Arte

Pablo Picasso: un artista desplazado, homoerótico y camaleónico

La exposición 'Picasso 1906. La gran transformación', en el Reina Sofía, recupera la primera aportación del malagueño al arte moderno

MadridLa figura de Pablo Picasso suele ir acompañada de adjetivos fuertes, casi arrolladores. Él mismo se identificó con el personaje monstruoso y al mismo tiempo melancólico del Minotauro, y las historias de su atribulada vida sentimental han acrecentado el personaje. Picasso es el artista considerado un ególatra, un machista y un maltratador, y ahora, en cambio, el Museo Reina Sofía se adentra en una cara más vulnerable de su biografía, como "migrante" en el París de principios del siglo XX en la exposición extraordinaria Picasso 1906. La gran transformación, como dice el comisario Eugenio Carmona, catedrático de historia del arte de la Universidad de Málaga.

Así que la definición de la modernidad de Picasso estará basada en la "alteridad" y la "transculturalidad". "Él se lo planteó porque vivía en París, como decía su pareja de ese momento, Fernande Olivier, como alguien descentrado. Picasso era alguien que se vio en la obligación de sumar culturas porque era un migrante, algo que no ocurrió ni en Derain, ni en Matisse ni en Vlaminck.Picasso, que en su casa mantenía las costumbres de su lugar de origen, se catalaniza por completo cuando se traslada a Barcelona y es un artista catalán. Y cuando llega a París se relaciona con el círculo de los artistas catalanes. Y tuvo que aclimatarse en París como capital del regreso al orden y de las vanguardias", explica Carmona.

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También llama la atención la fluidez de género de algunos de los nudos expuestos. Y el comisario pone de relieve "el homoerotismo decisivo" que hay en algunas obras de este año esencial en la obra del malagueño, y la presencia en su vida que tuvieron artistas y homosexuales en un momento en que entorno les era hostil, como los escritores Gertrude Stein, Guillaume Apollinaire y Max Jacob. Asimismo, Picasso tuvo presentes fotografías homoeróticas y revistas gays pioneras. "Tenemos la apertura de Picasso a un espectro de la captación de la sensibilidad erótica que es casi un inesperado erotismo, hasta que desaparece en otros momentos –afirma Carmona–. Hay que ser muy fuerte para soportar la lucha contra la homofobia y la misoginia en los textos, los relatores y la historiografía sobre Picasso. Si te colocas en otra posición, parece que quieres adherirte a una moda, y no es eso, se habla de ella desde los años 90". Una de estas obras homoeróticas es Dos adolescentes: "Debemos dejar la puerta abierta para que el espectador piense si el posible homoerotismo se lo depositó Picasso o nuestra mirada actual". Una de las razones por las cuales todo esto ha quedado en un plan muy secundario es, según Carmona, el peso "exagerado" que se ha dado en Las señoritas de Aviñón.

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Asimismo, Carmona cree que las dos percepciones del artista malagueño no son incompatibles: "La visión de Picasso como un misógino y un maltratador debería recontextualizarse mejor. Aunque tuvo relación con el pensamiento anarquista, Picasso no logró superar los cimientos de la sociedad heteropatriarcal", dice Carmona. "Picasso tuvo una vida muy larga, y vivió varias vidas en una. Y fue diferente en momentos diferentes. Fue teniendo fases. En 1906 estaba muy imbuido del amor libre, pero al mismo tiempo le era difícil llevar esta idea hasta las últimas consecuencias, porque le habían educado en una sociedad heteropatriarcal", añade.

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Picasso 1906. La gran transformación, que estará en cartel hasta el 4 de marzo, es una exposición muy esperada. Se anunció cuando Manuel Borja-Villel era el director del Museo Reina Sofía y quedó aplazada en distintas ocasiones. Ahora es la última gran exposición del programa de conmemoraciones de la Celebración Picasso 1973-2023. La muestra prometía una nueva aproximación a la estancia que Picasso y su pareja, Fernande Olivier, realizaron en Gósol entre mayo y agosto de 1906, considerada como un punto de inflexión en el camino hacia Las señoritas de Aviñón, de la que apenas han quedado obras en el estado. Pero Carmona va más allá y plantea todo el año 1906 como un período con identidad propia en la trayectoria del malagueño, en el que los escenarios son Gósol y las estancias anteriores y posteriores en París. "Este año es un proceso completo", dice Carmona.

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La exposición, que cuenta con la colaboración especial del Museo Picasso de París, incluye unas 120 obras, entre dibujos, pinturas y grabados de Picasso, y piezas arqueológicas y otros artistas como El Greco, Corot y Cézanne, que formaban parte de su bagaje. Algunos de los préstamos de Picasso que ha logrado el Reina Sofía son extraordinarios, como el retrato legendario de Gertrude Stein, y Desnudo con las manos juntas, una pintura propiedad del MoMA de Nueva York que Carmona considera "otro camino hacia la modernidad que no es el de Las señoritas de Aviñón". Picasso probablemente la empezó en Gósol y la terminó en París.

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Para el comisario, Desnudo con las manos juntas es más ambiciosa, y califica Las señoritas de la calle Avinyó como un "regreso al orden" en el camino de experimentación que había emprendido ese año. Desnudo con las manos juntas también fue propiedad de Gertrude Stein y lo conservó con ella a lo largo de toda su vida. "La relación con Gertrude Stein fue decisiva para Picasso; sin ella no habría sido quien fue", dice Carmona. Otras dos obras icónicas son El harén, propiedad del Museo de Arte de Cleveland, y Desnudo de medio cuerpo con jarra, proveniente de la colección de Alicia Koplowitz.

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El recorrido está dividido en ocho salas, cuyas primeras están dedicadas al cuerpo y al desnudo. Entre 1890 y 1906 había hecho 580 nudos, y sólo en 1906 cumplió 450, entre nudos masculinos y femeninos en diferentes soportes. La tercera, titulada Pulsión escópica, está dedicada a cómo Picasso subvirtió las relaciones entre la alta y la baja cultura con unas mujeres corrientes que evocan figuras mitológicas. La cuarta es la dedicada a la estancia de Picasso en Gósol, y Carmona la ha titulado Mitología vernacular. En este ámbito destaca cómo experimentó con las "formas antropométricas", como el retrato de Josep Fontdevila, el hostalero de Cal Tampanada. Sin embargo, Carmona apunta que el impacto que le produjo el Románico, representado en la muestra por la Virgen de Gósol, conservada en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), se manifestó a posteriori, cuando Picasso ya había vuelto a París. A continuación, Fernande tiene una sala propia para analizar cómo el artista malagueño utilizó su representación como "un significante a la espera de significado". "Siempre parte de algo que podría ser la fisonomía de Fernande por llegar una conclusión de tipo plástico o iconográfico", dice Carmona.

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La primera de las tres últimas salas es Fisonomías, Y a continuación se pueden ver en el mismo ámbito (Transformaciones) Desnudo con las manos juntas y Retrato de Gertrude Stein. De este retrato, cabe observar cómo Picasso repitió su rostro, en un acto de profunda identificación, en un autorretrato y en un retrato de Josep Fontdevila. Por último, Pervivencias refleja cómo Picasso reanudó temas de ese momento, como las mujeres peinándose, décadas después. "Picasso nunca hay un momento de rotura o abandono claro, sino que hay permanencia y cambio. Descubrir el Picasso de 1906 estaba esperando nuestra época", concluye Carmona.