Encuentran nuevas pistas del paso del ejército de Aníbal por la Cerdanya
Los restos de un establo incendiado demuestran que los ceretanos se enfrentaron a los cartagineses, según un estudio de la UAB
BarcelonaHace unos 2.200 años, en un establo en Bellver de Cerdanya, hubo un incendio violento que destruyó prácticamente todo el poblado de los ceretanos. En el incendio fallecieron un caballo, cuatro ovejas y una cabra. El rastro de ese fuego violento ha perdurado hasta la fecha y ha dado nuevas pistas sobre cómo era la vida en el Pirineo a la edad del hierro. Un equipo de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) ha investigado los restos carbonizados y ha llegado a la conclusión de que el fuego podría haberse producido cuando el ejército cartaginés atravesó los Pirineos de Lleida para luchar contra los romanos durante la Segunda Guerra Púnica (entre el 218 a. C. y el 202 a. C.).
Con los restos de animales, se han encontrado también objetos de valor como un piquete de hierro y un pendiente de oro escondido dentro de una jarra que estaba empotrada en una roca. Había también numerosas herramientas que podrían haber servido para hilar y tejer la lana de las ovejas y cabras que vivían en la planta baja, como fusayolas y pesas de telar. Los arqueólogos también han localizado cereales como avena y cebada, y algunos recipientes de cocina enteros. A partir de los restos encontrados, se puede saber que quienes vivieron en el edificio, que tenía dos plantas, comían leche y queso y guisos de cerdo y cordero.
Un incendio provocado
El fuego provocó que el techo, las vigas de soporte y el piso superior de madera cayesen. "Es probable que la destrucción violenta del lugar esté relacionada con esta guerra. El fuego general apunta a una destrucción antrópica, intencionada y muy efectiva, ya que todos los edificios del poblado, hemos excavado más de una sexta, fueron destruidos. En un edificio adyacente también encontramos a un perro quemado", explica Oriol Olesti, el profesor de ciencias de la antigüedad y de la edad media de la Universidad Autónoma de Barcelona que ha liderado la investigación. Los habitantes del edificio ni siquiera tuvieron tiempo de abrir la puerta del establo y salvar a los animales.
El Tossal de Baltarga era un lugar de residencia y punto de vigilancia de la comunidad ceretana con un importante asentamiento fortificado cerca, el Castellot de Bolvir. Parece que carecía de murallas defensivas, pero disponía de una excelente vista sobre el río y las principales rutas de viaje. "Estos valles eran un territorio importante económica y estratégicamente", destaca Olesti.
Otras campañas de excavación arqueológica han hecho aflorar una alta concentración de monedas, ninguna de ellas cartaginesa, y balas de honda de plomo, que hacen pensar que había una importante presencia de tropas militares ceretanas. "Las fuentes documentales muestran cómo las tropas de Aníbal atravesaron hacia la Galia por algún punto de los Pirineos, evitando la costa, que era más pro romana. Creemos que el ejército cartaginés se dividió y una parte siguió el corredor del Segre y atravesó el territorio cerdá a través del collado de la Perxa, siguiendo el Tet hasta llegar a las llanuras rosellonesas", afirma Olesti. Aníbal debió de hacer pactos con algunas poblaciones, pero con los ceretanos no hubo negociación. "No se conservan muchos restos arqueológicos de esta expedición del ejército cartaginés, y el Tozal de Baltarga es probablemente uno de los mejores ejemplos", añade Olesti.
Las pistas
Otra pista que hace pensar que el incendio no fue accidental ni fortuito sino provocado es el hecho de que hubiera el pendiente de oro escondido: "Indica la anticipación por parte de la población local de algún tipo de amenaza , probablemente la llegada de un enemigo. Además, mantener un número tan elevado de animales en un pequeño establo, cuando era verano y, por tanto, época de pasto, sugiere la anticipación de un peligro", defiende Olesti . Seguramente si el hallazgo se hubiera producido en algún pueblo de la costa, los arqueólogos habrían dudado de quien hubiera sido el atacante. "Si hubiera estado en Mataró, por poner un ejemplo, no estaría tan claro porque la ocupación romana es inmediatamente posterior, pero los romanos tardaron más de 50 años en llegar a los Pirineos", afirma. Los arqueólogos no saben qué pasó con la gente que vivía en el Tozal de Baltarga de forma inmediata, pero finalmente fue reocupado y utilizado por los romanos, como demuestra una torre de vigilancia que todavía se conserva.
El hallazgo de la UAB ha permitido reconstruir las pautas económicas de estos habitantes, probablemente dedicados a la trashumancia. El análisis de isótopos indica que algunas ovejas habían apacentado anteriormente a los pastos de tierra baja, posiblemente por acuerdo con otras comunidades. "Estas comunidades de montaña no estaban encerradas en las tierras altas, sino conectadas con zonas vecinas intercambiando productos y, probablemente, conocimientos culturales", destaca Olesti. La investigación de la UAB se publica este viernes en Frontiers en Environmental Archaeology.