Un 'Cinema Paradiso' sin alma en el Chile profundo y convulso
El revoltijo internacional de 'La contadora de películas' convierte un punto de partida estimulante en un producto prefabricado
- Dirección: Lone Scherfig. Guión: Isabel Coixet, Rafa Russo y Walter Salles a partir del libro de Hernán Rivera Letelier
- 116 minutos
- Francia, España y Chile (2023)
- Con Daniel Brühl, Bérénice Bejo y Antonio de la Torre
La danesa Lone Scherfig en la dirección, la catalana Isabel Coixet y el brasileño Walter Salles en el guión y la francoargentina Bérénice Bejo, el español Antonio de la Torre y el catalanoalemán Daniel Brühl encabezando el reparto. Un montón de nombres de prestigio aparecen en los créditos de La contadora de películas, adaptación de la novela del chileno Hernán Rivera Letelier que pretende celebrar el cine como tabla de salvación en tiempos difíciles. El revoltijo internacional acaba jugando en contra de una película que explota la visión nostálgica del cine como paraíso perdido de la infancia y como experiencia colectiva tanto sagrada como popular. Aquí se añade una perspectiva local en principio bastante estimulante. La familia protagonista, habitantes de una colonia minera en el desierto chileno de Atacama en los años sesenta, es tan pobre que sólo pueden enviar al cine a su hija pequeña, que usa su talento para la narración oral para transmitir de forma vicaria el disfrute que ha experimentado con cada filme.
A pesar del rodaje en localizaciones reales, La contadora de películas desprende un aire demasiado artificioso. Como melodrama nunca llega a despegar porque esquiva profundizar en cualquier conflicto para quedarse siempre en una cómoda inanidad. La elección de los filmes explicados resulta en exceso tópica, excepto por el papel que juega Johnny Belinda (1948). Y todo esto desemboca en una historia poco creíble de empoderamiento femenino que certifica la condición más prefabricada que sentida de la propuesta.