Joan Margarit, en los antiguos salones del duque de Alba en Londres
El Instituto Cervantes presenta la traducción al inglés de 'Animal de bosc', el último libro del poeta
LondresQue el catalán se escuche en los salones más nobles de la embajada española en Londres, hace poco menos de un siglo territorio del decimoséptimo duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart, no es nada habitual. Lo fue entre 2008 y 2012, cuando Carles Casajuana era el jefe de la representación diplomática y no se escondía –más bien al contrario, hacía bandera de ello– de cuál era su lengua siempre que se le presentaba la oportunidad, por no hablar de su obra. Pero después lo sustituyó Federico Trillo, el ministro de Defensa del Yak-42, y las buenas costumbres de estado plurinacional, ni que fuera por iniciativa personal, pasaron a mejor vida.
Tres embajadores después de Casajuna –quizás excepcionalmente, pero quizás no–, el catalán se ha vuelto a escuchar en la embajada este jueves al atardecer. El Instituto Cervantes con su director al frente, el poeta Luis García Montero, ha desembarcado en la capital británica para presentar la traducción al inglés de Animal de bosc, el adiós íntimo y vitalista en el que Joan Margarit estuvo trabajando prácticamente hasta unos cuantos días antes de morir, en febrero del año pasado, a los 82 años. La versión ha ido a cargo de Anna Crowe.
Que uno de los poemas de Margarit que se han leído haya sido A través del dolor no ha dejado de ser paradójico, porque ha recordado a los presentes el histórico maltrato que el estado español ha dado a sus otras lenguas, que ni las ha reconocido casi nunca como tales ni parece que las haya querido aceptar nunca. No en balde, el poema empieza: "Mai no he oblidat el clatellot d'un guàrdia / dient-me fort i sec: Habla en cristiano, niño. / Fins als meus quaranta anys, la policia va fer interrogatoris amb tortures. / Només en castellà…".
¿Apropiación del poeta?
En castellano, sin embargo, también escribió Joan Margarit, como recuerda en el mencionado A través del dolor. E igualmente en castellano, con un tono de admiración, de reconocimiento y respeto, ha evocado García Montero a su amigo personal: "La última conversación que tuvimos, dos días antes de que muriera, sirvió para confesarnos que, quedando bien con la familia, lo que más nos importaba era la poesía", que en el caso de la de Margarit "forma parte imprescindible de la experiencia humana".
El acto ha servido no solo para evocar la obra del poeta, sino también para alabarlo como ser humano, quizás, necesariamente, porque como también ha dicho García Montero "la poesía tiene que ver con la verdad". Y la verdad de Margarit empezaba por su dimensión humana. Su nieto, Eduard Lezcano, ha recordado, en este caso en inglés, al abuelo que los llevaba a su hermano y a él mismo a la escuela. "Mi abuelo era un gran narrador de historias. Pensad qué es escucharlo a las ocho de la mañana…". Lezcano ha arrancado una sonrisa de la audiencia diciendo que su abuelo les decía que, una vez muerto, en el cielo, "el placer de ver a Dios sería más grande incluso que el placer de la masturbación". Como ha dicho el embajador, José Pascual Marco Martínez, al cerrar el acto, "con la lectura de sus poemas Joan Margarit ha cobrado vida". Un acto muy emotivo que, de paso y en ausencia por incomprensibles problemas burocráticos del Institut Ramon Llull –promotor y facilitador de los primeros libros en inglés de Margarit–, ha servido para que, con el cuarto, el Instituto Cervantes se haga suya la obra de quien fue un muy merecido premio Cervantes. Se la haga suya o, quizás, se la apropie. O quizás solo se trata de que el Estado, al menos una parte, finalmente ha aceptado su realidad plurilingüística.