El legado perdido de un tótem de la fotografía catalana: ¿dónde está el archivo de Ramon Dimas?
Los fondos los podría tener el grupo Planeta, después de absorber Destino, pero nadie sabe su paradero
BarcelonaEl fotógrafo Ramon Dimas (Pont d'Armentera, 1919 - Santes Creus, 1965) murió prematuramente a los 46 años. Entonces ya era uno de los fotógrafos más importantes del país. "Ramon Dimas constituye, junto a Francesc Català-Roca y Eugeni Forcano, el trío de fotógrafos más destacado de los años cincuenta", dijo de él el periodista Josep Maria Huertas Claveria (1939-2007), que también fue comisario de una exposición de Dimas que pudo verse en el Colegio de Period. Dimas fue uno de los grandes fotógrafos deportivos del Estado, cuya trayectoria pasa por el Mundo Deportivo y, más adelante, Vida Deportiva, el semanario deportivo de Ediciones Destino. También era conocido por los reportajes que hizo para la revista Destino y por las fotografías de las guías turísticas de la misma editorial, entre ellas la Guía de Cataluña de Josep Pla.
Lo sorprendente es que, por ahora, es imposible conocer la magnitud de su legado porque el archivo de Dimas, que es propiedad del Grupo Planeta desde que compró la editorial Destino, está en paradero desconocido. Según publicó el propio Huertas Claveria, el archivo de Dimas se encontraría en unos almacenes de Planeta en un pueblo de Toledo. Sin embargo, el actual director editorial de Destino y del Grupo 62, Emili Rosales, afirma: "En Destino, desde que forma parte del grupo Planeta, no existe constancia alguna de la existencia de este archivo".
"Mi padre murió cuando yo tenía un año. Mi madre quedó viuda y en ese momento no dio el paso para saber cómo estaba el archivo del padre", lamenta la hija del fotógrafo, Maria Dimas. Cuando murió Dimas, el propietario de Destino, Josep Vergés, se hizo cargo del archivo y cerró la tienda que el fotógrafo tenía porque "había pasado la época de la fotografía en blanco y negro", tal y como recordó el abogado e historiador Josep Cruanyes en un artículo publicado en 1992 en la revista Cabecera del Colegio de Periodistas. Además de las fotografías propias, en el archivo de Dimas estaban los negativos de vidrio sobre fotografía de la aviación que había comprado a Josep Gaspar cuando éste había regresado a Barcelona sin dinero: había sufrido un accidente que le impedía trabajar y que le había hecho abandonar los estudios fotográficos que había fundado en Argentina.
Una carrera fulgurante que quedó truncada
"Ramon Dimas es una pieza muy importante del momento en el que trabajó", afirma la historiadora de la fotografía Laura Terré, quien también apunta que su archivo es "uno de los mejor organizados y catalogados del momento". Desgraciadamente, su muerte prematura truncó una trayectoria que todavía tenía mucho recorrido. "Murió muy joven, en un momento en que se estaba haciendo un profesional importante, aunque ya estuvo enfermo desde un par de años antes", advierte Terré. "La carrera de Dimas fue fulgurante, y con su muerte quedó detenida una carrera importante", subraya. En definitiva, Dimas es "un tótem" de la fotografía de posguerra a recuperar.
Dimas era tres años mayor que Francesc Català-Roca y tenía dos años más que Joan Colom y siete más que Eugeni Forcano. "Fue un puntal dentro de la editorial Destino, en la que la prensa gráfica y los libros bien ilustrados por fotógrafos tuvieron mucha importancia", dice Terré. Para hacer la Guía de Cataluña acompañó a Pla en coche por todo el país, y también tomó las fotografías de las guías de Andalucía, la Comunidad Valenciana, Galicia, el País Vasco, y la de Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote. Asimismo, tomó las fotografías del libro de Sebastià Gasch El circo por dentro, también publicado por Destino.
A Josep Pla no le gustaban mucho los fotógrafos, pero con Dimas hizo una excepción, y cuando murió le dedicó un artículo muy sentido a Destino: "Ramon Dimas demostró tener una vitalidad, un ansia de ver las cosas, que raramente he conocido". Para Dimas, la fotografía consistía en "la observación, en saberle dar la vuelta a las cosas, descubrir un perfil auténtico". "En general –decía también Dimas–, las fotografías son ininteligibles, es decir, la imagen que uno trata de dar de algo no tiene que ver con lo mismo. Convertir el mecanismo de un aparato fotográfico en un medio de expresión es sin duda muy difícil". Ante todo, era necesario "saber mirar, observar, ver las cosas" y convertirlo en un hábito.
Entre los hitos anteriores a especializarse en la fotografía deportiva tiene el reportaje de boda de Rainier de Mónaco y un retrato de Ava Gardner. También retrató a Salvador Dalí desnudo para la portada del libro Dalí en el desnudo, publicado por la editorial Janés. "No he podido hacer una reconstrucción minuciosa de su obra –lamenta Terré–, pero en sus reportajes de Barcelona puede verse cómo se fija en la vida cotidiana en un momento en que no se podía publicar la vida cotidiana. Se fija en los barrios, y tiene mucha sensibilidad a la hora de captar los detalles". Asimismo, reconoce su vertiente como "fotógrafo de acción" en el campo de fútbol. "La fotografía deportiva es la hermana pobre de la fotografía. Parece que las fotografías son siempre las mismas, como las de los goles, pero en las de Dimas hay mucho ambiente, y también hay que tener en cuenta los hallazgos técnicos que debían, porque hacer esas fotografías era difícil", explica la experta.
Una visión muy personal de Galicia
Una de las escasas exposiciones que se ha hecho de Dimas, concretamente de las fotografías de la guía de Galicia publicada por Destino, la hizo la Xunta de Galicia en la Filmoteca de Santiago de Compostela en el año 2000. Las copias que se pudieron ver las tomaron de los negativos que encontraron en el dossier del libro Destino, Joan Teixidor. Además, este dossier contenía las imágenes descartadas inéditas. "Encontramos las fotografías y se las pedimos en préstamo. "Cobraron una cantidad muy elevada para los cánones de Galicia", recuerda el periodista y escritor Enrique Acuña, comisario de la exposición junto a Huertas Claveria. Un año después de aquella operación, Andreu Teixidor vendió su parte de Destino en Planeta. nuestro es un drama", advierte Andreu Teixidor.
El agravio de la desaparición del archivo va más allá de no poder disponer de las fotografías, sino que también significa la desprotección de la hija con respecto a la gestión de los derechos de autor. la tienda de fotografía propiedad de Vergés que regentaba Dimas. Pero antes de morir, Anna Vergés le aseguró a Maria Dimas que ellos no tenían nada y que desconocía el paradero de los fondos.
De estas fotografías, Enrique Acuña recuerda su singularidad respecto a los fotógrafos gallegos. "Dimas tomó una suerte de fotografías que muy pocos fotógrafos gallegos podían cultivar –explica–. Su visión urbana nos interesó mucho, y convertía en temas fotográficos cuestiones como los mojones de piedra al borde de las carreteras y los revestimientos de las fachadas. Trabajaba con medio formato, supongo que llevaba a la cámara se cuelga. escapara, sobre todo a las mujeres. No apuntaba con los ojos, sino que miraba hacia abajo para enfocar". Dimas fotografió las sábanas que las mujeres ponían a secar sobre grandes superficies de hierba, los coches de lujo frente al gran hotel que había en la plaza del Obradoiro, las primeras Vespa y las guarniciones de marinos en Ferrol.
Un chico apasionado por el fútbol
Hijo de una familia de campesinos, a Dimas le introdujo en el fotoperiodismo el reportero Ramon Claret i Artigas, que le conoció durante un viaje al Pont d'Armentera y quedó sorprendido por la afición de Dimas por el fútbol y todos los conocimientos que tenía. Entonces Dimas sólo tenía unos once años y Claret se lo llevó a su casa de Barcelona, con el visto bueno de sus padres, para tenerlo como aprendiz. Citando a Joan Bert y Pedreny, el hijo de un colega de Claret, Cruanyes explica que Dimas era el encargado de ir a la estación de França, a dar las fotografías al jefe de tren o al revisor del rápido de Madrid. "El señor Claret le daba una peseta para coger el tranvía y con el cambio se compraba un bocadillo", dice Cruanyes.
La trayectoria de Dimas dio un giro poco antes del estallido de la Guerra Civil, cuando se separó de Claret y empezó a trabajar en la tienda del fotógrafo Antoni Campañá en la calle Tallers. "Después le movilizaron y fue a parar de enlace, con una moto que no podía levantar cuando se le caía. Al acabar la guerra aún tuvo que hacer el servicio militar", dice también el artículo. Después, Dimas volvió a trabajar en la tienda de Campañá en la Rambla de Catalunya como jefe del laboratorio.
Comenzó a trabajar para Destino y Vida Deportiva cuando todavía trabajaba para Campañá, y se convirtió en el fotógrafo principal de la revista cuando Josep Vergés tomó el relevo del primer editor, Albert Maluquer. Según Cruanyes, Dimas pudo combinar estos trabajos con su trabajo de laboratorio, que había sido hasta entonces su mayor ocupación y que lo distinguía de otros profesionales. "La gran técnica de laboratorio será fundamental para su fotografía. Él mismo decía que, aparte de la captación de la imagen, él ganaba a los demás compañeros en el trabajo de laboratorio sobre las ampliaciones", dice Cruanyes. Entre los hitos de Dimas en esta revista se encuentran numerosos exclusivos, como el de la llegada de Kocis, y se convirtió en un gran amigo de Kubala, después de que le hiciera un reportaje en exclusiva al Poble Espanyol de Montjuïc.
La tienda de la calle Caspe
La trayectoria de Dimas dio otro giro cuando se asoció con Lluís Permanyer y condicionó como tienda de fotografía (con el laboratorio en el sótano) una parte de la tienda de carbón que Permanyer tenía en la calle Casp, 23. Este laboratorio Dimas le dejó a Leopoldo Pomés para que trabajara durante las noches en las noches. "Para él tuvimos los primeros trabajos retribuidos –escribió Leopoldo Pomés en sus memorias, No era pecado. Vivencias de una mirada (Ediciones 62)–: unos jerséis de Ruensa y otros de Nerva, y empezamos por primera vez con modelos profesionales, todo un mundo desconocido". Pronto le llegó el dinero: "Le regalé media docena de puros habanos. Fui muy feliz haciéndolo, pero ahora, cuando lo pienso, me siento mezquino. Una caja entera, debería haberle regalado", afirmaba Pomés.
La tienda de carbón sobrevivió hasta que Permanyer le vendió a Josep Vergés a finales de los años cincuenta, y éste le dedicó todo el espacio del local a la fotografía. Esta tienda era vecina de la mítica, 1959. Era un lugar de encuentro para los fotógrafos de la época, que llevaban sus carretes a revelar.