Mar Pujol: "Para preservar el mundo rural, es necesario que pueda vivir allí gente que ame y trabaje la tierra"
Cantautora. Premio Alicia al talento emergente. Actúa en la (A)phónica de Banyoles el sábado 28 de junio
GeronaHace poco más de un año que la cantautora Mar Pujol (Prats de Lluçanès, 1999) ha irrumpido con fuerza dentro del panorama musical catalán. Con una voz cálida y dulce, su propuesta congenía poesía y música de forma armónica, imbricando las raíces del folk clásico con sonoridades más contemporáneas. Su primer disco, Canciones de despensa (2024), retrata en primera persona la experiencia cotidiana de vivir en el mundo rural, sin frivolidades ni prejuicios. Maestra de educación infantil y primaria de formación, Pujol trabaja ya en su segundo álbum y acaba de recibir el premio Alícia, de la Academia Catalana de la Música, al talento emergente. Este sábado, 28 de junio, actúa en la (A)phònica de Banyoles, en uno de los primeros conciertos de un verano lleno de compromisos en toda Cataluña.
¿Cómo valoras el premio de la Academia Catalana de la Música?
— Con mucha ilusión. Que lo decida la Academia, que es gente crítica e implicada en el sector, que vela por nuestros derechos y tiene una opinión formada sobre la profesión, me hace sentir honrada.
El verano es época de conciertos y compromisos arriba y abajo. ¿Sigues con la gira de Canciones de despensa?
— Sí, con ganas de continuarla, pero también de airearla un poco. Con Bruna González, la violonchelista con la que toco, estamos pensando en añadir alguna canción nueva o arreglos diferentes para mantener vivos los temas. En los últimos meses hemos hecho bastantes colaboraciones con otros artistas, pero también he empezado a trabajar lo que será mi segundo disco de larga duración.
La mayoría de los conciertos de tu agenda, como el de la (A)phónica, están en festivales de pequeño formato, más o menos alternativos. ¿Es en este tipo de propuestas que más te gusta actuar?
— Sí, no descarto tocar en grandes festivales, pero no es mi formato favorito ni creo que sea lo que el mundo necesita. Estoy contenta de tocar en la (A)phónica, porque es el tipo de festival que yo también consumo y en Banyoles siempre me encanta ir de público.
De hecho, hace un año, en Salt, hiciste un concierto en un patio de un grupo de amigos. ¿Por mucho que te vayas haciendo cada vez más conocida, para ti es importante poder realizar conciertos como éste?
— Me encantan. Hacer música sólo en festivales y olvidarse de los espacios más pequeños, que carecen de tanto apoyo económico ni técnico, sería un error. No puedes decir a todos que sí, pero nunca hacerlo tampoco. Se crea una energía especial, ya que cuanto menor es el lugar más estrecho puede ser el vínculo.
¿Te sientes cómoda con la etiqueta de cantautora?
— Me siento muy a gusto. Ha habido muchos cantautores y cantautoras que admiro: Silvio Rodríguez, Maria del Mar Bonet, Mercedes Sosa... Ahora también Anna Andreu, Rita Payés o Ferran Palau. Ser cantautora para mí es como realizar un trabajo artesano entre música y letra, intento que todo esté muy bien encajado, que una cosa no se disocie de la otra.
Y en esa alquimia entre música y texto, hablas sobre todo de la vida en el mundo rural, con todas sus luces y sombras.
— Sí. Todavía existe la idea de que el mundo rural es poco desarrollado o con menos recursos, o incluso que la gente es menos inteligente. Pero ahora también existe una idealización exagerada, y molesta a quienes vivimos de verdad. Es una idea consumista del paisaje y la naturaleza, porque no se procura cuidarlo. Para preservar el mundo rural, no es suficiente con venir el fin de semana y decir que es muy bonito; es necesario que pueda vivir gente que ame y trabaje la tierra.