Cine

Marion Cotillard: "Intento protegerme de la imagen que el público tiene de mí"

La actriz presenta en la Berlinale 'La tour de glace', variación oscura del cuento 'La reina de las nieves' de Andersen

Marion Cotillard en la Berlinale
17/02/2025
3 min
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Enviado especial al Festival de BerlínEn Marion Cotillard no se le caen los anillos a la hora de jugar con su imagen de gran diva del cine francés moderno. Ya lo hacía en el drama Asuntos familiares de Arnaud Desplechin, donde hacía de una actriz orgullosa enrocada en su odio hacia un hermano escritor, y ahora vuelve a ponerse en la piel de una actriz famosa en La tour de glace, de la francesa Lucile Hadzihalilovic, una reinterpretación moderna y perversa del cuento La reina de las nieves de Hans Christian Andersen que se ha presentado este domingo en la competición de la Berlinale.

En el filme, Cotillard interpreta una diva fría y cruel que establece una relación extraña con una chica huérfana que se ha refugiado en el estudio donde se está rodando una película. una película crea una mise en abyme muy interesante".

Pero la directora tuvo dudas a la hora de ofrecerle el personaje. "Pensé que quizá sería perturbador para Marion interpretar a una actriz que tiene una visión tan distorsionada de sí misma –explica Hadzihalilovic–. La imagen que tienen de ti siempre es un tema sensible, incluso para alguien con una carrera como la suya". Cotillard, en cualquier caso, le quita importancia: "El público siempre se ha inventado la vida de los actores o los cantantes, sobre todo ahora, con el acceso que tiene a los famosos a través de los medios y las redes sociales. Yo intento protegerme de la imagen que el público tiene de mí, sea buena o mala, porque siempre es una imagen distorsionada".

Marion Cotillard en 'La tour de glace'

El duelo entre la diva y la debutante

La diva que interpreta a la actriz en La tour de glace es una figura casi fantástica que la chica huérfana observa con fascinación. A través de una atmósfera gélida y juegos de metacine, Hadzihalilovic construye un vínculo entre ambas que huye del realismo psicológico para abrazar la potencia alegórica del cuento de hadas, sobre todo cuando la relación progresa y profundiza en el lado oscuro del personaje de Cotillard. "Yo no la veo necesariamente como una diva, sino como una mujer herida que ha silenciado sus emociones", apunta la directora.

La joven actriz Clara Pacini, cuyo físico recuerda a una Audrey Tatou adolescente, supera con nota el reto de dar la réplica a una Cotillard en plenitud de facultades y magnetismo. Aún así, resulta extraño que una actriz de esta categoría, ganadora del Oscar e imagen de Chanel, asegure que se ha sentido "muy intimidada" por una debutante como Pacini durante el rodaje. "Es muy carismática –justifica Cotillard–. Cuando nos conocimos en su casa no me atreví a mirarla a los ojos. En la relación entre nuestros personajes hay fascinación, cierta violencia y un intento de dominación, y también había algo especial entre nosotros dos, así que simplemente me dejé llevar".

El aire majestuoso de Cotillard y la fragilidad necesitada de cariño de Pacini son, pues, los materiales dramáticos con los que trabaja Hadzihalilovic para crear este cuento perverso y no apto para niños. "Los cuentos a veces son muy crueles –ha recordado la directora de filmes como Evolution o Earwig–. Yo suelo hacer películas que, a cierto nivel, son cuentos de hadas, pero es porque todas hablan sobre hacerse mayor, como hacen también muchos cuentos".

Abuela a la fuga

También en la sección oficial, Gabriel Mascaro ambienta O último azul en un Brasil distópico en el que, cuando llega a una cierta edad, la gente mayor es despojada de sus derechos y obligada por el gobierno a abandonar su casa para vivir en una colonia con otros ancianos por no perjudicar la productividad del país. La idea no seduce a Tereza, de 77 años, que se embarca en una aventura delirante para cumplir un último deseo antes de esa jubilación forzosa: volar en avión. El humor, la falta de pretensiones y un punto de delirio son los principales argumentos a favor de este simpático recordatorio del derecho a la dignidad de las personas mayores, una versión fresca y atrevida de las comedias geriátricas con abuelos traviesos que tan bien funcionan entre el público que frecuenta las salas de cine entre semana.

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