Firmando bajo la lluvia, la piedra y el sol
El mal tiempo no impide el reencuentro entre autores y lectores en un Sant Jordi accidentado pero emocionante
BarcelonaLos aguaceros intermitentes y el granizo han sido las notas disonantes de un Sant Jordi de tiempo loco que ha afectado igualmente a autores y lectores, obligados a resguardarse tanto los unos como los otros. El Sant Jordi del granizo ha sido el del entusiasmo por los autores superventas y las firmas mediáticas, pero también el de conexiones de escala más humana y colas modestas. Los premios siguen siendo el motor de las ventas, como demuestra el triunfo de Toni Cruanyes (premio Josep Pla por El valle de la luz) y Empar Moliner (premio Ramon Llull por Benvolguda), pero el éxito también se mide en las lágrimas de los fans de Rigoberta Bandini y el agradecimiento de los lectores con Alejandro Palomas.
"Espero que mi libro también lo hayan comprado hombres"
Empar Moliner es la flamante líder de los más vendidos y está encantada: "Me flipa, me encanta, me parece maravilloso, porque se supone que será muy leído. Y todos los escritores queremos esto". La ambición de Moliner es que su libro tenga una vida muy larga: "Hay libros que se venderán hoy y ya está, y es fantástico. Harán que los libreros puedan pagar el alquiler, pero lo que queremos es tener una letra en la estantería de la librería". Su novela, Benvolguda (Columna), habla de la madre de una hija que se acerca a la adolescencia y que convive con los efectos de la menopausia. Moliner confía en que entre sus lectores también haya hombres: "Bien que nosotras, las mujeres, nos compramos libros de Philip Roth que hablan de declive sexual masculino y libros de ballenas blancas que tampoco tienen nada que ver con nosotras, de momento. Si leemos sobre un señor que se convierte en un escarabajo, ¿por qué no de una mujer con menopausia?" De todos modos, añade, si no lo compran los hombres, tampoco se notará mucho: "Los índice de lectura están decantados hacia las mujeres y quizá tampoco lo notarían". Moliner también está entusiasmada con la traducción al inglés de la novela y espera poder hablar con la traductora para que sea una adaptación y no se note que es una traducción.
"Por la mañana quería ir a escalar a Montserrat, pero con la lluvia..."
Es el tercer Sant Jordi para el noruego Jo Nesbo, que se pasea por Catalunya como una estrella del rock. Los lectores lo ven como tal: algunas fans tiemblan cuando le acercan el último de sus tochos, El hombre celoso (Proa/Reservoir Books). Cuando se van, abrazos de emoción después de la foto, él sonríe. La siguiente: "Mercedes..., like the car". Un asistente de la editorial le escribe los nombres de las dedicatorias, para agilizar la cola. Su agente le ha traído un poke bowl de arroz y come a toda prisa de cara al público a las 5 de la tarde. Come a un horario poco europeo, pero es que por la mañana ha ido a escalar y no ha firmado libros. "Quería ir a Montserrat, pero con la lluvia he ido al interior", dice. Todos los lectores le dedican frases amables. Una enfermera ha llevado a su hijo para que le diga que con la locura del coronavirus sus novelas sanguinarias la relajan. "Estoy impresionado con que la gente haya salido con este tiempo. Todo el mundo parece feliz y yo también soy feliz, sobre todo después de la pandemia", dice. En Noruega dice que hace un par de meses que la vida está volviendo a la normalidad, pero que hasta ahora no había visto tanto gentío junto.
"Estoy un poco mosca porque solo me han denunciado los de Vox Tarragona"
Para firmar los ejemplares de su libro, Manual d'adoctrinament de l'escola catalana (Bridge), Òscar Dalmau monta "un pequeño puesto" a cada mesa con una almohadilla de tinta y dos sellos con dibujos de Pere Prats. "Él tiene cerca de 80 años y no puede venir a firmar, así que le pedí dos tampones para hacerlo yo por él: uno con su firma y el otro con un autorretrato suyo –dice–. Más allá del cachondeo del libro, para mí es muy importante la reivindicación del trabajo de estos ilustradores con quienes han aprendido a leer muchas generaciones". Dalmau está encantado con la campaña de promoción que le han hecho desde Vox, que denunciaron el libro por redes sin entender la ironía de la propuesta. "Pero estoy un poco mosca, porque solo me han denunciado los de Vox Tarragona y esto quiere decir que quizá ha gustado a los de Barcelona, Girona y Lleida". El granizo de la mañana ha pillado a Dalmau en la parada de La Impossible. "Habáimos agotado todos los libros y justamente se ha puesto a granizar. Ha sido un momento terrorífico, parecía el fin del mundo. Por suerte el diseñador del libro fue previsor y la portada está plastificada y yo lo iba secando con un clínex".
"La mayoría me dicen «gracias por lo que haces»"
En la silla donde sentaba el Niño Becerra, junto a Fernando Aramburu, llega Alejando Palomas. Va seco e impoluto, pero dice que lo han pillado las tres granizadas en pleno cambio de guardia de librerías. "Es un día difícil", reconoce. Él iba armado con dos paraguas. Después de haber hecho público, hace tres meses, que sufrió abusos cuando era un niño, la mayoría de los lectores que se le acercan le agradecen la valentía. "Vienen con algún libro y me dicen «gracias por lo que haces». No lo explicitan, pero lo entiendo. Me dicen: «Sigue luchando»". Con su tono amable y próximo, afirma: "Lo agradezco mucho porque no es fácil. Es intenso, es cansado. Porque Sant Jordi es un día, pero el resto de la vida es siempre". Hoy combina la doble cara, "el activismo y la literatura", y está admirado de la respuesta de la gente: "Había muchas ganas, porque, si no, ya habrían huido. Esto también es activismo", apunta. Encima de su mesa, dos columnas de libros de Un país con tu nombre (Grup 62/ Destino).
"Me he vuelto loca durante la granizada y he empezado a gritar"
"Estoy impresionada. Ha sido frenético y muy emocionante", explica Rigoberta Bandini apenas después de firmar ejemplares de Vértigo (Aguilar) en el paseo de Gràcia. Hacia el final ha caído la granizada del día, pero ella no ha dejado de firmar en ningún momento. "Me he vuelto loca y he empezado a gritar y a decirle a la gente «¡Haced vídeos!» Lo más surrealista es que un minuto antes me estaba asando de calor e incluso he pedido una Coca-Cola para refrescarme, pero de repente... La primavera está loca", dice. Más allá del aguacero, no han faltado anécdotas: la han venido a ver sus padres, su hermana, sus tíos, sus sobrinos e incluso su suegra; un chico le ha pedido que le escriba "Ay mamá" en el brazo para hacerse un tatuaje y un par de lectores le han llevado la primera edición del libro que salió en 2018 con una tirada muy corta. El perfil de lector es tan variado como el público de sus conciertos: niños, padres, adolescentes... "Todo el mundo se ha entregado muchísimo, ha sido increíble –dice–. Lo más bonito es la gente que me dice que mis canciones les han ayudado en momentos difíciles. Algunos se emocionan y el problema es que yo también me emociono y tengo que frenar para no acabar llorando".
"Nos acordaremos mucho de este Sant Jordi"
“Teníamos ganas de Sant Jordi porque hemos hecho cola bajo la lluvia”, le dice una lectora a Sílvia Soler. Y ella lo corrobora: “Nos acordaremos mucho de este Sant Jordi. Por un lado, es muy gratificante ver que la gente hace cola bajo la lluvia. Por el otro, da mucha pena. Se han mojado muchos libros. Es un día muy extraño”. La escritora badalonesa despacha sobre todo L'alegria de viure (Universo), pero muchos añaden también el anterior, Nosaltres, després. “He firmado muchos packs de dos libros”, dice. Después de superar la lluvia de la mañana resguardándose en un bar y de que en la televisión le hayan tenido que pasar un secador por los pantalones, la tarde es un goteo de lectores: para la madre, para la mujer, soy una fan, soy de Badalona. Mucha gente le asegura que han leído todos los anteriores: “Sigue escribiendo, por favor ”. "A ver si con este también acertamos”, responde ella y lo dedica a quien toca con: “Para celebrar un Sant Jordi lluvioso”.
"Tengo la paz y la libertad de escribir loque quiero"
Subimos al taxi de Eva Baltasar en el traslado de La Carbonera del Poble-sec a la tienda del Abacus, donde se han refugiado las firmas de la parada que ha salido volando. Sus lectores vienen con la lección aprendida, porque presenta la última parte de una trilogía, Mamut (Club Editor). “Me hace ilusión que vengan con el tríptico para que se lo firme. A cada uno le resuena un personaje y les gusta más un libro u otro. Me gusta descubrir nuevas lecturas”, afirma la escritora. Mamut es "más dura, más austera y más violenta”, explica, pero como retrata una fuga a la naturaleza dice que mucha gente admira su valentía. Quizá el confinamiento ha ayudado. Baltasar admite que el personaje misántropo de Mamut “no estaría muy cómodo” firmando en Barcelona, pero dice: “Me identifico con ella mientras escribo, pero sé salir y adaptarme”. La escritora tendrá un par de presentaciones más después de Sant Jordi y después “tranquilidad para crear”. Ya tiene entre manos la próxima novela, que avanza que tendrá de nuevo una protagonista femenina en primera persona, pero no aparecerá la maternidad. No se pone deadline: "Tengo la paz y la libertad de escribir lo que quiero".
"Ser autor es una putada en Sant Jordi, porque me lo pierdo"
Javier Pérez Andújar recuerda con nostalgia sus primeros Sant Jordi "con 15 o 16 años", cuando iba a Barcelona desde su Sant Adrià. “Era increíble ver tantos libros y autores, y quizás veías a gente como Borges o Carlos Fuentes”. Sant Jordi sigue siendo un día muy especial para el autor del último premio Herralde, El año del Búfalo (Anagrama). "En realidad es una putada ser autor en Sant Jordi, porque me lo pierdo. Pero es bonito ver a la gente salir a la calle y pasárselo bien. Y ver a los chavales comprando libros de vampiros me encanta, me devuelve a mi condición de lector". El escritor asegura sentirse un poco perdido con tantos desplazamientos, "como Ronald Reagan cuando fue a Honduras y saludó como si estuviera en Guatemala". Él se ve en realidad "como un médium" entre el libro y el lector: "Transmitimos el buen rollo del libro, pero en el fondo no pintamos nada". Es un pensamiento bonito y un poco deprimente, reconoce. "Pero es que la vida es así, bonita y deprimente. O quizá deprimente y bonita".
"En Mariupol te sientes muy aislado y ahora vivir todo lo que estoy viviendo es un contraste"
El periodista de TV3 Manel Alías, que el domingo volvió de Mariupol, se estrenaba este Sant Jordi con Rusia, el escenario más grande del mundo (Ahora Llibres): "Hacía ocho años que no estaba aquí en Sant Jordi y acabo de llegar de una ciudad asediada. Para mí es muy emocionante y, además, está mi familia, mi mujer y mis dos hijos, y para ellos este será su primer Sant Jordi". Los lectores que se le acercan le hacen muchas preguntas de aquello que ha estado viviendo en primera línea del frente: "Me transmiten un agradecimiento sincero. Me han seguido y ahora me lo vuelven; aprecian el trabajo que estamos haciendo. Allí te sientes muy aislado y ahora vivir todo lo que estoy viviendo es un contraste". Pasar de una ciudad en guerra a las multitudes y en la fiesta del libro y la rosa es un salto muy grande: "La vida sigue. A veces te sientes culpable por todo lo que sufren, pero ellos mismos te desean una vida de paz y de suerte, y por eso creo que los que podemos disfrutar de un día de paz lo tenemos que disfrutar", dice.
"Acompaño a muchas familias muchas tardes y me sienten cercano"
Toni Cruanyes, premio Josep Pla por La vall de la llum (L'Ancora), recuerda que su primer Sant Jordi como autor fue "hace diez años con un libro sobre la extrema derecha en Francia". "Pero hoy estaré en el ojo del huracán", dice, porque La valle de la llum lleva once semanas entre los libros más vendidos. Cruanyes explica que no se engaña a sí mismo y sabe que mucha gente se le acerca porque sale en televisión: “Los acompaño muchas tardes y me sienten cercano. También la historia del libro es muy familiar y esto hace que a la gente le haya llegado y me expliquen su historia. Es un sentimiento compartido, como haber puesto palabras a sus sentimientos”. Cruanyes explica que el libro también es un compromiso que adquirió con la residencia donde estaba su abuelo: "Me decían que tenía que explicar bien todo lo que había sucedido".
"Para mí es importante salir de la cueva y ver la luz de los lectores"
"La lluvia y la piedra quizá hará que nos quede un recuerdo un poco penetrante de este Sant Jordi", dice Joan-Lluís Lluís mientras firma ejemplares de Junil en tierra de bárbaros. La novela empieza con la fuga de una chica culpable de la muerte de su padre a principios de la era cristiana. El escritor acompaña cada firma con un dibujo de una albarca menorquina. Por cada libro, hace un dibujo especial. "Esta albarca menorquina está extraída del libro del archiduque Lluís de Austria sobre las islas Baleares y lo he escogido porque es un pie mal calzado, es un pie pobre que sufre", asegura. El dibujo va acompañado de la frase "Te andaré sin herirte". Joan-Lluís Lluís se declara feliz de poder firmar hoy desde la mañana hasta el anochecer: "Si hubiera sesiones nocturnas, me apuntaría. Es la fiesta del libro más grande y más bonita del mundo. Para mí es muy importante poder salir de la cueva y ver la luz de los lectores, porque a menudo me explican cosas mucho más inteligentes de lo que yo haya podido pensar". El escritor cree que tendríamos que sentirnos muy orgullosos de tener una fiesta como esta: "Es la fiesta del libro más grande del mundo y la hemos inventado nosotros. Si fuera danesa o japonesa estaríamos admirados y diciendo «mira qué gente más civilizada»".