Aparece el rastro de la peste negra en el castillo de Besora
Un laboratorio de la UAB encuentra el bacilo culpable de la enfermedad en los dientes de uno de los individuos enterrados en el antiguo cementerio
BarcelonaNo es ningún secreto que la peste negra asoló Europa en la Edad Media y que también llegó a Cataluña. En mayo del año pasado se analizaron los restos óseos de la necrópolis de Cal Pa i Figues, de Vilafranca del Penedès, y el laboratorio de ADN de la Unidad de Antropología Biológica de la UAB localizó el rastro del bacilo culpable de millones de muertes en todo el mundo: el Yersinia pestis. Era la primera vez que un laboratorio catalán realizaba este análisis y lo detectaba.
Ahora, el mismo laboratorio ha encontrado un nuevo rastro de la peste en el cementerio parroquial de Santa María del castillo de Besora (Osona). Un hallazgo que confirma que la peste negra llegó también a las zonas rurales del interior de Catalunya.
Los restos óseos que se han analizado se hallaron el año pasado. La zona del castillo estuvo ocupada en época ibérica, en torno a los siglos III-I aC, y durante la época medieval se convirtió en una fortaleza. A mediados del siglo XIV, los señores de Besora pasaron a residir en el castillo de Montesquiu y el lugar pasó a tener un uso militar, sobre todo durante las guerras carlistas del siglo XIX. El cementerio se utilizó desde la época medieval hasta el siglo XIX, cuando se realizó un nuevo cementerio en el pueblo de Santa Maria de Besora.
"Se puede leer buena parte de la historia de Cataluña a través de esta necrópolis", destaca Núria Armentano, profesora de la Unidad de Antropología Biológica de la UAB. Desde hace más de cuatro años, se realizan campañas de excavación con el campus de Arqueología de la UAB y el máster en Antropología Biológica (UAB-UB). "A lo largo de las excavaciones hemos encontrado los restos de más de 200 individuos, pero la inhumación que hemos analizado nos llamó la atención porque era colectiva. Solo habíamos encontrado otra colectiva, pero a uno nivel superior y los individuos enterrados tenían signos de violencia porque eran víctimas de las guerras carlistas", afirma Armentano.
En el entierro analizado había enterradas tres personas adultas que fueron inhumadas de forma simultánea. No tenían signos de violencia ni a primera vista se observaron otras patologías y, por tanto, los investigadores creyeron que podría tratarse de víctimas de una epidemia. La datación de carbono 14 situó el entierro entre los años 1300 y 1370, los años en los que la peste hizo estragos. El equipo de la UAB, liderado por Cristina Santos, profesora de la Unidad de Antropología Biológica de la UAB, identificó el ADN antiguo de la bacteria de la peste negra en los restos dentales de uno de los individuos.
Los cambios genéticos
Hay más restos óseos que podrían ser de víctimas de la peste. Este año, se han encontrado otras dos fosas con los restos de tres individuos, entre los que también hay niños. El hecho de que sean cercanos a la otra fosa y coincidan en el momento hace pensar que también podrían haber muerto por culpa de los estragos de un bacilo que provocaba fiebre, escalofríos, malestar general, inflamación de ganglios, vómitos, náuseas y pequeñas hemorragias en la piel. Durante los próximos meses se hará un primer análisis genómico para confirmarlo. "El hecho de que el cementerio del conjunto monumental del castillo de Besora tenga los restos de entierros desde el siglo XI hasta el siglo XIX puede permitir en un futuro testar de forma empírica los cambios genéticos que se han ido produciendo y qué variantes genéticas podrían haber aumentado su frecuencia a consecuencia de la pandemia", afirma Santos. Las investigaciones servirán para tener más datos sobre qué variantes genéticas hacen que haya personas más susceptibles de morir y otras, en cambio, resistan mejor. "Además, es un pueblo pequeño y no creo que hubiera muchos cambios de población, por tanto, tendremos datos de varias generaciones de una misma familia", añade Santos.
Es la tercera vez que aparece el rastro de la peste negra en Cataluña. Entre el 2011 y el 2014 se realizaron excavaciones en la basílica de los santos Justo y Pastor de Barcelona, donde se localizaron los restos de 120 individuos, aunque se cree que podrían haber sido muchos más los enterrados en las fosas, unos 400. Los habían tapado en cal viva. Sin embargo, en ese momento las analíticas se realizaron en el laboratorio alemán del instituto Max Planck.
La peste llegó en un momento en que la población ya estaba debilitada por culpa de las malas cosechas, la subida de precios y el hambre. En 1333 fue conocido como el mal año primero, y en 1348 la peste negra se esparció por las principales poblaciones catalanas.