Festival de Peralada

Un imponente Carles Acosta cierra el Festival de Peralada

El bailarín cubano rinde homenaje a su madre difunta en el espectáculo 'On before'

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Carlos Acosta, el mítico bailarín cubano, ha clausurado el Festival Castell de Peralada

PeraladaCarlos Acosta cerró ayer la 36.ª edición del Festival de Peralada con un espectáculo de corte intimista y demostrando que su forma física a sus 49 años sigue siendo envidiable y su presencia escénica, imponente. El bailarín y coreógrafo presentó On before, una obra estrenada en 2010 y ahora reconstruida que engloba ocho piezas de diferentes coreógrafos de primer nivel internacional. Son dúos y solos interpretados por él y la bailarina de Acosta Danza Laura Rodríguez que se adentran en un viaje hacia la muerte –en referencia a la desaparición de la madre del artista–, con reflexiones sobre el dolor de la separación, el amor, la niñez y la aceptación.

En un escenario levemente iluminado, él representaba el mundo real, todo corpóreo y arraigado a la tierra, y ella el espíritu que lo acompaña, mientras el coro O Vos Omnes, artista residente en el Festival, paseaba las transiciones escénicas creando una atmósfera irreal. Carlos Acosta ofreció dos solos impactantes. En el primero, Memoria, con coreografía de Miguel Altunaga, su cuerpo medio desnudo se impone como una escultura griega. El bailarín, con un control técnico brutal, combina movimientos de técnica clásica, artes marciales y referencias al breakdance que bailaba de pequeño por las calles de La Habana. Su cuerpo es el de un joven de 25 años, todo musculatura, y su expresividad la de un hombre con la experiencia de la vida. Puro magnetismo. Como también lo fue el clásico del genial coreógrafo Russell Maliphant, Two, donde, bajo un foco cenital, Acosta baila en un metro cuadrado de manera orgánica y fluida, con unos brazos y piernas rodando a tanta velocidad que creaban efectos cinéticos de gran belleza. Laura Rodríguez mostró su maravillosa técnica, de movimientos milimétricos, ductilidad, brazos ondulantes, expresividad y saltos etéreos en los solos Sirin, de Yury Yanowsky, donde representa a una mariposa, símbolo de la muerte y el renacimiento, y Footnote to Aston, de Kim Brandstrup, una pieza más oscura donde baila entre un montón de velas. De entre los dúos destacó el On before de Will Teckett que abrió la velada y Nosotros, una nueva coreografía de Raúl Reinoso; además del vídeo creado por Estudio 50, Falling deep inside, con el agua como elemento separador de la vida y la muerte, interpretado por Acosta y su ex-artenaire, la bailarina Zenaida Yanowsky, ya retirada de los escenarios. La gran interpretación que el coro O Vos Omnes hizo de la obra O magnum mysterium de Morten Lauridsen en el número final lleno de dolor cerró la última velada del Festival.

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