Memoria histórica

La 'Pasionaria de Nueva Zelanda' obtiene por fin un pasaporte lleno de historia y memoria

Hijos y nietos de los brigadistas internacionales celebran la nacionalidad española en un nuevo homenaje en Londres a los voluntarios antifascistas

El grupo de hijos y nietos de brigadistas, esta semana, en la embajada española en Londres, donde han recibido la nacionalidad como reconocimiento a la memoria de los padres y abuelos que lucharon junto a la segunda república.
07/12/2025
7 min

LondresMedio siglo después de la muerte de Franco, la Pasionaria de Nueva Zelanda ha logrado finalmente el pasaporte español. Dolores Ibárruri Hoy no tiene ningún parentesco de sangre con la dirigente del Partido Comunista de España (PCE), pero de algún modo sí que es heredera por historia y memoria familiar. No nació de la cuenca minera de Gallarta, en Vizcaya; ni siquiera cerca de allí. De hecho, nació prácticamente en las antípodas, en 1963: en la localidad de Lower Hutt, a unos 14 kilómetros de Wellington, la capital del país austral, donde vive actualmente.

Ella, su hermana, Penny Hoy, y los dos hijos de esta –Robin y Zoe Franziska Mack– figuran entre las 171 personas que han obtenido recientemente la ciudadanía española "por carta de naturaleza". En conjunto, 54 hijos e hijas y 117 nietos y nietas de los voluntarios antifascistas de las Brigadas Internacionales ya se han beneficiado del procedimiento previsto en la ley de memoria democrática de 2022, según el decreto aprobado por el gobierno de Pedro Sánchez el passado 4 de noviembre.

Penny y Dolores Ibárruri son las hijas de James Hoy, un brigadista de Liverpool nacido en 1910, que llegó a España el 5 de mayo de 1937. Estuvo integrado en la 14ª batería de artillería John Bown, adscrita al batallón angloamericano y, como la mayoría de los voluntarios internacionales, dejó España desde Barcelona en 1938, cuando la república se vio forzada a prescindir de aquellos héroes "de la solidaridad y la universalidad de la democracia", de acuerdo con las famosas palabras de la Pasionaria. "Es muy posible que [James Hoy] hubiera oído pronunciar el discurso de despedida a las Brigadas Internacionales", del 1 de noviembre. "Mi padre me puso el nombre de Dolores Ibárruri porque admiraba su manera de hablar en público", comenta para el ARA por correo electrónico desde Wellington. En la práctica, el primer apellido de la Pasionaria (Ibárruri) es para Dolores Ibárruri Hoy lo que los anglosajones denominan middle name: un segundo nombre legal, que forma parte de la identidad completa de una persona, si bien raramente se utiliza en la vida cotidiana.

Tras luchar en la Segunda Guerra Mundial con el ejército británico, y ser gravemente herido en combate, James Hoy emigró al otro lado del mundo en 1954, donde formó un hogar con Maureen, su mujer. En Nueva Zelanda trabajó en los muelles, cargando y descargando barcos, y también tuvo un papel destacado como sindicalista. Murió el 18 de diciembre de 1997. "Me siento honrada de haber recibido la nacionalidad española –comenta también Dolores–. Para mí es una manera de honrar la memoria de mi padre y de otros muchos que, como él, fueron a España a defender la democracia y luchar contra el fascismo. Y ese gesto le habría llegado al corazón. Estaría contento de que su familia conserve un vínculo perdurable con España".

Dolores Ibárruri Hoy, con cinco años, junto a sus padres, Maureen y James, en Nueva Zelanda, en una imagen de 1968.
Dolores Ibárruri Hoy, en el memorial en las Brigadas de la Complutense de Madrid, con una cita de la Pasionaria, en el 2024.

Hace más de tres décadas, José Manuel Lara, el fundador del imperio Planeta, que entró en Barcelona como capitán de la Legión de las tropas de Franco en enero de 1939, explicó a este cronista, en su despacho de la calle de Còrsega, que él mismo había probado en Moscú la aparentemente legendaria tortilla de patata que hacía la Pasionaria, meses antes de que la dirigente del PCE pudiera volver a España.

Como si fuese otro vínculo emocional con su época de brigadista, James Hoy también la cocinaba, en este caso para sus hijas. "Lo hacía cada sábado. El tiempo que pasó en España fue importante para la persona que era. Creía en serio en la defensa de la causa republicana", añade.

El año pasado, Dolores visitó a España para ver los lugares donde sabía que su padre había sido destinado con las Brigadas Internacionales. Y también aprovechó para visitar el memorial que hay en la Universidad Complutense de Madrid y la escultura de Roy Shifrin en el barrio del Carmel de Barcelona.

Un recuerdo mucho más lejano

La nieta de James Hoy, Zoe Franziska, ambientalista y especialista en políticas climáticas, asistió el 1 de diciembre a la embajada de España en Reino Unido al acto en el que, de forma simbólica, y a falta de la entrega del pasaporte físico, se reconocía su nacionalidad española. Junto a ella –la única de la familia Hoy que pudo asistir a la ceremonia– se celebró la nueva ciudadanía –sin necesidad de renunciar a su original– de otros 23 parientes de brigadistas que han hecho el proceso de petición a través de los consulados españoles en Reino Unido.

Zoe Franziska Mack tenía seis años cuando su abuelo murió. No conserva demasiados recuerdos suyos, y más bien desconoce cualquier detalle de la poliédrica figura de la Pasionaria. Pero Zoe establece un vínculo entre la historia familiar y la coyuntura política actual, con el que quiere dar un sentido combativo y de continuidad vital con su abuelo y su nuevo estatus legal: "De alguna manera, poder tener el pasaporte español es como un regalo póstumo de mi abuelo, el legado de su compromiso –decía al ARA–. Pero también, especialmente en estos momentos en que el mundo se está escorando tanto hacia la derecha, recibirlo como un homenaje y un recuerdo a mi abuelo y a los brigadistas en general representa un símbolo de lucha y resistencia contra el fascismo. Quizá otro gobierno español no lo habría hecho."

En representación de los familiares de los brigadistas intervino en el acto Peter Crome, de 77 años, hijo de Len Crome, médico patólogo nacido en Letonia y formado en Escocia que se unió a las Brigadas en enero de 1937. Llegó a ser el jefe de los servicios médicos del 15º Cuerpo de Ejército, uno de los que intervino en la Batalla del Ebro. Como médico, destacó por su labor improvisando hospitales de campaña; tuvo un papel muy relevante en el de la Cueva de Santa Llúcia, en la Bisbal de Montsant. El hijo, también médico, considera "un gran honor" el reconocimiento del gobierno español. "No nos lo esperábamos. Claro, es un honor que corresponde a nuestros padres y abuelos, y por eso estamos agradecidos", dice. Len Crome fue, hasta su muerte en 2001, el presidente del International Brigade Memorial Trust (IBMT), la organización sin ánimo de lucro que preserva la memoria y el legado de los voluntarios.

Peter Crome, en la embajada de España en Londres.

La ceremonia original, de 2009

La ceremonia del 1 de diciembre, presidida por el embajador, José Pasqual Marco, en su última misión en la Corte de San James, tenía sus raíces en otra que se había celebrado hace más de 16 años, el 9 de junio de 2009. Porque en el mismo salón de baile de la misma embajada del barrio londinense de Belgravia recibieron su pasaporte, entonces sí físicamente, algunos de los últimos brigadistas vivos en esa fecha, después de que la ley de memoria histórica del 2007, impulsada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, permitiera obtener la nacionalidad española sin renunciar a la original.

Se reunieron en aquella emotiva celebración Sam Lesser, de 94 años, entonces presidente del International Brigade Memorial Trust; Patrick Vincent Cochrane, de 96 años; Thomas Watters (también de 96 años); Jack Edwards (95); Lou Kenton (99) y Penny Feiwel, centenaria, y la última mujer superviviente de aquellos héroes y heroínas, que moriría el 6 de enero del 2011. El entonces embajador de España en Reino Unido, el escritor y diplomático Carles Casajuana, les entregó a los siete su documento subrayando que "sus ideales forman parte de los fundamentos de nuestra democracia".

El hijo de un octavo brigadista, Mick Jones, recibió póstumamente el pasaporte de su padre, Jack Jones, fallecido el mes de abril inmediatamente anterior, a los 96 años. Y todavía faltó por motivos de salud Geoffrey Servante, quien fue el último superviviente de las Brigadas Internacionales, fallecido el 21 de abril de 2019, cuando le faltaban pocas semanas para alcanzar los cien años.

En ese acto de hace dieciséis años, al que este cronista tuvo el privilegio de asistir, a Lesser –y a muchos de los presentes– se le humedecieron los ojos cuando recordó a los compañeros fallecidos en España. Se calcula que el 20% de los entre 30.000 y 35.000 brigadistas de todo el mundo que combatieron al fascismo durante la guerra civil española perdieron la vida; similar proporción también de los 2.400 venidos desde Reino Unido e Irlanda. Lesser afirmó en español: "Yo creo que hoy podemos decirle, madre, que hemos llegado a casa; sí, hemos llegado. En estos momentos de gozo y emoción pensamos en los que no lo han hecho; pensamos, sobre todo, en aquellos que tienen como sudario la tierra de España, y duermen para siempre bajo el sol y la sombra, bajo las nubes, la lluvia y los olivos de esta amada España".

Algunos, como tantas otras víctimas del franquismo, todavía duermen en fosas comunes sin exhumar. Es el caso del brigadista Eddie Swinddels, un joven nacido en 1912 en uno de los barrios más pobres de Manchester, que llegó a España el 1 de diciembre de 1936 después de viajar de Londres a París con un billete de tren de ida y vuelta. Para cerrar el acto, el historiador Richard Baxell, especialista en las brigadas internacionales, evocó su historia. Swinddels murió en febrero de 1937 en la batalla del Jarama.

Swinddels nunca tuvo ningún pasaporte –ni el británico ni, mucho menos, el español–. El billete, que le pagó el Partido Comunista, le permitía sortear la obligación de posesión del documento para salir del Reino Unido. Él y otros cuatro camaradas avanzaron hacia el sur, atravesaron los Pirineos y se sumaron a la causa antifascista. Sus restos son uno entre los aproximadamente 500 que, según Jim Jump, actual presidente del IBMT, permanecen en un país que, cincuenta años después de la muerte de Franco, aún no ha exhumado todas las fosas de la Guerra Civil.

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