Abusos a menores

De Barcelona a Bolivia: 'la fuga' de los depredadores sexuales de los Jesuitas

Un documental relata cómo la orden religiosa movía a los agresores de centro en centro

Un fragmento del documental La fuga
06/05/2024
3 min

BarcelonaLos Jesuitas sabían desde 1968 que el sacerdote Luis Tó era un depredador sexual. Y lo encubrieron y resguardaron hasta su muerte. Lo enviaron a Bolivia en 1992 después de que fuera condenado por abusos sexuales a una alumna del Colegio Sant Ignasi de Sarrià de Barcelona. Es lo que retrata el documental La fuga, que ha producido el 3Cat, de la mano de la investigación que durante ocho años ha realizado el periodista Guillem Sánchez para El Periódico.

El documental, que puede verse este lunes a las 19.30 h en el cine Phenomena dentro de la programación del festival DocsBarcelona, ​​se estructura a partir de tres historias de tres pederastas jesuitas: Pere Sala, Lluís Tó y Francesc Peris, l único que sigue vivo el día de hoy y que se aloja en una residencia de la compañía fuera de Catalunya. Los dos últimos se marcharon a Bolivia después de que estallaran sus casos en Barcelona. Entonces, Tó y Peris fueron movidos en el Colegio Juan XXIII de Cochabamba, donde terminaron hasta nueve jesuitas acusados ​​de pederastia que, según exalumnos del centro boliviano, causaron cerca de 400 víctimas.

Los directores del filme, Josep Morell, Guillem Sánchez y Marc M. Sarrado, esperan un "efecto dominó" a partir de la emisión televisiva del documental, programada para el 18 de junio en el programa Sin ficción del 3Cat. Un rato bandos del pase de La fuga para la prensa en un aula de la Universidad de Barcelona de los directores, Morell ha explicado que una chica se ha presentado para confesar que había sido víctima de Tó. "En el 2016 estábamos en un punto donde ya no estamos. Los Maristas nos cerraron las puertas en las narices, porque se sintieron atacados. En el 2024 los Jesuitas participan con transparencia, se han cambiado muchas cosas. De cara al pasado, pero , queda mucho por desenterrar", ha dicho Sánchez, que también lideró la investigación deEl Periódico sobre el caso Maristas en 2016.

En el documental, los Jesuitas piden perdón por estos hechos y su máximo responsable en Cataluña, Pau Vidal, reconoce que, consultando los archivos de la compañía, descubrieron que desde 1968 se tenía constancia de que Tó era un agresor. Cuando ese momento se verbalizó, el equipo de La fuga supo que tenían un documento de una fuerza incontestable. "Estaba detrás de la cámara y el plan no se movió de milagro", explica Sarrado. Los jesuitas responsables de la compañía de entonces, "equivocadamente", decidieron "defender" a Tó y "no poner a la víctima en el centro", asume Vidal, que, eso sí, no cree que Bolivia fuera un destino premeditado al que se enviaran los depredadores.

Contra la víctima

Alessandra Martín, exalumna del centro en Sarrià, es quien denunció a Lluís Tó a principios de los noventa. En 1992 le condenaron a dos años de cárcel y cerca de 4.000 días sin poder ejercer. Sin embargo, la orden, después de hacerle una fiesta de despedida, le envió a Bolivia, donde siguió abusando de menores tal y como explican testigos bolivianos en el documental. La familia de Martín pidió al colegio que apartaran al religioso, pero el entonces director del centro, Francesc Xicoy, se negó y dejó a la menor sin escuela. Según se relata en la obra, mientras duró el proceso judicial se persiguió a la denunciante para desacreditarla. La escuela facilitó dibujos de la niña al abogado que defendía Tó y la institución para mirar si podía demostrarse que Alessandra podía inventárselo, e incluso su tutora puso en un informe que era "una niña coquetona". El abogado de la familia, Francesc Jufresa, recibió llamadas del más alto nivel para intentar detener la denuncia: "Contra el padre Tó, no", le dijeron para condicionarle. Después de más de treinta años, Martín ha querido aportar su testimonio porque ya no se siente "sucia" ni le acompaña el sentimiento de "culpa" que arrastró al principio, cuando se atrevió a decírselo a sus padres .

En Bolivia, Tó abusó de las niñas más "vulnerables" de la comunidad local, y cuando un miembro de la orden intentó detenerlo lo acabaron echando a él: le expulsaron de la comunidad por haber intentado romper el silencio. De hecho, Tón les explicaba a sus discípulos que si un agresor sexual tenía un arrepentimiento sincero de sus actos ante Dios, debía perdonar y podía ser una nueva persona sin necesidad de castigo alguno.

En el caso de Francesc Peris, se marchó del colegio de los Jesuitas de la calle Caspe en 1983 en dirección también a Bolivia, en Cochabamba, pero después de que una mujer destapara sus conductas sexuales con las alumnas más jóvenes, regresó en Barcelona, ​​y no se le apartó de la docencia hasta el 2005.

Según David Bassa, jefe del departamento de documentales de 3Cat, La fuga es "la mayor apuesta de esta temporada" de la televisión pública catalana. En la misma línea se ha expresado Anna Petrus, directora artística de DocsBarcelona. "La caja de Pandora es muy profunda", aseguró Petrus, que calificó el documental de "histórico".

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