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Carles Torrens adapta al cine la primera entrega del 'bestseller' 'Apocalipsis Z'
- Dirección: Carlos Torrens. Guión: Angel Agudo a partir de la novela de Manel Loureiro
- 112 minutos
- España (2024)
- Con Francisco Ortiz, Berta Vázquez y José María Yazpik
Apocalipsis Z: El principio del fin adapta la primera novela de la exitosa trilogía literaria escrita por Manel Loureiro, que empezó a publicarse en el 2007. Asimismo, esta saga literaria se situaba en línea genealógica con The walking dead, el cómic creado por Robert Kirkman en el 2003 que dio pie a la serie homónima, todo un hito de la ficción televisiva reciente vinculada al género fantástico o de terror: se podría afirmar, sin miedo a exagerar, que las tres primeras temporadas son prácticamente impecables.
Apocalipsis Z… y The walking dead están conectadas por la manera en que convierten el subgénero de los no-muertos en survivales postapocalípticos en los que, en términos generales, la mayor amenaza para los protagonistas no procede de los infectados hambrientos sino de otros seres humanos. Las similitudes acaban aquí: si la serie apostaba por un protagonismo coral en el que sobresalían individualidades carismáticas, el filme del barcelonés Carles Torrens (Emergo) propone un desdibujado héroe solitario (Francisco Ortiz, correcto en las escenas de acción, pero limitado dramáticamente) que, acompañado por su gato, atraviesa Galicia buscando un lugar seguro donde refugiarse del apocalipsis.
Es una lástima que Torrens apueste por la mimesis de ciertas formas estandarizadas del cine de género internacional en vez de subrayar el factor nacional o local de la propuesta –toda la película transcurre en Galicia–, como sí hacían, con excelentes resultados, Paco Plaza y Jaume Balagueró en la primera y tercera entrega de la saga [REC]. En consecuencia, Apocalipsis Z es un filme tan parecido a las ficciones que le preceden –los veloces infectados parecen extraídos directamente de 28 días después o de Guerra mundial Z– y aporta tan pocas novedades respecto a estos referentes que la sensación de déjà-vu es inevitable.