Cine

La película más tensa de San Sebastián es un 'thriller' subacuático

Alberto Rodríguez se zambulle en el universo de los submarinistas profesionales en 'Los tigres'

Enviado especial a San SebastiánSi una producción de Netflix inauguraba el viernes el Festival de San Sebastián, este sábado ha sido Movistar+ quien presentaba la primera gran película española de la competición, el thriller de Alberto Rodríguez Los tigres. Por ahora, las plataformas barajan las cerezas del audiovisual, lo que incluye a los festivales. Los tigres es una buena película, seguramente la más redonda de su director desde La isla mínimay, a diferencia de ésta y de Modelo 77, no tiene ambiciones históricas ni sociológicas y, por tanto, es más sólida en la construcción de la trama y los personajes. Los protagonistas son dos hermanos submarinistas de Huelva (Antonio de la Torre y Bárbara Lennie), hijos y nietos de submarinistas, que trabajan haciendo reparaciones o mantenimiento en plataformas y naves petroleras, una especie de mineros del mar que se juegan la vida todos los días por cuatro duros.

Rodríguez filma este universo laboral de forma inmersiva y se sumerge con los personajes para capturar la tensión pero también la belleza salvaje del universo submarino, y diseña una trama de suspense a partir del descubrimiento de unos paquetes de droga que transporta a un petrolero. El resultado es una película tensa y absorbente que rehuye los efectismos de algunas películas anteriores de Rodríguez. El director sevillano, que en unos días presentará al festival la adaptación seriada del libro de Javier Cercas Anatomía de un instante, ha llegado a un punto dulce en su dominio del oficio que le permite explorar la compleja relación de los personajes de De la Torre y Lennie mientras hace avanzar la intriga criminal con mucha garra y solidez narrativa. Qué gozo es contemplar a un director ya unos actores simplemente desplegando su talento, especialmente en el caso de De la Torre que, como de costumbre, vuelve a estar extraordinario.

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Del mundo del submarinismo profesional de Los tigres, la competición oficial ha saltado a otro escenario que, a priori, no parece demasiado atractivo para el cine: el del gran proyecto industrial que están construyendo –no queda muy claro con qué objetivo– unos obreros en una región africana polvorienta y perdida. Le cri des gardes [El grito de los guardias] es la nueva película de una de las grandes autoras del cine de autor moderno, la francesa Claire Denis, y también una de las menos inspiradas.

A partir de la obra teatral de Bernard-Marie Koltès Combate de negro te de chiens [Combate de negro y perros], Denis filma con intención y estilo el enfrentamiento dialéctico entre el capataz de la obra (Matt Dillon) y el hermano de uno de los trabajadores negros (Isaach de Bankolé), asesinado con impunidad por un ingeniero blanco. En paralelo, la llegada desde Londres de la joven esposa del capataz añade un elemento de extrañeza y tensión sexual que no acaba de ligar con el conflicto central. En el pasado, Denis ha demostrado su capacidad para crear películas fascinantes a partir de historias que en ocasiones son meras excusas para desplegar su cámara sensual e indagar en la complejidad de los personajes, pero Le cri des gardes no sobrevive a la pesadez de sus diálogos forzados, aunque siempre hay pequeños momentos de belleza y escenas que recuerdan a la grandeza de la directora.

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Más estimulante ha sido el paso por la competición oficial de otro de los baluartes del cine de autor francés, Arnaud Desplechin, que sigue dando vueltas a sus temas de siempre: el amor y su imposibilidad, el destino, la amistad, la familia como maldición. En Deux pianos [Dos pianos], un pianista que regresa a Lyon después de unos años en Japón se encuentra, al abrir la puerta del ascensor, con una antigua amante y cae desmayado al suelo. Es un momento tan exagerado y, al mismo tiempo, tan sincero, que encaja maravillosamente en el cine siempre exuberante del director de Reyes y reinas. La película envuelve la trama con la aparición de un hijo desconocido y una muerte inesperada, elementos que permiten a Desplechin jugar con las piezas del mostrador con el encanto habitual, especialmente cuando hace acto de presencia el carisma de Charlotte Rampling, que interpreta a la mentora del protagonista.

Eduard Fernández, premio y reivindicación

En San Sebastián ocurren muchas cosas en los cines estos días, pero también fuera. Por ejemplo, la entrega del Premio Nacional de Cine a Eduard Fernández, que le ha recibido con un pañuelo palestino en el cuello. "Por respeto a Shakespeare ya mi oficio, es inevitable ser un espejo del mundo y, en este momento, denunciar la barbaridad que está sucediendo en Gaza. Dejar morir a los niños de hambre es una salvajada, digas o no genocidio –ha añadido–. Quien no se sienta conmocionado con el genocidio en Gaza tiene un problema de falta", ha faltado.