Obituario

Muere el actor Robert Redford, la sonrisa dorada y comprometida de Hollywood

Leyenda del cine, protagonizó 'El golpe', 'Todos los hombres del presidente' y 'Dos hombres y un destino'

Robert redfors en una imagen de archivo
16/09/2025
6 min

BarcelonaEl actor y director estadounidense Robert Redford ha fallecido este martes en su casa de Utah a los 89 años, según informa The New York Times, que cita como fuente a su representante, Cindi Berger. Leyenda de Hollywood y fundador del Festival de Cine de Sundance, su filmografía incluye películas como El golpe, Todos los hombres del presidente y Dos hombres y un destino. Ganó un Oscar como director por su debut como realizador, Gente corriente (1980), y en 2002 un Oscar honorífico por el conjunto de su carrera.

El actor llegó al estrellado a finales de los años sesenta, cuando el sistema de estudios ya agonizaba, pero su atractivo de galán clásico, la nobleza de la mirada y la sonrisa ganadora hacían de Redford una estrella a la antigua, casi de la época dorada de Hollywood. Convivió sin problemas con su condición de sex-symbol, pero no la explotó a cualquier precio; por el contrario, en cuanto logró poder en la industria lo utilizó para apoyar proyectos de marcado carácter político, como por ejemplo Todos los hombres del presidente (1976), apasionante crónica de la investigación periodística del escándalo del Watergate, y la corrosiva sátira política El candidato (1972).

De alguna manera, Redford fue uno de los primeros que dio forma al arquetipo de actor comprometido, sobre todo a través de la creación del Instituto Sundance, cuna del festival más importante de cine independiente de Estados Unidos, que él mismo fundó. Sin embargo, su cine como intérprete o director siempre se movió en la órbita estética de Hollywood. Protagonizó películas tan populares y emblemáticas de su tiempo como la buddy movie por excelencia Dos hombres y un destino (1969), uno western sobre los bandidos Butch Cassidy (Paul Newman) y Sundance Kid (Redford) que no fue su primer éxito, pero sí fijó la imagen del actor como estrella cinematográfica: descreída, mordaz y con el encanto de los eternos perdedores.

Sociedades productivas

La química absoluta que tenían Redford y Newman en la película –dos amigos que lo compartían todo, incluso la mujer, y que se enfrentaban a la muerte con una carcajada sardónica– se intentó capturar otra vez en el thriller de estafadores El golpe (1973), también dirigida por el eficiente George Roy Hill y con una estupenda banda sonora de melodías ragtime para piano de Scott Joplin. Redford era un actor cuya presencia tan icónica se bastaba para llenar la pantalla, pero supo establecer sociedades interesantes; por ejemplo, con Jane Fonda, la coprotagonista de su primer éxito en el cine, la adaptación al cine de la obra de Neil Simon Descalzos en el parque (1967). Fonda y Redford, realeza de Hollywood que compartían el interés por la política y ya habían coincidido en La caza –protagonizada por Marlon Brando–, se reencontraron en 1979 en el estimulante neowestern El jinete eléctrico.

Su condición de mito cinematográfico queda establecida durante la década de los setenta, su período más inspirado y productivo, cuando exhibe carisma y vulnerabilidad en un clásico del western crepuscular como Jeremiah Johnson (1972), firmado por un Sydney Pollack que le volvería a dirigir a la joya del thriller conspiranoico moderno, Los tres días del Cóndor (1975), donde interpreta a un agente secreto atrapado en una conspiración interna del gobierno estadounidense que resuena con fuerza en nuestro presente.

Con el aval de Pollack en la dirección, Redford hizo sus dos incursiones más populares en el melodrama romántico: Tal como éramos (1973), recorrido agridulce y nostálgico a través de la historia del matrimonio formado por Redford y Barbra Streisand, y la más exitosa Memorias de África (1985), oscarizada y enormemente popular adaptación de la autobiografía de la escritora Isak Dinesen. La muerte del personaje de Redford en ese filme, protagonizado en realidad por una gran Meryl Streep, representó también la despedida del actor como protagonista de filmes románticos, seguramente porque con cincuenta años entendía que ya tocaba dejar de hacer de galán.

Inicios como pintor

Redford nació en 1936 en Santa Monica, California, y creció en una familia de clase trabajadora sin relación con el mundo de las artes. Si su infancia transcurrió sin incidencias, su juventud fue más agitada por la muerte de su madre en 1955, y el consumo de alcohol y su conducta errática le hicieron perder la beca y ser expulsado de la universidad, incidente que él aprovechó para hacer las maletas y viajar por Europa mientras intentaba formarse como pintor. El escaso interés por sus cuadros le devolvió a Estados Unidos, donde estudió arte dramático y, ayudado por su buena planta, logró los primeros trabajos como intérprete en obras de teatro y series de televisión.

Durante sus primeros años, Redford no podía permitirse renunciar a los papeles que explotaban su indiscutible atractivo canónico de hombre blanco e anglosajón, pero a lo largo de su carrera estableció una relación más compleja con su imagen de sex-symbol, por ejemplo cuando interpretó el potentado que ofrece un millón de dólares para pasar una noche con Demi Moore en Una proposición indecente (1993). De alguna manera, Redford fue uno de los primeros actores de Hollywood que gestionó el dilema del sex-symbol y, como su amigo Paul Newman, salió bien. Su belleza era un añadido de sus personajes, no el elemento sobre el que pivotaban. Por eso pudo interpretar personajes tan ricos como el director de prisión que se hace pasar por presidiario a Brubaker (1980) para revelar la corrupción institucional del centro, el arribista Gatsby de la adaptación de 1974 de la novela de Francis Scott Fitzgerald o el periodista del Washington Post que investiga los trapicheos de Nixon en Todos los hombres del presidente.

El hombre de Sundance

El punto de inflexión en la carrera de Redford llega en 1980 cuando la Academia de Hollywood premia a su primera película como director, el melodrama familiar sobre la pérdida y el duelo Gente corriente, con una lluvia de Oscar: mejor película, mejor director, mejor actor secundario (Timothy Hutton) y mejor guión. Después de haberlo hecho todo como actor, Redford comienza a dar prioridad a los proyectos como director ya impulsar la actividad del Sundance Institute y el Festival de Sundance, un proyecto que arranca de forma discreta pero que durante los años 90 crece extraordinariamente y se convierte en el epicentro de un movimiento cinematográfico, el del cine indie estadounidense: Quentin Tarantino, Steven Soderbergh, Paul Thomas Anderson, David O. Russell, Darren Aronofsky, Robert Rodriguez y Kevin Smith son algunos de los cineastas que se dan a conocer con sus primeros trabajos en el contexto del festival, que toma su nombre del personaje de Dos hombres y un destino.

La ironía es que la gran mayoría de autores de la cantera de Sundance comparten más bien poco con el cine que dirige Redford durante estos años, más propio de un Hollywood políticamente comprometido en el fondo pero convencional en las formas. Las inquietudes ecológicas deUn sitio llamado Milagro (1988), la fascinación por la vida rural y la belleza de la naturaleza deEl río de la vida (1992) o El hombre que susurraba a los caballos (1998) no tenían cabida en la trituradora posmoderna de géneros que era el cine estadounidense de los 90. Las obras más interesantes del Redford director son quizás las más explícitamente políticas: la comedia negra sobre la estafa de los concursos televisivos Quiz show (1994), la original crítica al expansionismo militar de Estados Unidos Leones por corderos (2007) –con Meryl Streep y Tom Cruise– y Pacto de silencio (2012), uno thriller sobre un exmiembro de un grupo de extrema izquierda que no puede huir de su pasado.

Lo que más cuesta defender es la filmografía como actor de Redford en las últimas décadas, donde pese a alguna comedia simpática como Cuchillos (1992) abundan los títulos menores. De hecho, es como si el actor evitara a propósito trabajar con los directores importantes de su época, muchos de ellos surgidos de su festival. Los únicos que lograron sacar jugo del talento interpretativo del actor fueron, primero, JC Chandor en el apasionante thriller marítimo Cuando todo está perdido (2013), un filme sin diálogos y con Redford como único intérprete sobre la lucha desesperada por sobrevivir de un navegante solitario que sufre un accidente en alta mar; y, después, David Lowery, que en The old man & the gun (2018) filma el crepúsculo de un viejo ladrón de bancos como si fuera el de la misma estrella que protagoniza el filme.

Fue un papel con sabor a despedida de la pantalla que, sin embargo, no fue el último trabajo del actor, ya que Marvel le repescó para hacer un pequeño cameo en Vengadores: Endgame (2019), recuperando el malvado oficial de Shield que en Capitán América: Soldado de invierno (2014) maniobraba desde la oscuridad para implantar un régimen fascista en el mundo, seguramente el personaje más antagónico que interpretó Redford, a quien en 1985, en plena era Reagan, el cómic Watchmen imaginaba como candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, y la adaptación a televisión del cómic como presidente electo. Cabe decir que, pese a su ecologismo militante y la defensa acérrima de los derechos de los indígenas americanos y la comunidad LGTBI, algunas veces Redford apoyó a candidatos republicanos. Y pese a abogar en favor de las candidaturas de Obama y Biden, también hizo comentarios elogiosos sobre Donald Trump de los que después se desdijo, afirmando que el político no tenía "ningún moral" y comparándolo con un dictador. El actual presidente de Estados Unidos, mientras, ha reaccionado a la muerte de Redford afirmando que "no había nadie más atractivo que él, creo que era genial".

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