Cine

Paolo Sorrentino estrena en Venecia su mejor película desde 'La gran belleza'

El director italiano inaugura la Mostra de cine con la contenida y conmovedora 'La grazia'

El actor Toni Servillo, la actriz Anna Ferzetti y el director Paolo Sorrentino en la Muestra de Venecia 2025.
27/08/2025
3 min

VeneciaUna de las principales apuestas de la 82 Muestra de Venecia apunta a su reivindicación como escaparate privilegiado del mejor cine italiano. Acostumbrado a ver cómo los grandes cineastas del país, como Nanni Moretti o Alice Rohrwacher, presentan sus obras en Cannes, este año el veterano festival italiano apuesta por el talento local, empezando por Paolo Sorrentino. Pese a ser una presencia habitual en el certamen francés, el director de La gran belleza ha inaugurado este año la Mostra con La grazia, un filme que ensancha la aproximación de Sorrentino al universo de la política, un territorio que ya satirizó en Il divo (2008) y Silvio (y los demás) (2018), dos retratos paródicos de Giulio Andreotti y Silvio Berlusconi. En la rueda de prensa de presentación de La grazia en Venecia, Sorrentino ha manifestado su interés en realizar una película política "en un momento histórico en el que la ética parece algo opcional, esquiva, opaco o invocado solo por razones instrumentales".

Afilando el talento para componer personajes tocados por una fuerte conciencia de la propia decadencia, Sorrentino centra La grazia, su mejor película desde La gran belleza (2013), en la figura de Mariano de Santis, un presidente de la República que ha asumido con una mezcla de resignación y melancolía su condición de irrelevante símbolo del estado italiano. "No nos hemos inspirado en un único presidente, sino en muchos perfiles distintos: políticos italianos, alemanes, hombres de leyes, padres y líderes de distintas procedencias", explica Sorrentino. Esta miríada de influencias confluye en el personaje de De Santis, conocido en la ficción con el apodo de Cemento Armado por el ademán marmóreo –Toni Servillo, el actor fetiche de Sorrentino, vuelve a ofrecer una clase magistral de inexpresiva locuacidad– y por la habilidad para no mojarse en las batallas políticas.

Luz en la oscuridad

Pese al interés expresado por Sorrentino en la dimensión ética de la política, resulta difícil no ver La grazia como una obra anacrónica, desconectada del presente, en su renuncia a ofrecer ningún comentario sobre el auge de la extrema derecha en Italia. Mariano de Santis, que se reivindica como un representante de la Democracia Cristiana y del tacticismo político, vive sus últimos días de mandato sumergido en la tristeza provocada por la muerte de su esposa y acompañado por su hija (interpretada por Anna Ferzetti), su mano derecha en materia jurídica. "La película ofrece la oportunidad de alejarnos del cliché sentimental y de llevar la relación paternofilial a un terreno de debate intelectual –dice Servillo–. Los De Santis, padre e hija, están enamorados de la ley, lo que convierte cada encuentro entre ambos en un choque de ideas, además de un intercambio de afectos". De hecho, este conmovedor retrato de un núcleo familiar en el que un padre extremadamente rígido aprende a romper con los prejuicios de la mano de su hija convierte La grazia en una de las obras más luminosas de Sorrentino.

En una meritoria exhibición de coherencia entre el fondo y la forma, Sorrentino acompaña la búsqueda de cierta ligereza existencial por parte de Mariano de Santis con una propuesta estética moderadamente contenida, poco enfática, algo excepcional para los estándares del autor de Parthenope (2024). Desplazando el foco desde el abuso preciosista de sus últimos filmes hacia la confección de un personaje fascinante y contradictorio –De Santis es un devoto de los dogmas clásicos, pero adora secretamente al rapero Guè–, Sorrentino elabora un testimonio agridulce y romántico de la experiencia de envejecer.

Es posible que La grazia sufra de una tendencia a la redundancia, y que el metraje de más de dos horas sea algo excesivo, pero rara vez la ampulosa y pirotécnica escritura de Sorrentino había latido con tanta pertinencia y emoción. "Usted le otorga demasiado valor a la verdad", le dice el guardaespaldas a De Santis, que contesta: "Es una pura deformación profesional de los jueces". Así, este académico presidente de la República manifiesta su deseo de trascender el apego a la verdad para conquistar la gracia que da título a la película, una gracia entendida como la belleza de la duda.

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