Obituario

Muere Ventura Pons, el gran baluarte del cine en catalán

A sus 78 años, era el director más prolífico de nuestro cine y deja una filmografía de más de treinta películas

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El cineasta Ventura Pons en una imagen de archivo de 2015.

BarcelonaEl director, guionista y productor Ventura Pons (1945-2024), el cineasta más prolífico en lengua catalana y toda una institución del cine catalán desde la Transición, ha fallecido este lunes a los 78 años, según ha anunciado en X la productora Isona Passola . Deja una filmografía de más de una treintena de películas, que van desde el documental Ocaña, retrato intermitente (1977) hasta el musical Bien happy! (2019) e incluyen títulos míticos como El vicario de Olot (1981) o Qué te juegas, Mari Pili? (1991) hasta la trilogía íntima de los años 90 que conforman las adaptaciones Actrices, Caricias y Amigo/amado.

"Siempre he creído en mi país, en mi lengua, en mi cultura", explicaba Ventura Pons en el ARA en el 2013. "Siempre he ido saliendo adelante. Nunca me he creído los discursos oficiales, a veces parecía que hablaban de un país que no era el mío, y me he sentido solo tirando del carro, pero yo creo, y las películas que hago han viajado muy bien, no por la bandera, sino porque lo que hacía era interesante. Mis películas han estado presentes en más de 650 festivales en el mundo, se han exhibido en muchos países, y me han dedicado 30 retrospectivas", señalaba.

Encontrar el reconocimiento del público y el eco internacional manteniendo su propio sello artístico no fue fácil. Desde 1985, Pons decidió buscar "libertad e independencia" y abrió su propia productora, Els Films de la Rambla, que pasó por momentos de grandes dificultades económicas. "Soy muy afortunado, porque haciendo cine en Catalunya tenía muchas posibilidades de no salir adelante. Mi padre intentó que no me dedicara a este oficio. Para mí el cine es la vida y la vida es el cine. Haber podido hacer lo que he hecho me ha llenado mucho", había asegurado al ARA.

El cineasta se abrió camino prácticamente en solitario. Su pasión por el cine y el compromiso político se daban la mano en todos sus proyectos. Una muestra es que en 2014 se enzarzase en la exhibición cinematográfica y abriera los cines Texas para conseguir la normalización del cine en catalán. Lo veía como su último servicio en la industria y en el país. Obtuvo un gran éxito de público gracias a reestrenos doblados o subtitulados, hasta que lo internó la pandemia; este 2023, sin embargo, los Texas han vuelto a reabrir en unas nuevas manos pero con la misma filosofía.

El cineasta de los autores y los actores

Los años 80 son los de las comedias que marcan época, desde la sátira El vicario de Olot, que escribió Emili Teixidor, hasta la comedia de enredos ¿Qué te juegas, Mari Pili? (1991) o la locura de Rosita, please! (1993). Después, a partir de los años 90, vendría la etapa de mayor densidad, con una serie de películas de gran vuelo donde habla de la herencia, de la homosexualidad y de la familia, también del afán de sobrevivir a a través de un legado. Porque Ventura Pons no sólo confía en el potencial del cine en catalán, sino que lo hace también en el de la literatura catalana: se considera al cineasta de los escritores, porque adapta títulos de Quim Monzó –El porqué de todo (1995)–, Josep Maria Benet i Jornet –Actrices (1997) y Amigo/Amat (1999)–, Sergi Belbel –Caricias (1998), Morir (o no) (2000) y Forasteros (2008)–, Lluís Anton Baulenas –Anita no pierde el tren (2000), Amor idiota (2004) y A la deriva (2009)– y hasta Josep Maria Miró –El principio de Arquímedes (2015), convertido en El virus del miedo en el cine–, así como Jordi Puntí, Ferran Torrent y Lluïsa Cunillé. "Lo más importante de Ventura es su compromiso con la cultura y la lengua catalanas y su fidelidad a los autores catalanes. Era un director que se apoyaba en historias de los demás y tenía una gran fidelidad. Poner una obra en sus manos era sentir que no te traicionaba. A veces yo le decía que era demasiado fiel, pero es que tenía un gran amor por las historias que escribían otros", recuerda al ARA uno de los suyos guionistas, el dramaturgo Sergi Belbel.

Quizá sea porque antes de cineasta había sido director de teatro durante una década –y fue espectador toda su vida, incluso de las propuestas más jóvenes e innovadoras–, pero el hecho es que por la filmografía de Ventura Pons han pasado grandes los nombres de la interpretación, actores y actrices como Enric Majó, Josep Maria Pou, Sergi López, Roger Coma, David Selvas, Mercè Aránega, Luis Homar, Jordi Bosch, Mar Ulldemolins y las cuatro Actrices en mayúsculas, Anna Lizaran, Núria Espert, Rosa Maria Sardà y Mercè Pons. Un vademécum de la profesión en Cataluña.

Retratos de época

Ventura Pons utilizó a Barcelona como plató de cine. Como Woody Allen con Nueva York y Pedro Almodóvar con Madrid, dotó a Barcelona de una imagen cinematográfica, empezando por las tempranas Ocaña, retrato intermitente y La rubia del bar, ambas rodadas en el Raval. Más adelante, en películas como Caricias, Morir o no y Amigo/amado, la ciudad aparece como una metrópolis contemporánea donde la vida transcurre a un ritmo frenético. También reivindicó edificios y monumentos icónicos como la Casa Ferran Guardiola, el Parc Güell y la Casa Fuster.

Aparte del provocador Ocaña, dirigió varios documentales sobre personajes icónicos, uno sobre el Gato Pérez, otro sobre su amigo seropositivo Ignacio M. y Cola, Colita, Colassa. Oda en Barcelona (2015), dedicado a la fotógrafa que murió hace una semana.

En 1995, Pons recibió el Premio Nacional de Cine de la Generalidad de Cataluña, en 2001 la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y en 2007 la Cruz de San Jorge. En 2015 recibía el premio de la Academia del Cine Catalán, el Gaudí d'Honor. En 2010 publicó unas memorias, Mis (y los demás) (Proa), que tuvieron un segundo capítulo en el 2019 con He probado muchos frutos del árbol de la vida (Comanegra), después de haber superado dos derrames cerebrales en 2014. Y sin embargo, hay quien considera que no ha tenido el reconocimiento que merecía en casa. “Fuera se le ha valorado mucho más que aquí. Ha luchado mucho por la cultura de este país, pero lo ha hecho mucho solo”, lamenta Roger Coma.

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