Fotografía

Sebastião Salgado recibirá el primer premio Joan Guerrero durante el homenaje al fotógrafo de Santa Coloma

El acto, que se celebrará el sábado por la mañana en el cauce del Besòs en Santa Coloma de Gramenet, incluye la presentación de dos libros y una exposición

Joan Guerrero y Sebastião Salgado eran amigos, pero no se conocían personalmente. Su nexo de contacto era el padre Gabicho, un sacerdote ecuatoriano al que ambos estaban muy cercanos y con el que habían colaborado a menudo en sus proyectos para dar dignidad a los indígenas de los Andes. Ahora tendrán otro vínculo. porque Salgado recibirá el primer premio Joan Guerrero y, además, todos los beneficios de la venta de los dos libros que se han publicado para rendir merecido homenaje a Guerrero se entregarán al padre Gabicho para mejorar su comunidad indígena de Riobamba, 'Ecuador. Ambos, Salgado y el padre Gabicho, asistirán el próximo sábado al mediodía al homenaje al fotógrafo de Santa Coloma que han organizado sus compañeros fotoperiodistas.

Es un homenaje que empezó a organizarse el mismo día de su muerte, el pasado 2 de abril, a los 84 años, y que seguro que se extendió cuando, tres días después, en su funeral en el tanatorio de Santa Coloma se reunió el grueso de la profesión, con fotoperiodistas de todas las edades y procedencia que rápidamente respondieron a la llamada de hacerlo un libro de homenaje. Puerta por título Alma, vida y corazón, tres conceptos extraídos de un bolero que él siempre cantaba y que representaba, decía, lo que debe tener toda buena fotografía, y está hecho con los retratos que ellos le habían hecho a lo largo de los años. Es un homenaje a Guerrero, sí, pero también un retrato generacional de una época y una profesión que quizás ya no es lo que era, no sólo por la desaparición de grandes profesionales como él sino también de una forma de hacer fotoperiodismo que las nuevas tecnologías han transformado. El libro, en el que también hay artículos de autores como Javier Pérez Andújar, Laura Terré, Francisco Arroyo, Francisco Escribano o Núria Parlon, entre otros muchos, se presenta dentro de una gran caja de cerillas, un homenaje a la cajita con la que un Guerrero niño quería fotografiar el viento en su Tarifa natal. No es el único libro que existe, porque también se ha hecho una edición especial de sus memorias, ahora ampliadas -el nuevo título es Los abrazos del viento-, que había dejado terminadas poco antes de morir.

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Todo ello, organizado por la entidad que él impulsó, Catalunya Mirades Solidàries, en cuya junta hay nombres como Vicenç Semper, Samuel Aranda, Juan Sánchez, Roberto Palomo o Julio Carbó, pero que ha contado con el apoyo de mucha más gente. Porque para las decenas de personas que han participado en el proyecto, Joan Guerrero era "el maestro" y, sobre todo, un ejemplo de hombre comprometido para quien la fotografía era también una herramienta de transformación social. "Yo le defino como un fotógrafo de camino, una persona con una gran capacidad de escucha y que siempre fue un compañero de camino también de la gente que fotografiaba", explicaba Laura Terré durante la presentación de los actos en el MNAC el pasado martes. "De hecho, Guerrero lamentaba que cuando dejó Tarifa para emigrar a Barcelona no tenía cámara porque la había tenido que vender para pagarse el billete, y le dolía porque, decía, pudo hacer el reportaje desde dentro de toda esa gente que, como él, iniciaba el camino de la emigración". Este "fotógrafo andando" que retrataba desde dentro mantuvo siempre alerta su conciencia de clase, por eso no quiso irse nunca de Santa Coloma, de la que ha retratado toda su evolución, y tenía una empatía extrema hacia la gente en general y hacia los inmigrantes en particular, fueran antiguos o nuevos. "De hecho, él no distinguía entre vieja y nueva inmigración, para él todos eran iguales, tanto si habían venido de Tarifa como de la India", comentaba el escritor Javier Pérez Andújar, con quien publicó el libro Milagro en Barcelona, que recordaba cómo le fascinaba una palabra que siempre le decía: "Amigooo, así, con la o alargada, porque él venía de lejos y la amistad era muy importante para él”.

La presentación y los elogios al maestro alargaron mucho el acto: poeta de la imagen sin caer en la cursilería, indignado con las injusticias, reivindicativo, solidario de verdad, implicado directamente con todo aquel que lo necesitaba, culto, irónico, risueño. .Y hombre de fe que, sin embargo, creía en la humanidad, en la belleza y en la buena gente. Por eso, y también por su fundamental obra fotográfica, el sábado se hará este homenaje al cauce del río, hacia la zona de Can Zam, durante el cual se presentarán los libros, se inaugurará una exposición y Sebastião Salgado, finalmente, conocerá al menos el entorno en el que vivió su amigo, Joan Guerrero.

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Documental sobre Joan Guerrero