Cine

Kristen Stewart: “Ya basta de hacer cine gay sólo sobre el hecho de ser gay”

La actriz estadounidense presenta en la Berlinale el 'thriller' LGTBI 'Love lies bleeding', de Rose Glass

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Kristen Stewart en el Festival de Berlín

Enviado especial al Festival de BerlínUn año después de ser la presidenta del jurado oficial más joven de la historia de la Berlinale, Kristen Stewart ha vuelto al festival para presentar el vibrante drama criminal Love lies bleeding, que subvierte los códigos del thriller a través de la abrasiva historia de amor de Lou y Jackie, la solitaria trabajadora de un gimnasio que interpreta Stewart y una joven culturista huida de casa (la casi debutante Katy M. O'Brian). Ambientada en unos años 80 entendidos no como escenario nostálgico sino como paradigma de los excesos de la cultura norteamericana, Lou y Jackie son el centro de una película que crece y se multiplica en cada giro de guión, llena a rebosar de armas, sexo, violencia, asesinatos, esteroides y alucinaciones, pero sobre todo de un sentido del humor corrosivo del que no se escapan ni sus protagonistas, atrapadas en una trama criminal que pone a prueba el su amor.

Love lies bleeding representa un giro respecto al debut de su directora, la británica Rose Glass, que en Saint Maud seguía el tortuoso vía crucis religioso de la cuidadora de una bailarina postrada. El nuevo trabajo de Glass, producido como el primero por el estudio de moda A24, abandona la oscuridad enfermiza del terror gótico para retratar con naturalidad y empatía la relación entre ambas protagonistas, desde la atracción inmediata que siente Lou por el cuerpo musculado y poderoso de Jackie hasta la experiencia compartida de una pasión desatada o los celos homicidas de un corazón roto.

Stewart, que anunció que era lesbiana en el 2017, ya había interpretado personajes LGTBI, pero con Love lies bleeding marca un punto de inflexión en lo que se refiere a la representación de las personas queer en el cine. “No podemos seguir dándonos palmaditas en la espalda por dar espacio a las voces marginadas únicamente para hablar de su marginación –ha dicho la actriz en rueda de prensa–. Hace mucho tiempo que estamos aquí, y ya basta de hacer cine gay solo sobre el hecho de ser gay; esta era se ha terminado”. Stewart ha recordado la comedia romántica LGTBI que protagonizó en 2020, La estación de la felicidad. “Me encantó hacerla porque era una película de Navidad comercial y convencional, el tipo de cosa que nunca se nos había permitido tener –dice–. Pero ahora me interesa mostrar perspectivas más marginales, pero para mostrar su experiencia: lo que aman, sus deseos, de dónde vienen, qué quieren... Y no sentirme en un jodido pedestal como representante de un colectivo”.

Lesbianas asesinas

Es inevitable pensar en el ensayo de Francina Ribes Ausencia y exceso: Lesbianas asesinas en el cine de Hollywood (Dos Bigotes, 2023) mientras ves Love lies bleeding, donde el arquetipo de la lesbiana asesina no se plantea desde el cliché moralizante del Hollywood clásico sino como sátira de la cultura machista llevada al extremo que en la película encarnaría al padre de Lou, un Ed Harris pasado de vueltas como propietario de un surrealista campo de tiro y cacique a la sombra del pueblo. La película no justifica la violencia de las protagonistas, que en el caso de Jackie puede llegar a ser muy extrema, pero la sitúa en un contexto tan misógino que acaba resultando emancipadora. Y enfilando el tercer acto de la película, se libera del realismo e invita al fantástico a un final de fiesta memorable.

Mientras Love lies bleeding se presenta fuera de competición, la sección oficial de la Berlinale sigue sin ofrecer la película contundente y redonda que justifica todo un festival, pero sí obras estimulantes como el documental Dahomey, sobre la restitución de 26 obras de arte expoliadas por Francia a finales del siglo XIX del reino de Dahomey, en la actual república de Benín. La francosenegalesa Mati Diop sigue de cerca el regreso a su país de las piezas, que incluyen un trono real y esculturas de reyes, y confiere solemnidad y resonancia histórica al evento, pero también introduce todos los debates y argumentos que suscita entre la población local, desde la celebración lógica por la recuperación del patrimonio perdido a la indignación por lo que todavía falta y la fractura identitaria del colonialismo que todo ello pone de relieve.

También participa en la competición de la Berlinale el francés Bruno Dumont, pero no con un drama áspero y riguroso como la película biográfica sobre Camille Claudel que presentó en 2013, sino con una comedia extravagante hasta decir basta. L'empire retoma el mundo de las series Petit Quinquin y Coincoin et les z'inhumains y su humor absurdo, que bebe tanto de las películas del inspector Clouseau y el cine de Tati como del cómic francobelga. La novetat és, esta vez, la introducción de la ciencia-ficción en forma de trama còsmica que enfrenta dos civilizaciones alienígenas, una bondadosa y otra maligna, pero en el mismo pueblecito de la costa nororiental francesa donde transcurrían las anteriores series. Con naves espaciales en forma de catedrales, luchas con espadas láser y viajes entre dimensiones, delirante se queda corto para describir un artefacto tan estrambótico i libre.

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