El 'western' con el que Viggo Mortensen celebra a las mujeres

El segundo largometraje como director de Viggo Mortensen arranca (después de una misteriosa escena con una figura caballeresca en medio del bosque) con la protagonista, Vivienne (Vicky Krieps), en la cama de muerte, acompañada por su marido, Olsen (Viggo Mortensen). Las esposas muertas son un lugar común en el western y en otros géneros tradicionalmente masculinos. Otorgan un aura trágica a personajes endurecidos que se han humanizado gracias a ellas, al tiempo que permiten que la narrativa siga avanzando en un entorno exclusivamente masculino sin tener que justificarse. Sin perdón presenta un buen ejemplo de este arquetipo, y resulta inevitable pensar en la película de Clint Eastwood frente aHasta el fin del mundo. Porque en este western de aires clásicos, la mujer también muere de sífilis. Pero esta vez no se limita a ser un bonito recuerdo que le otorga un toque romántico al protagonista.

Mortensen maneja los códigos del western con respeto, solidez y un mayor control de la narrativa que en su anterior film, el drama paternofilial queer Falling (2021). El cineasta no pretende realizar un ejercicio de estilo posmoderno ni una revisión del género desde la óptica contemporánea. Su giro en femenino encaja a la perfección en el contexto clásico en el que se mueve. Simplemente otorga entidad y recorrido a la figura de la mujer muerta. La película trenza la historia de Vivienne y Olsen a partir de diferentes líneas cronológicas. La protagonista se presenta en el pasado como una mujer con personalidad y empuje, que prefiere a Olsen, un carpintero atractivo y modesto, al joven burgués que la festeja. El hecho de que la pareja protagonista no sea joven pero tampoco crepuscular, otorga un punto de madurez inusual tanto a los personajes como a su relación, de un romanticismo sin ingenuidades.

Desde el inicio queda claro que la visión del western de Mortensen se alinea con las concepciones antiépicas del género, las que entienden este período fundacional como el que explica la naturaleza violenta de Estados Unidos como país. Cuando el protagonista se va a luchar en la frente, el filme arrincona sus posibles hazañas en el fuera de campo para quedarse con Vivienne, que afronta su propia guerra sola en casa. La cuestión que planea es qué pasará con la perspectiva femenina en el momento en que el filme reanude el hilo del inicio, con el protagonista con una esposa muerta para vengar. Merece la pena comprobar hasta qué punto Mortensen se mantiene coherente con su tesis general.