Cine

Pilar Palomero: “La muerte sigue siendo un tabú y nos cuesta mucho hablar de ello”

Cineasta, estreno 'Los destellos'

BarcelonaEn Los destellos, la nueva película de Pilar Palomero (Zaragoza, 1980) que se estrena este viernes, una mujer se ve empujada por su hija a reanudar el contacto con su ex, enfermo terminal del corazón. La cineasta aragonesa ha filmado esta adaptación del relato Un corazón demasiado grande de Eider Rodríguez en el pueblo de su abuelo (Horta de Sant Joan, en la Terra Alta), donde este año ha hecho el pregón de fiestas. "Era muy importante para mí rodar en Horta –dice–. Escribí el guión pensando en el paisaje de Horta y el pueblo se volcó en el rodaje".

Los destellos es una película sobre el tema más universal que existe: la muerte. ¿Cómo has encontrado la manera de hacer tu historia?

— Lo que me conectó al relato en el que se basa la película es la posibilidad de reflexionar sobre temas que me habían obsesionado desde hacía años como el paso del tiempo, las huellas que dejamos y que nos dejan y la propia experiencia de haber perdido a una persona muy querida. La película me permite expresar emociones que yo sentí en ese momento, pero como catarsis, para poder comunicarme con gente que también haya podido vivir ese proceso. Porque la muerte sigue siendo un tabú y nos cuesta mucho hablar de ello: de lo que sentimos, de lo que nos pasará...

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La pérdida que mencionas es la de tu padre. ¿Aún te cuesta hablar?

— No, la tengo muy trabajada. De hecho, siento que mi padre, diez años después de morir, me sigue ayudando. Él fue quien más me apoyó y animar para estudiar cine y quien me dio el empuje final para irme a Sarajevo en la Film Factory de Béla Tarr. De algún modo, necesito hablar sobre él para contar la película, y siento que él me da su permiso, porque haría lo que fuera para ayudarme.

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Una idea central de Los destellos es la importancia de morir bien, es decir, de los cuidados y acompañamiento en el proceso de la muerte.

— Lo que aprendí preparando la película y hablando con los equipos de paliativos que nos asesoraron es que su trabajo no es ayudar a morir, sino ayudar a vivir bien el tiempo que te queda. Los destellos es una película sobre la vida, sobre cómo se percibe de otro modo a través de la muerte. Yo lo viví así cuando murió mi padre: sentí que los sentidos se abrían y era más consciente que nunca del mundo. Y me he esforzado mucho para que en la película se perciba muy intensamente la vida.

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El equipo de cuidados paliativos que aparece en la película no parecen actores.

— No, son un equipo real de paliativos que descubrí en el documental de Carlos Agulló Los demás días y que me fascinaron. En la película nos limitamos a recrear una visita suya y dejarles hacer lo que hacen habitualmente. Nada de lo que yo podría haber escrito habría estado a la altura de lo que ellos dicen. Su trabajo les lleva a vivir situaciones extremas y muy duras, pero también les hace más sabios, tienen una comprensión muy profunda de la condición humana.

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La película de Almodóvar, la de Carlos Marques-Marcet, un puñado de títulos del Festival de San Sebastián... De repente han coincidido muchas películas sobre la muerte.

— Es curioso, sí. No soy socióloga, pero diría que el hecho de haber pasado una pandemia nos ha colocado en un sitio diferente. Recuerdo aquellos momentos en los que nos levantábamos con el número de muertes del día anterior, era una situación distópica. Somos una sociedad más envejecida que las anteriores, pero menos acostumbrada a la muerte. En la generación de nuestras abuelas era habitual que una madre tuviera diez hijos y sobrevivieran cuatro. Afortunadamente, ahora hay mayor calidad de vida, pero también más miedo a la muerte, porque convivimos menos. Y esto acaba plasmándose en películas y libros.

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En la pandemia también murió mucha gente lejos de sus familias. Esto quizás nos hizo más conscientes de la importancia de morir acompañado de los tuyos.

— Sí. De hecho, algo que me gusta del relato de Eider Rodríguez es que los cuidados no son exclusivamente de Isabel hacia Ramón, sino que todos cuidan unos de otros. Yo tengo muy presente el recuerdo de estar llorando en un aeropuerto cuando murió mi padre y, de repente, alguien vino y me dio una botella de agua. Aquel gesto en un aeropuerto de una ciudad que no recuerdo a una persona que no he vuelto a ver fue muy importante para mí. Siempre se corre el riesgo de caer en el discurso buenista cuando hablas de estas cosas, pero creo que no debemos ser cínicos. Debemos ser conscientes de que debemos cuidarnos unos a otros, y que la bondad debe primar por encima de todo.

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Antonio de la Torre, que interpreta a Ramón, tarda media hora en aparecer en pantalla y muchas veces le sitúas fuera del plan.

— Como Las niñas y La maternal, la película se explica a través de los ojos de un personaje, que aquí es lo que interpreta Patricia López Arnaiz [premiada con la Concha de Plata a la mejor interpretación en San Sebastián]. Y la idea era mostrar la distancia que siente al principio y cómo lo va redescubriendo y empieza a sentir cierta ternura. No se trata de ninguna enamorarse de nuevo. Es amor, sí, pero no amor romántico.

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De la Torre transmite gran fragilidad.

— Es un actor que tenemos asociado a personajes fuertes y vigorosos, algo como un animal salvaje, muy asilvestrado. Y me parecía muy potente verlo de repente demacrado y con veinte o veinticinco kilos menos, que es algo que si haces en poco tiempo, como él, te debilita y te hace sentir muy cansado.

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¿Cómo te gustaría que el público se relacionara con la película?

— Espero que sientan la película como un abrazo, y quizás como una experiencia catártica, pero ya lo iré viendo. La promoción está siendo muy emocionante para mí, estoy con ganas de llorar todo el rato. Pero lo que quiero transmitir no es tristeza; no es una película sobre la muerte, sino sobre vivir.

Trailer de 'Los destellos'