Theodor Kallifatides: "Un buen diario no miente, no persigue agendas ocultas"
El escritor grecosuego recibe el primer Premio Internacional Diari ARA en la fiesta del 15 aniversario en el Palau
BarcelonaTheodor Kallifatides ha dejado su icónica pipa para subirse al escenario a recibir el primer Premio Internacional Diari ARA, un galardón que quiere ser un reconocimiento a la contribución de personas o instituciones al progreso y la convivencia globales. Se la ha entregado la directora del diario, Esther Vera, quien ha afirmado que el escritor "encarna los valores de una Europa plural, abierta al diálogo entre culturas e identidades complejas, la Europa que en Kallifatides encuentra el poso del pensamiento humanístico y el bagaje ético de la Antigua Grecia". Para el ARA, su testimonio "irradia tolerancia, capacidad de trabajo, integración en la sociedad de acogida y al mismo tiempo fidelidad a los orígenes", que tan bien ha retratado a través del "latido humano de sus historias".
Con un andar afable y haciendo gala de políglota –es de origen griego, ha escrito prácticamente toda su obra en sueco y habla inglés, francés, italiano, alemán y español: no se puede tener un ADN más europeo–, el escritor de 87 años ha hecho un discurso personal y comprometido en el que ha repasado su relación con la prensa. Uno de sus primeros recuerdos es de cuando el diario llegaba en autobús a última hora de la tarde a su pueblo natal y lo compraban el alcalde y el abogado, que se ocupaba de leerlo en voz alta a los parroquianos. A menudo eran noticias del frente.
Theodor Kallifatides nació en 1938 en Molaoi, en pleno Peloponeso. Cuando terminó la Segunda Guerra y comenzó la Guerra Civil, los Kallifatides fueron a vivir a Atenas, donde el padre, que era maestro, compraba un diario de izquierdas "con el bonito nombre de Matinada", que leía después de cenar: "Era su momento de felicidad y el único lujo que podía permitirse". El joven futuro escritor también leía el diario e imitaba a los cronistas que admiraba. Es probable que ya demostrara talento, porque logró publicar en un diario infantil el primer cuento, por lo que recibió como "única recompensa" un beso de su novia.
Con 19 años entró a trabajar en un diario de Atenas, cuyo director bajaba a conversar cada día con el portero: "Él es la opinión pública", le explicó. Cuando se exilió en Suecia, a los 25 años, recuerda que el Dagens Nyheter fue su guía para adaptarse a la nueva sociedad. Atrás dejaba un país devastado que describió en la magistral trilogía que componen Labradores y señores (1973), El arado y la espada (1975) y Una paz cruel (1977). En su nuevo país mantuvo el vínculo umbilical con los diarios: trabajó en el vespertino Aftonbladet, en elExpresan y, finalmente, en elSvenska Dagbladet. De su director recibió un consejo que ha seguido al pie de la letra: "Nunca empieces un artículo con un «yo». La gente no quiere saber lo que piensas, sino lo que pasa".
Para Kallifatides, un diario "ofrece información objetiva". "La ideología no debe influir en la presentación de los hechos", resonaba en el Petit Palau, a modo de decálogo de periodismo. Y se puede añadir: "Un buen diario no miente, no persigue agendas ocultas". Y también: "Los periodistas deben proteger el lenguaje, amarlo, cuidarlo". O otro: "Las palabras clave son verdad y objetividad". "Este no debe ser el objetivo de un escritor", reconocía, aunque su obra contiene altas dosis de ambas cosas. De hecho, en 2019 volvió a escribir en griego sobre Grecia para poder explicar la verdad. Escritor de lenguaje sencillo y mirada profunda, Kallifatides es autor de más de una cuarentena de libros de ficción y ensayo, y ha sido traducido a más de veinte idiomas, entre ellos el catalán y el castellano en Galaxia Gutenberg. Acaba de publicar la novela Una mujer a la que amar, un libro donde defiende el amor fraternal y que dice que será el último: "Ya he dicho lo que tenía que decir".
En cambio, sí sigue ofreciendo conferencias y artículos, y compartiendo una visión profunda sobre Europa y preocupada por los extremismos. También por la calidad de la democracia, que tiene un síntoma claro en la calidad periodística: "En los últimos años ha surgido una prensa dedicada a las mentiras, la violencia y el egocentrismo. Solo podemos esperar que también existan diarios sólidos, comprometidos con la verdad y con el debate objetivo", afirmó, antes de recibir el aplauso más.