El Molino

El Ayuntamiento de Barcelona compra el histórico El Molino

El espacio reabrió en 2010 pero la sociedad que lo gestiona no puede asumir las deudas

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Fachada del café-concierto El Molino, situado al Paralelo de Barcelona

El Molino, inaugurado a finales del siglo XIX y uno de los espacios con más historia de la Avinguda del Paral·lel, será municipal. El Ayuntamiento de Barcelona ha anunciado que ha comprado el espacio por 6,2 millones de euros. El antiguo music hall reabrió en el Paral·lel en 2010 pero presentó concurso de acreedores en 2013 y volvió a cerrar hace dos años. La sociedad que hasta ahora gestionaba el espacio, Ociopuro SL, hizo una importante inversión para poder reabrir después de que la sala estuviera cerrada durante trece años, pero no ha podido asumir la deuda, que roza los 15 millones de euros.

Según el consistorio, el nuevo Molino, como la Casa de la Música de Barcelona, será de titularidad pública pero tendrá una gestión público-privada. En los próximos meses se hará un concurso público para escoger la dirección y la intención, según la alcaldesa Ada Colau, es reabrirlo el próximo año. "Teníamos que salvar El Molino para evitar que pasara lo que ha pasado con otras equipaciones y que cayera en manos de fondo buitre o de intereses privados que desvirtuaran este espacio", ha dicho Colau. En esta nueva etapa, según el Ayuntamiento de Barcelona, la equipación compaginará las artes escénicas más populares y transgresoras con nuevos elementos de la cultura contemporánea, como la hibridación cultural, la experimentación, la cultura audiovisual y el teatro de pequeño formato. "Requiere poca inversión porque Elvira González- su propietaria hasta ahora- ha hecho un gran trabajo de reforma", ha asegurado Colau.

El Molino nació con el nombre de La Pajarera Catalana, y después de una reforma en 1910 se rebautizó como Petit Moulin Rouge y se le añadieron las emblemáticas aspas de molino. La dictadura no veía con buenos ojos ni el nombre en francés ni la palabra rouge por sus posibles connotaciones políticas y decidió su nombre actual: El Molino, que siguió ofreciendo espectáculos, diversión y copas hasta 1997. Es uno de los espacios más simbólicos del Paral·lel, que a principios del siglo XX fue un fenómeno cultural y social único en Europa, porque supo entender qué querían las clases populares y se lo ofreció. A lo largo del primer decenio del siglo XX, en Barcelona el negocio del espectáculo ocupaba a entre tres y cuatro mil personas.

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