'La quimera', el primer filme con 5 estrellas del año
Alice Rohrwacher demuestra su pulso como narradora en una bellísima película sobre la desacralización del mundo actual
- Dirección: Alice Rohrwacher. Guión: Alice Rohrwacher, Carmela Covino y Marco Pettenello.
- 130 minutos
- Italia, Francia y Suiza (2023)
- Con Josh O'Connor, Carol Duarte, Isabella Rossellini y Alba Rohrwacher
Todo el mundo lo sabe de sobra, porque nos lo han contado desde la noche de los tiempos: cruzar el límite que separa a los vivos de los muertos está prohibido, y sólo un loco se atrevería a hacerlo. La quimera, la nueva película de la italiana Alice Rohrwacher, habla de uno de esos locos, Arthur (Josh O'Connor), un arqueólogo inglés que en la Italia de los años 80 saquea tumbas etruscas junto con los voltereta, un grupo de pequeños delincuentes. Como el protagonista, este grupo también se mueve por el mundo bajo el signo de la muerte, pero el interés de Arthur en las reliquias responde a otros motivos: por un lado, tiene una sensibilidad especial y parece comunicarse con el más allá; por otro, hace tiempo perdió a su amada y, como un Orfeo contemporáneo, sueña con rescatarla del averno y reencontrarse con ella, iluminada de sol y vida.
Entre la relectura del mito grecolatino y la aventura existencial de un Indiana Jones atormentado, se mueven las placas tectónicas de una película repleta de ideas narrativas y capas formales, ya sean experimentos visuales con diferentes formatos analógicos o subtramas afectivas ( la relación de Arthur con Flora, una Isabella Rossellini como matriarca felliniana) y románticas (el asunto del protagonista con una chica portuguesa llamada Italia que interpreta a Carol Duarte). En algunos momentos el filme parece un milagro gozoso, imbuido de una belleza anacrónica. Pero esta película, en la que parece que las paredes y las piedras nos hablen, también nos interroga de forma más profunda: a La quimera, los escombros y los dioses nos interpelan directamente y nos preguntan cuál es su espacio en un mundo desacralizado a causa de la voracidad capitalista. Escondidos en los estratos del tiempo, bajo las chimeneas del cemento que solidifica nuestra destrucción, nos observan impertérritos.