Bioarqueología

La genética aporta nuevas pruebas del poder de las mujeres celtas

El análisis de los restos de una necrópolis de la tribu de los durotrijas muestra evidencias del poder femenino durante la edad de hierro

El entierro de una mujer joven, que fue enterrada con un espejo, joyas y una moneda romana.
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BarcelonaLos clásicos romanos ya dejaron escrito que las celtas eran mujeres empoderadas. Lo veían como algo muy exótico. En Britania, los celtas tuvieron reinas poderosas, como Boudica, que en el siglo I d. St. Albans). Otra reina celta que la historia ha querido recordar es Cartimandua, que fue reina de los brigantes entre el 43 y el 69, y decidió aliarse con los romanos. Las mujeres celtas podían tener propiedades y utilizarlas como quisieran sin tener que pedir permiso ni a padres ni a maridos. Se podían separar, el divorcio era sencillo y no estaba mal visto, y llevar todas sus posesiones. Y, si estaban casadas, quien decidía qué hacer con el patrimonio era quien había aportado más.

La arqueología y la genética han aportado nuevas evidencias del poder que tenían estas mujeres, que ya durante la edad de hierro llegaron a tener más libertad que sus congéneres de otras culturas europeas hasta bien entrado el siglo XX. Una investigación publicada en Nature aporta datos de 50 individuos enterrados en la necrópolis de Winterborne Kingston, en Dorset, entre los siglos I aC y I dC. Todos ellos pertenecían a la tribu de los durotriges, que ocuparon la costa sur de Inglaterra. Las inhumaciones son bastante excepcionales, porque hay pocas necrópolis de la edad del hierro, ya que a menudo los muertos eran incinerados o descarnados (los cuerpos se dejaban a la intemperie para que los huesos se desnudaran del tejido que los rodeaba). Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Bournemouth excava este cementerio desde 2009, donde ya se había observado que las tumbas de las mujeres tenían un ajuar funerario mucho más rico que las de los hombres.

Una imagen de las excavaciones en Winterborne Kingston.

"Winterborne Kingston es la necrópolis de un gran grupo familiar. Reconstruimos un árbol genealógico con muchas ramas diferentes y descubrimos que la mayoría de los miembros trazaban su linaje materno hasta una sola mujer, que habría vivido siglos antes. En cambio, las relaciones por la línea paterna eran casi inexistentes –explica Lara Cassidy, profesora de genética del Trinity College de Dublín y directora del estudio– Esto nos indica que los maridos se desplazaban para unirse a las comunidades de sus mujeres después del matrimonio, con tierras que probablemente se transmitían por la línea femenina. Esta es la primera vez que se documenta este tipo de sistema en la prehistoria europea y sugiere una capacidad de empoderamiento social y político de las mujeres. Es relativamente raro en las sociedades modernas, pero quizás no siempre fue así", añade Cassidy.

De patriarcal a matriarcal

Los datos obtenidos, además, se han comparado con otras comunidades que vivieron en la actual Gran Bretaña desde el neolítico hasta la edad de hierro. En concreto, se han comparado con datos extraídos de 156 yacimientos arqueológicos que demuestran que, entre los años 400 y 50 aC, existe un dominio de los linajes maternos. El hecho de que la cultura matriarcal estuviera más presente en este período que en los anteriores aporta otro dato interesante: se pasó de sociedades patriarcales a matriarcales.

"En muchas necrópolis de Gran Bretaña hemos visto cómo la mayoría de los individuos compartían ancestros femeninos. En Yorkshire, por ejemplo, una línea materna dominante se había establecido antes del año 400 aC. Sorprendentemente, este fue un fenómeno extendido con raíces profundas en la isla", asegura Dan Bradley, profesor de genética del Trinity College de Dublín.

"Más allá de la arqueología, el conocimiento sobre Gran Bretaña de la edad del hierro ha llegado principalmente a través de los escritores griegos y romanos, pero no siempre se consideran fuentes fiables. A los romanos les impactó encontrar en Britania mujeres ocupando cargos de poder. De hecho, dos de las primeras reinas documentadas fueron mujeres (Boudica y Cartimandua), que comandaban ejércitos –asegura Miles Russell, director de la excavación y coautor del estudio–. Se ha sugerido que los romanos exageraron las libertades de las mujeres celtas en Britania para enfatizar que era una sociedad indomable. Pero la arqueología, y ahora la genética, sugieren que las mujeres tuvieron gran influencia en muchos ámbitos de la vida de la edad del hierro. De hecho, es posible que la ascendencia materna fuese la principal responsable de la formación de las identidades de los grupos", añade Russell. El hecho de que las mujeres se quedaran cerca de su lugar de origen no demuestra que tuvieran poder. Sin embargo, sí indica que tenían voz y voto en las redes familiares o sociales, eran las propietarias de las tierras y eran las que decidían quien las heredaba. Y esto, según cómo, es tener mucho poder.

La llegada de la lengua celta

Todo ello evidencia que en el pasado las estructuras sociales podían haber sido más diversas de lo que muchos relatos historiográficos han defendido. No es la única evidencia que pone en cuestión que siempre haya habido, en Europa, sociedades patrilocales y patrilineales. En el yacimiento de la Almoloya (Pliego, Murcia) se encontró a una mujer de entre 25 y 30 años enterrada sobre un hombre, y, al lado, un rico ajuar, casi perteneciente a la mujer. Tanto el hombre como la mujer formaban parte de la sociedad de el Argar, una enigmática cultura que ocupó el sudeste de la Península Ibérica durante más de seis siglos, entre 2200 y 1550 aC. Ambos estaban enterrados bajo un edificio que sería un centro político, porque se localizó una amplia sala de reuniones de techos altos con bancos en las paredes y con capacidad para unas 64 personas.

Los nuevos estudios genéticos publicados en Nature dan otro dato nuevo: a la edad del hierro, la costa sur de Inglaterra era un hervidero. El intercambio cultural y de población a través del canal de la Mancha era muy intenso. "Hubo importantes movimientos migratorios durante la edad del bronce, lo que ha hecho pensar que la lengua celta llegó durante este período a Gran Bretaña. Pero nuestros resultados apuntan también a una movilidad transcanal sustancial durante la edad del hierro Determinar la época exacta de llegada de las lenguas célticas será difícil. De hecho, es muy posible que las lenguas celtas fueran introducidas en Gran Bretaña más de una vez", asegura Cassidy.

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