Festival de Venecia

Bradley Cooper conquista Venecia en la piel de Leonard Bernstein

Roman Polanski y Jordi Mollà completan una jornada marcada por las ausencias

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Carey Mullighan y Bradley Cooper en un fotograma de 'Maestro'.

VeneciaLa jornada del sábado de la Mostra de Venecia estuvo marcada por las ausencias. Bradley Cooper, director y protagonista de Maestro –el biopic del músico Leonard Bernstein que ha producido Netflix–, no asistió al festival debido a la huelga que mantienen los sindicatos de guionistas e intérpretes de Hollywood. Roman Polanski, de quien se presentó The Palace fuera de la competición oficial, no acude a festivales internacionales desde su detención en Suiza en 2009, cuando fue requerido por las autoridades estadounidenses en relación al caso de violación de Samantha Gailey en 1977. I, finalmente, el catalán Jordi Mollà, protagonista del filme experimental AGGRO DR1FT, no acudió al encuentro con la prensa, pese a que el director Harmony Korine explicó al ARA que el actor corría por Venecia.

Pese a las ausencias, el nivel cinematográfico de la Mostra recibió un buen impulso gracias a Maestro, la segunda película como director del actor Bradley Cooper, que en 2018 ya estrenó en Venecia su opera prima, Ha nacido una estrella. Ahora, con la aproximación a la figura de Leonard Bernstein –el autor de la música de West Side Story–, Cooper se consolida como un observador agudo de los claroscuros de la naturaleza humana. En este sentido, Maestro, sin caer en el moralismo, presenta a Bernstein como un hombre atrapado en múltiples contradicciones, entre la pasión por la música clásica y el talento por la composición de partituras populares, entre el matrimonio con la actriz Felicia Montealegre (a quien da vida Carey Mulligan) y los asuntos amorosos con hombres, entre la pasión por la divulgación y un notable egocentrismo.

Empleando como hilo argumental la compleja relación de Bernstein con Montealegre, Maestro presenta un arco narrativo de auge, caída y resurrección que remite, sin tapujos, al patrón favorito de Martin Scorsese, que aprueba la labor de Cooper figurando como productor de la película junto a Steven Spielberg. Con estos padrinos de lujo, Cooper convierte Maestro en un apasionante viaje histórico y estético, desde la América de los años 40, recreada en blanco y negro siguiendo el rastro de Orson Welles, hasta unos coloristas años 70, que parecen salidos del Nuevo Hollywood de Scorsese y compañía.

El cineasta Harmony Korine este sábado en el Festival de Venecia.

Cineastas a la deriva

Cuatro años después del Gran Premio del Jurado para El oficial y el espía, Venecia acogió ayer el estreno de The Palace, una comedia de enredos en la que Roman Polanski parodia, con mala baba, las costumbres de un pintoresco grupo de gente adinerada que pasa el Fin de Año en un hotel suizo. Como si fuera una versión de andar por casa de la serie White Lotus, The Palace ofrece una colección de gags escatológicos protagonizados por intérpretes al final de sus carreras, de Mickey Rourke a John Cleese. El resultado es una sátira de la decadencia de Europa que en realidad revela el desconcierto de un cineasta en horas bajas.

Por su parte, el estadounidense Harmony Korine, director de Gummo y Spring Breakers, también desconcertó con AGGRO DR1FT, una pieza filmada con cámaras térmicas que convierten la imagen en una explosión abstracta de tonos anaranjados y verdosos. La trama, casi inexistente, sigue a un asesino a sueldo, interpretado por Jordi Mollà, que se debate entre la violencia de su profesión y el amor por su familia. Finalizada con técnicas de inteligencia artificial, AGGRO DR1FT parece el reverso psicodélico de un filme de Terrence Malick, con la voz distorsionada de Mollà recitando en bucle las reflexiones atormentadas del melancólico asesino.

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