¿Y qué si Milli Vanilli no cantaban sus canciones?

"La música nos entra por los ojos", sentencia en un momento de éste biopic de Milli Vanilli el personaje del productor Frank Farian para defender que una estrella del pop no necesita escribir las canciones ni siquiera cantarlas. Ésta era la excusa tras el proyecto del dúo formado por Fab Morvan y Rob Pilatus que encaterinó a millones de fans en el cambio de la década de los ochenta a los noventa con sus coreografías vibrantes, hasta que se destapó que no cantaban los temas que los hicieron famosos. Una revisión de su caso en la era del autotune y los directos sin banda parece oportuna. Pero la película no se centra tanto en el escándalo como en el retrato de los dos protagonistas como dos juguetes rotos de una industria musical que, al fin y al cabo, nunca les permitió expresarse con su voz .

Sin caer en el chiste fácil, el filme adopta al inicio un cierto tono de comedia desde la autoconciencia de unos personajes que a menudo se dirigen a la cámara, antes de adentrarse en el giro trágico que acabó con la vida de Pilatus. Y no puede evitar caer en los tópicos de las biografías rock en lo que se refiere al desarrollo narrativo, desde explicitar los orígenes de títulos y canciones hasta dedicar una escena de lucimiento a familiares y gente del entorno que ejercen de productores ejecutivos. Se echa de menos una mayor profundización en la explotación del atractivo sexual de dos jóvenes negros, un factor clave para entender mejor este asunto y presente también en el otro grupo de playback fabricado por Farian, Boney M.