La Justicia chilena ya tiene el informe sobre la muerte de Pablo Neruda
La juez, sin embargo, no ha querido dar detalles sobre si el Nobel chileno fue envenenado o murió de cáncer de próstata
Buenos AiresDespués de casi 11 años de investigación, el misterio sobre la muerte del premio Nobel chileno Pablo Neruda está algo más cerca de aclararse. Un grupo de investigadores internacionales ha entregado este miércoles un informe —del que no se ha revelado el contenido— a la magistrada chilena Paola Plaza, designada para causas de violaciones de derechos humanos, que será clave para definir la causa de muerte del poeta. La magistrada ha descartado anticipar conclusiones y se ha limitado a decir que "la resolución de un tribunal no puede basarse únicamente y exclusivamente en un elemento de prueba", en referencia al documento que ha recibido. "El informe ahora entra en fase de estudio y revisión", ha añadido Plaza, que también ha insistido en que "es improcedente" que el tribunal se pronuncie sobre el contenido del informe porque "ha de respetar el principio de imparcialidad".
Esta semana la familia del escritor ha confirmado a varios medios que la peritación revelaría que la bacteria clostridium botulinum encontrada entre sus restos "ya se encontraba en su cuerpo en el momento de morir", lo que demostraría que "fue envenenado". Si el contenido del informe confirma las declaraciones de los parientes y querellantes del caso, se enterraría definitivamente la versión oficial que atribuía la muerte de Neruda a un cáncer de próstata que sufría desde hacía tiempo.
El clostridium botulinum es un bacilo que normalmente se puede encontrar en la tierra y del cual deriva la toxina botulínica, agente causante del botulismo, una enfermedad que ataca al sistema nervioso y que puede provocar dificultades para respirar, parálisis muscular e, incluso, la muerte. Siempre según la versión de la familia de Neruda, los expertos internacionales, procedentes de la Universidad de McMaster (Canadá) y la Universidad de Copenhague, han concluido en que la toxina "no se filtró al cadáver de Neruda desde dentro o del entorno a su ataúd", sino que ya la tenía antes de morir.
La principal incógnita seguiría siendo cómo y quién introdujo la toxina en el cuerpo del escritor, pero ahora la pelota pasa a manos de la magistrada Plaza, que, junto con el resto de pruebas que tiene a su disposición, tendrá que determinar si hubo intervención de terceras personas o no en la muerte del poeta. El ministro de Justicia chileno, Luis Cordero, ha asegurado que el gobierno "estará atento a los resultados y a los anuncios que tenga la ministra Plaza sobre la peritación".
Un caso de alta expectación
El caso de la muerte de Neruda ha despertado mucha expectación tanto dentro como fuera de Chile, por tratarse de una figura conocida internacionalmente y porque podría abrir la hipótesis de la implicación de agentes del Estado dirigidos por el régimen del dictador Augusto Pinochet (1973-1990), en caso de confirmarse la intervención de terceros. Neruda murió el 23 de septiembre del 1973, doce días después del golpe de estado en Chile y un día antes de marcharse hacia el exilio que lo tenía que llevar hasta México. Militante histórico del Partido Comunista y diplomático con un importante reconocimiento internacional, según los denunciantes, habría representado un enemigo peligroso para el régimen.
La primera convocatoria para hacer público el veredicto estaba prevista para el 3 de febrero, pero en el último minuto también se suspendió por “problemas técnicos”, puesto que varios participantes estaban fuera de la capital y había dificultades con la conexión a internet. La esperada cita se trasladó al 6 de febrero, pero nuevamente se suspendió por falta de consenso entre los peritos.
Un largo recorrido
La duda sobre la causa real de la muerte del poeta se instaló en 2011, cuando su antiguo chófer, Manuel Araya, aseguró en una entrevista que durante el ingreso en la Clínica Santa María de Santiago, donde Neruda recibía tratamiento por el tumor, le inyectaron una sustancia desconocida. Las sospechas fueron en aumento cuando la familia descubrió que uno de los médicos que lo atendió el día de la defunción, un supuesto doctor Price, no existe en ninguno de los registros del centro y nunca nadie ha tenido noticia de él.
En 2013 un juez chileno ordenó la exhumación de sus restos y se hicieron las primeras pruebas, que descartaron la intervención de terceros. Pero la insistencia de la familia abrió nuevas indagaciones. En 2017 otro grupo de expertos internacional descartó por primera vez científicamente la causa de muerte por cáncer, después de haber encontrado muestras de la toxina botulínica en un molar. Ante el nuevo escenario, se pidieron nuevas peritaciones sobre el origen de la sustancia. Desde entonces, el proceso se ha dilatado más de lo previsto por obstáculos institucionales, burocracia y la pandemia, pero podría ser que el año en el que se conmemorará el quincuagésimo aniversario de su muerte se dilucide cuál fue la causa.