Magistral lección de vida sobre la muerte
Pilar Palomero conmueve el Festival de San Sebastián con la magnífica 'Los destellos'
BarcelonaNo es casual que Pilar Palomero empezara a pensar en Los destellos durante el confinamiento, cuando la posibilidad de morir parecía tan cercana y cuando los protocolos pandémicos hicieron que tanta gente muriera lejos de sus seres queridos, sin recibir el calor ni la caricia de amigos, hijos o parejas. La película que la directora aragonesa –y afincada en Barcelona– ha estrenado este domingo en San Sebastián pone en valor, precisamente, la importancia de morir bien, y de acompañar a quienes amamos en este proceso. No es un relato morboso ni lacrimógeno, sino una lección magistral de vida que nos recuerda la importancia de los vínculos y de todo lo que deja en nosotros haber amado a alguien, incluso cuando la vida nos separa.
A Los destellos, la vida de Isabel da una vuelta cuando su ex enferma de gravedad y su hija en común, que se ha ido a estudiar fuera de casa, le pide que le visite con regularidad. Isabel lleva años viviendo con otro hombre y no conserva ningún vínculo con el padre de su hija, y él también rehuye la presencia de la mujer, avergonzado de su propia fragilidad. Pero los cuidados asumidos a regañadientes y la proximidad de la muerte reactivan los recuerdos y los afectos enterrados, reviviendo unos vínculos esenciales para acompañarse mutuamente en este proceso de despedida.
Rigor y contención
Basada en el relato deEider Rodríguez Un corazón demasiado grande –incluido en la antología homónima de cuentos publicada en catalán en Periscopio–, la película se cuida de caer en las trampas sentimentales de este tipo de relatos. No existen giros inesperados ni epifanías románticas, sólo la exploración del tejido orgánico y complejo de las emociones humanas. Palomero ambienta la historia en el pueblo de su propio abuelo (Horta de Sant Joan, en Tarragona) y la filma desde el punto de vista de la protagonista, Patricia López Arnaiz de 20.000 especies de abejas. Así, con rigor y contención, la cámara sortea durante la primera media hora la presencia del personaje del ex, interpretado por un Antonio de la Torre que adelgazó más de veinte kilos para el rodaje. De una fragilidad conmovedora, el trabajo del actor malagueño es generoso por naturaleza, ya menudo está fuera de plano y no persigue la exhibición interpretativa. El resultado es, sin embargo, sorprendente sin forzar la maquinaria dramática ni la catarsis emocional. Y también es un acierto la elección del cómic Julián López, que se refiere a Los destellos su primer papel dramático con naturalidad y sin perder suyo el toque de ligereza, característico también del personaje que interpreta, la pareja actual de Isabel.
Desde su premiado debut (Las niñas, triunfadora de los Goya y los Gaudí de 2021), Palomero no ha hecho más que crecer como directora, situándose en la primera línea de la actual ola de cineastas. La maternal ya confirmó su sensibilidad como retratista de la adolescencia, pero Los destellos confirma su talento para traducir la complejidad de la vida a imágenes y momentos de innegable potencia cinematográfica.
Setas tóxicas y venganzas brutales
También en sección oficial, dos autores con considerable trayectoria y prestigio como François Ozon y Kiyoshi Kurosawa han presentado nuevos trabajos. En Cuando cae el otoño el francés trata de demostrar que, por inverosímil que suene, una intriga criminal puede ser luminosa y entrañable. La película sigue una jubilada que no ve cómo las vacaciones anheladas con la hija y el nieto se tumban cuando la hija se intoxica con unas setas que ha cosechado ella misma... ¿accidentalmente? La ambigüedad y la ironía guían al director de La casa –premiada con la Concha de Oro en el 2011– en una historia con algunas curvas arriesgadas de guión pero bien defendida por Hélène Vincent y Josiane Balasko. No es la película más redonda de Ozon, pero siempre es de agradecer su amor por los personajes y la forma de tratar las sexualidades disidentes.
Ozon es un cineasta prolífico, pero no tanto como Kiyoshi Kurosawa: Serpente's path es la tercera película que estrena el japonés este año, y uno remake del thriller homónimo que el propio Kurosawa filmó en 1998. El director de Cure traslada a Francia esta historia negrísima y por momentos grotesca sobre un reportero que busca venganza por el brutal asesinato de su hija con la ayuda de una doctora japonesa que, poco a poco, descubrimos que tiene una agenda propia. La escalada de violencia y el humor cada vez más absurdo conducen a la película hacia un punto de no retorno en el que el espectador puede bajarse del carro o dejarse llevar por el delirio, siempre la opción más interesante.