Valencia"Nunca desde el siglo XV habíamos vivido un momento tan esponeroso y de tanta modernidad literaria como ahora". Así resume Adolf Piquer, profesor de filología catalana en la Universidad Jaume I de Castellón de la Plana (UJI), el boom que ha impulsado la publicación de novelas en catalán en la Comunidad Valenciana en las últimas décadas. Ciertamente, autores de éxito no faltan: Joan Francesc Mira, Fernando Torrent, Martí Domínguez, Anna Moner, Raquel Ricart, Manuel Baixauli, Juan Benesiu, Javier Aliaga, Francesc Bodí, Vicent Usó... "Es una lista tan larga que no nos la acabaríamos", alerta la barcelonesa pero residente en la Comunidad Valenciana desde hace años Núria Cadenes, que, como la menorquina Esperança Camps, podemos incluir en el inventario de un grupo de narradores que hace tiempo leccionan premios y reconocimientos.
Para Piquer, uno de los investigadores más destacados de la novelística valenciana, el adjetivo que mejor define el período actual es "madurez". "Vivimos un momento prolífico gracias a una gran coralidad de voces ya la diversidad de fórmulas y propuestas", añade el profesor. "Hemos pasado de la carencia que denunciaba a Joan Fuster en 1972 a la potencia", enfatiza Cadenes. "Nunca en la historia hemos tenido tantos novelistas y tan buenos", concluye Jesús Figuerola, editor y presidente de la Fundación por el Libro y la Lectura (FULL).
El último ejemplo del "momento dulce", en palabras de Anna Moner, que protagoniza la novelística valenciana es el éxito de la ya famosa Noruega, de Rafa Lahuerta (Drassana), de la que en su primer año se han vendido 13.000 ejemplares, el 25% de ellos en Catalunya y el resto en la Comunidad Valenciana, según datos de la editorial. Una "barbaridad", destaca Vicent Usó, quien subraya que sólo alcanzar los 1.000 ejemplares "ya indica que una novela ha funcionado bien", y que abarcar los 2.000 es sinónimo de "éxito".
Sea como fuere, los 13.000 ejemplares de Noruega le acercan a referentes de la narrativa valenciana como Crimen de Germania (1980), de Josep Lozano, que sólo desde 2004 hasta la actualidad acumula 10.000 ejemplares para Edicions Bromera. Más arriba encontramos clásicos como Julia (1983) de Isabel Clara-Simó con 35.000 o Gracias por la propina (1994) de Ferran Torrent con 65.000, de nuevo sólo en Edicions Bromera, ya que también ha sido distribuida por Columna, el catálogo donde se encuentran las otras obras de Torrent que han alcanzado el Olimpo de las grandes ventas, como No cabree al comisario (1984)o Sociedad limitada (2002). En otra liga encontraríamos los clásicos de la novela juvenil e infantil incluidos en el catálogo de lecturas prescritas por los centros escolares como los 110.000 de Muere una vida se rompe un amor (1981) de Joan Pla.
Entre las razones de este éxito, Jesús Figuerola señala la ley de uso y enseñanza aprobada en 1983, que ha permitido que el País Valenciano disfrute de la primera generación alfabetizada en catalán. Un público lector que, según el presidente de FULL, ha hecho que en estos momentos haya cerca de una veintena de editoriales que publican en valenciano. Sin embargo, todo no son flores y violas: la lista de autores que pueden dedicarse exclusivamente a escribir se circunscribe básicamente a Ferran Torrent ya los creadores de literatura juvenil e infantil.
Si nos fijamos en su contenido, en la novelística valenciana contemporánea destacan dos tendencias, según el profesor Piquer. La primera nace muy arraigada en el territorio e incluye elementos de melancolía. Algunos de los ejemplos más exitosos de esta corriente son Qué lenta agonía, la de los almendros perdidos de Toni Cucarella (3i4) y La siega de Martí Domínguez (Proa). La segunda, más cosmopolita, viaja más allá de la Comunidad Valenciana con obras como El regreso del húngaro de Moner (Bromera), Habanera de Francesc Bodí (Bromera) o Luego vienen los años de María Folch (Drassana).
Para Núria Cadenes la literatura escrita en catalán en la Comunidad Valenciana ha completado su proceso de recuperación. Se trata de un recorrido que, según la autora de Guillermo (Amsterdam), premio Letra de Oro 2021, se inicia con la producción de poesía, se continúa con la de novela y se completa con la de ensayo, "género donde la Comunidad Valenciana es ahora un referente". Con su habitual optimismo, Cadenes reclama "dejar ya de asociar la literatura catalana a precariedad y lástima" y sustituir esa mirada por la que "realmente le corresponde cómo es la calidad y, también, las buenas ventas". En este sentido, enaltece la profundidad de obras como Borja Papa de Joan Francesc Mira (Proa), a la que no duda en calificar de una de las "cumbres de la literatura europea".
La contundencia del fenómeno Noruega ha sido tan arrolladora que, incluso, ha provocado algunas reticencias, especialmente por el favorable tratamiento mediático que ha recibido. Entre ellas encontramos las del escritor y periodista Xavier Aliaga, quien tras subrayar que la obra es "fantástica", destaca que la novela tiene "un sesgo ideológico" que ha favorecido su difusión por algunos medios de comunicación cómo son su apuesta por el "particularismo lingüístico" y su "crítica al fusterianismo".
El también miembro del Consejo Valenciano de Cultura, que este 2021 ha publicado Ya estamos muertos, amor; novela incluida en la elección del ARA como uno de los mejores libros del año, también se queja del olvido de otras obras. "Parecería que los valencianos antes de Noruega nunca hemos tenido un bestseller", una reflexión que comparte, incluso, el autor de la novela, Rafa Lahuerta, que con una remarcable modestia se pregunta si "entre todos no le estamos dando demasiado eco". "El éxito del libro es fruto una confluencia de factores. Uno es la pandemia, que ayudó porque nos dio más tiempo para leer. Luego, la novela cayó en manos de varios lectores influyentes que le dieron mucha visibilidad y que la convirtieron en cierta moda. Y, por último, está el papel jugado por los medios de comunicación. Quizás en condiciones normales habría pasado desapercibido", apunta.
Rafa Lahuerta, autor de 'Noruega'EFENúria Cadenes, autora de 'Guillem'Daniel Garcia-Sala
Más allá del debate sobre la dimensión literaria de la obra, Lahuerta, un autor debutante en la novelística en catalán que hasta ahora sólo había publicado La balada del bar Torino además de otros libros colectivos también de temática futbolística, destaca que la principal aportación de Noruega es contribuir a que la literatura en valenciano "deje de tener complejos". En este sentido, llama a aprovechar que ahora existe un segmento de la población acostumbrado a leer en catalán e, incluso, "vocacionalmente lector en valenciano". En la misma línea que Aliaga y Lahuerta, Anna Moner destaca que el fenómeno Noruega evidencia que una "buena promoción hace milagros" y que con una "cobertura mediática adecuada la literatura valenciana ocuparía otro sitio". Vicent Usó remarca que el libro de Lahuerta "ha roto la tradicional burbuja de la literatura en valenciano y ha llegado a ciudadanos que habitualmente leen en castellano; es necesario aprovecharlo", enfatiza.
La semilla de los Premios Octubre
Algunos de los frutos que hoy recoge la novelística valenciana se sembraron hace justo 50 años cuando en 1972 el ensayista Joan Fuster publicó en la revista Sierra de Oro el artículo "Una carencia singular". En el texto, el intelectual de Sueca advertía que la Comunidad Valenciana sufría un déficit literario por la falta de novelas en catalán y que esta situación suponía un lastre para el proceso de recuperación nacional y cultural. Carpintero proponía incluso temáticas sobre las que escribir. Aquel grito de alerta obtuvo respuesta tan sólo un año después con el nacimiento del premio Andròmina de Narrativa. "Había que impulsar la novelística después de una primera mitad del siglo XX en la que en el País Valenciano había mucha poesía y poca narrativa", recuerda el impulsor del galardón, el editor Eliseu Climent. De hecho, y por recomendación de Fuster, el premio se circunscribió a autores valencianos hasta 1979. "Aquella decisión fue importante porque permitía dar un impulso a unos escritores que, años después, deberían marcar el camino", destaca Clemente. De esa iniciativa nacieron las que, según Xavier Aliaga, son las tres novelas fundacionales de la narrativa valenciana contemporánea: Fallas locas hechas fuego de Amadeu Fabregat (1973), Los gusanos de seda de Joan Francesc Mira (1974) y Materia de Bretaña de Carmelina Sánchez-Cutillas (1975).
Afortunadamente, cinco décadas después, la "carencia" denunciada por Fuster ya ha sido resuelta y la novelística valenciana protagoniza una fecunda primavera que año tras año produce nuevos autores. Entre ellos se encuentran nombres como Joanjo Garcia, Aina Fullana, Paco Esteve o Carlos Fenollosa. Voces emergentes que se suman a las ya consolidadas ya clásicos todavía en activo como Mira o Torrent. "Vivimos un momento de plenitud, pero no de ahora, sino desde hace muchos tiempos", defiende Anna Moner, quien reclama más apoyo. "La calidad está ahí. Para llegar al público sólo tenemos que conseguir la visibilidad que nos merecemos", dice la escritora de Vila-real.
10 novelas imprescindibles
50 años son suficientes para producir un puñado de obras de aquellas que llaman imprescindibles. Por eso hemos pedido a los escritores Vicent Usó, Anna Moner y Xavier Aliaga y al académico Adolf Piquer que nos ayuden a elaborar un breve listado para principiantes. Entre las clásicas destacan Materia de Bretaña de Carmelina Sánchez-Cutillas (3y4). Se trata de una de las primeras novelas escritas por una mujer en la narrativa contemporánea en el País Valenciano que combina las memorias infantiles de la autora en el municipio de Altea con una cuidada prosa. Junto a ella encontramos Crimen de Germania de Josep Lozano (Bromera), reconocida por su ambientación histórica en la Valencia del siglo XVI y por su diversidad de voces y fórmulas narrativas. Otra novela muy aplaudida es Los trabajos perdidos de Joan Francesc Mira (Proa), que sobresale por su retrato de la ciudad de Valencia y por su trabajo intertextual, combinando clásicos autóctonos con referentes de la prosa universal como James Joyce, entre otros. Una obra imprescindible es Gracias por la propina de Ferran Torrent (Columna), famosa por su capacidad de seducir a varios tipos de lectores, por su mensaje vitalista y por el retrato de la Valencia de los años 50. Finalmente, encontramos El hombre manuscrito de Manuel Baixauli (Proa), premiada por su reflexión sobre la escritura y por cómo traspasa las fronteras naturales del género.
En cuanto a las novelas actuales, escogidas entre las publicadas durante los últimos tres años, destacan El espíritu del tiempo de Martí Domínguez (Proa) por su reflexión sobre las oscuridades de la naturaleza humana y los límites de la ciencia con el trasfondo de Alemania nazi. Otro reciente éxito ha sido Guillem de Núria Cadenes (Amsterdam), que recrea la investigación policial y el juicio por el asesinato del joven independentista y antifascista valenciano Guillem Agulló. Igualmente reciente es Ya estamos muertos, amor de Xavier Aliaga (Angle), una novela singular en la que a través de la voz de una chica conocemos su vida y la de sus padres, incluyendo su enamoramiento, compromiso y ambiciones profesionales. Seremos Atlántida de Joan Benesiu (Periscopio) nos acerca "la antigua Europa, donde los espacios de memoria resisten por no convertirse en escenarios de la sociedad del espectáculo" a través de tres singulares personajes. Un hombre extravagante, una joven que cuida de una anciana y una elegante dama croata. Por último, Noruega , de Rafa Lahuerta (Drassana), construye una crónica de la Valencia de los 80 acá y todos sus conflictos.