Pobreza energética

Cañada Real: otro invierno sin luz a 15 km de Madrid

Centenares de niños afrontan la caída de las temperaturas a oscuras y sin calefacción en el asentamiento madrileño

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Una de las viviendas sin luz de La Cañada Real, en Madrid

MADRIDEstamos a mitades de noviembre y, a pesar de que la previsión es de bajada de las temperaturas, el tiempo en Madrid ha dado tregua. Si bien el sol del mediodía desvanece la sensación de estar a las puertas del invierno para la mayoría de los ciudadanos, no pasa lo mismo para algunos de los que viven en la Cañada Real: “Estamos viviendo con miedo. Afrontar un invierno aquí no es seguro y menos si se repite una nevada como la del año pasado”, anticipa Rahma, una vecina del sector V de este asentamiento irregular, considerado el más grande de Europa, y situado a solo 15 km del bello centro de Madrid, la Puerta del Sol y todo el lujo que se concentra en aquella zona. “Si vuelve a pasar, los cuerpos no aguantarán. No lo aguantará nadie”, avisa la vecina.

Ya hace más de un año que la situación "de emergencia humanitaria" –como señaló Naciones Unidas– de los vecinos de los sectores V y VI (dos de los seis sectores que conforman el asentamiento y en donde viven unas 4.500 personas, 1.800 de las cuales menores de 18 años) se ha enquistado. En el sector VI, el más grande de todos, los vecinos continúan viviendo a oscuras. "Objectivamente estamos igual, subjetivamente mucho peor", asegura uno de los miembros de la parroquia que se sitúa en este sector, Javier Rodena, al ARA.

En el sector V, si bien les ha vuelto la luz, la poca potencia que llega impide vivir en condiciones dignas. “Es más o menos estable”, dice Rahma, que rápidamente matiza que es “gracias a la responsabilidad y organización de los vecinos”. A la mayoría de la población del sector V les llega una potencia eléctrica para tener poco más de una bombilla encendida en casa. “Los vecinos no enchufan los electrodomésticos y para cocinar y calentar la casa o el agua utilizan bombonas de gas butano”, explica Rahma. Así es como han conseguido “controlar” la situación. “Con la llegada del frío, la gente ha empezado a enchufar algunas estufas y el sistema no aguanta”, detalla esta vecina. Cuando pasa esto se producen caídas del sistema eléctrico: “Nos quedamos a oscuras durante horas”, dice. Nadie duda que este invierno se volverá a pasar frío.

Estufa de butano en una de las viviendas sin luz de la Cañada Real, en Madrid

Para intentar paliarlo los vecinos de este sector se están autoorganizando para comprar bombonas de gas butano y guardarlas para cuando las temperaturas caigan. Además, en algunos puntos se han instalado placas solares en los techos de las casas, pero es una reserva que “no da para nada”, lamenta Rahma al ARA. Una situación que Rodena también reconoce: "Cada uno se busca la vida". De hecho, el laberinto interminable de cables de la zona convive con leña amontonada y pequeños fuegos encendidos, algunas placas solares encima de los techos, bombonas de gas butano y generadores. "Y cuando no tienes nada de esto, te pones cinco mantas", añade Rodena al ARA.

Menores desamparados

“A la salida de la escuela, los hijos no te preguntan qué les has traído para merendar, sino si habrá luz cuando lleguen a casa”, lamenta Rahma. Tiene claro que junto con las personas mayores son “los más perjudicados”. Desde no poder hacer los deberes por falta de luz, hasta ducharse con agua fría bajo cero, son situaciones que los padres denuncian que se volverán a vivir un invierno más. “El enero pasado, los niños de la Cañada no mandaron una carta a los Reyes de Oriente, sino a Naturgy. Si continúan así [la empresa], este enero iremos por el mismo camino”, lamentan los vecinos en un texto difundido en el marco de una campaña de recogida de firmas para presionar a la compañía energética para que garantice el suministro. Fuentes de la empresa comentan que han instalado "dispositivos para reponer el suministro en menos tiempo" y aseguran que el sistema está tensado por las "conexiones ilegales, que generan un uso intensivo e irregular de su línea eléctrica".

Naturgy asegura que no puede instalar contadores para controlar el consumo porque “no hay cédulas de vivienda”. Pero para poder obtenerla hace falta que la zona sea habitacional, es decir, regularizada, cosa que las administraciones todavía no han hecho. Un pez que se muerde la cola y que condena a la población de la Cañada Real a esta situación.

La salud, en juego

“¿Cómo quieres que no nos pongamos enfermos?”, dice Miríam, una joven que ha crecido en la Cañada y que hace un año se fue con sus tres hijos, pero que mantiene allí a sus padres. Explica que su madre ha empeorado desde que empezó la falta de suministro: “Tiene dolor en los huesos cada día”. Además, detalla que el hecho de utilizar bombonas de gas butano también ha afectado a su respiración, además de la preocupación constante que los ronda por la cabeza por si se quedan abiertas mientras duermen: “Es muy peligroso”.

La problemática además se acentúa en función de la casa. A diferencia del sector VI, donde imperan construcciones de chabolas levantadas con materiales precarios, en el sector V conviven las primeras casas originales construidas en el poblado con otras más precarias donde reside la población migrante, sobre todo marroquí, que se ha instalado aquí en los últimos años. “No tengo luz natural y hay mucha humedad. En invierno es un infierno”, explica Amina, una vecina de 68 años.

Un grupo de vecinos de La Cañada Real, acompañados de activistas protestan por la calle por la carencia de luz

El último Pacto Regional para la Cañada de 2017 incluye una estrategia para realojar a parte de la población, pero hace tiempo que está paralizado, denuncian organizaciones sociales y vecinos. Ahora la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento se han comprometido a realojar durante los dos próximos años a 160 familias del sector VI, a derrocar inmuebles y activar “medidas contra el frío”, detallaba la semana pasada la consejera madrileña de Vivienda, Paloma Martín. Cáritas Madrid también ha pedido al nuevo Defensor del Pueblo, el exministro Ángel Gabilondo, que visite la Cañada Real para conocer la situación de las familias "que necesitan ser escuchadas".

“Aquí no llegan las explicaciones”, critica Rahma. Para Javier nada hace prever un cambio. "Mientras acceder a una vivienda digna [en una ciudad como Madrid] continúe siendo imposible para mucha gente, a la Cañada por desgracia no pararán de llegar familias", lamenta, y añade: "Quien vive aquí es porque no tiene alternativa. Damos por hecho que seguiremos caminando a oscuras en un túnel sin salida".

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