera. Así, en ese gran final de la exposición, el espectador se convierte en un actor de su obra.