Cine

Las barracas de la Cañada Real, escenario del mejor 'western' del año

Guillermo Galeo deslumbra con 'Ciudad sin sueño', una ficción filmada en el mayor asentamiento irregular de Europa

27/11/2025

BarcelonaEn 2025 coincidieron dos películas filmadas en las periferias urbanas, en comunidades que existen en los márgenes económicos, morales e incluso estéticos de la sociedad moderna. Por un lado, el documental de José Luis Guerin –y premiado en el Festival de San Sebastián– Historias del buen valle, ambientado en el barrio de Vallbona y, por otro, la ficción Ciudad sin sueño, que el madrileño Guillermo Galoe ha rodado en la Cañada Real, el mayor asentamiento irregular de Europa, donde cientos de familias viven a sólo 15 kilómetros de Madrid en barracas o en casas sin los servicios mínimos –lleva cinco años algunos sectores no tienen suministro eléctrico.

Curiosamente, tanto la ficción de Galoe como el documental de Guerin se empapan de la poética fronteriza del western crepuscular a través de la llegada del progreso a un mundo sin civilizar y el funcionamiento cotidiano a partir de unos códigos personales al margen de la sociedad. "Tengo una visión de la Cañada Real muy fordiana, de John Ford –explica Galoe–. Hay personajes que son como John Wayne de El hombre que mató a Liberty Valance, a medio camino entre el bien y el mal, que tienen una moral propia, leyes propias, mitos propios. Personajes que sostienen el mundo que les rodea, un mundo que tiembla cuando llega un nuevo orden que cuestiona su forma de vivir".

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En Ciudad sin sueño, que llega a los cines este viernes, el protagonista es un niño gitano de 15 años, Toni, que aún no ha perdido del todo la inocencia de la infancia, pero que ya muestra en la mirada un empeño y rebeldía que contrasta con el amor por su perro galgo y la admiración por su abuelo de las personas más ferrilleras. Pero la existencia de Toni se tambalea cuando sus padres aceptan una oferta de servicios sociales para trasladarse a un piso de protección oficial de Madrid; allí hay metro, luz, supermercados, calefacción, peluquerías... "¿Pero también hay campo para hacer carreras de perros galgos?", pregunta un Toni dividido entre el mundo de su infancia que defiende a su abuelo y el futuro que anhelan sus padres.

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Ficción de kilómetro cero

Todos los actores que aparecen en Ciudad sin sueño son vecinos de la Cañada Real que se interpretan a sí mismos. Galoe les reclutó haciendo un "casting salvaje", puerta a puerta. "No quería gente de fuera –asegura–. Todos los ingredientes debían ser del territorio". Para facilitarles las cosas, Galoe ha construido todos los personajes "desde la persona", a través de un "pacto de confianza absoluta" que le ha permitido "conocer a la perfección cada particularidad, cada rasgo, que es precisamente lo que le otorga belleza a una persona". Sin embargo, el director subraya que la película es "una ficción total" que nace del enamoramiento que siente cuando descubre a la Cañada Real ya sus gentes. "Sentí la necesidad de reelaborar ese mundo en la ficción, y encontré la clave para hacerlo en la mirada de los niños que viven, que se explicarían aquello como quien cuenta un cuento".

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Si Ciudad sin sueño es un cuento, pues, es uno de iniciación a la vida adulta, uno coming of age con sus rituales de paso y descubrimientos perturbadores. En este sentido, un momento clave de la historia es cuando Toni atraviesa el umbral del patio de Paqui, la mujer que controla el narcotráfico de la zona, territorio coto a la cámara –y a Toni– que, de repente, revela el lado más sórdido de la Cañada Real. Los estragos de las drogas en los adictos que viven allí son el gran estigma, la herida abierta. "En la Cañada hay muchos trabajadores normales: electricistas, albañiles, chatarreros... Y no les gusta vivir junto a un mercado de la droga, y tampoco que se muestre", explica Galoe. "Pero los que sí trabajan en este mundo, incluso los adictos, que son el último estrato de la sociedad, estaban deseando mostrarse cómo son. Paqui quería ser vista para que todo el mundo supiera cómo es y, como ella dice, para salir de ese infierno". De hecho, el director tuvo que frenar algún adicto que se presentó en el rodaje con el brazo ensangrentado y la jeringa colgando: "Me decía, «quiero que me muestres así», pero no es necesario caer en la imagen morbosa. De hecho, me interesa más ver todo esto a través de la cara de Toni, de lo que siente este niño que está este niño difuminados".

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¿Cómo se ganó Galoe, un extraño de aquel mundo, la "confianza absoluta" de los vecinos y la comunidad? Él dice que, simplemente, con "mucha escucha, mucha observación, mucho amor y mucha compasión, sin prometer cosas que no pensara que podía cumplir, sin condescendencia y con mucho trabajo". De hecho, el director empezó a trabajar en el terreno en 2019, realizando unos talleres de cine. "Yo aprendí cómo se representaban a sí mismos, y ellos empezaron a entender qué era el cine", explica.

Hace unos meses, después del estreno en Cannes en una sección paralela, proyectaron la película en la Cañada Real con una pantalla hinchable. "Cuando se vieron oyeron que ellos también tienen un sitio en las imágenes –recuerda el director–. Que ellos también pueden hacer películas, y que son buenos actores. Y que han hecho una película en la que se sienten dignos y representados. Es su película, y sus imágenes. Y que ellos también tienen derecho a ganar".

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Trailer de 'Ciudad sin sueño'