La acidez está servida cuando eres víctima de la infidelidad
La Otra publica 'Coragre', novela en la que Nora Ephron cuenta un matrimonio y un divorcio inspirados en los que vivió
'Coragre'
- Nora Ephron
- Traducción de Ariadna Pous
- La Otra Editorial
- 18,90 euros / 244 páginas
Coragro, de la célebre guionista y productora de cine Nora Ephron (1941-2012), es una novela basada en el matrimonio y el divorcio de la misma autora con Carl Bernstein, su segundo marido, periodista político que investigó el caso Watergate y provocó la dimisión del presidente Nixon. Publicada en 1983, Heartburn –el título original conserva la metáfora que se pierde en la traducción– transcribe la relación sonada de Bernstein con Margaret Jay, la hija del antiguo primer ministro británico James Callaghan.
El fuerte contenido personal (que Ephron adaptó al cine en 1986 con Meryl Streep y Jack Nicholson como protagonistas) proporciona una visión general de muchas parejas famosas de finales de los 70. A pesar de ser la primera novela escrita para Ephron, ya se cuecen temas que saldrán en trabajos futuros, como en el guión de Cuando Harry encontró a Sally (1989). La acidez está servida cuando eres víctima de la infidelidad como lo fue Ephron, una autora capaz de transformar la tragedia en una comedia hilarante y terminar el libro con un mensaje esperanzador desde una especie de feminismo mal entendido: la vida sigue, pero no me toques demasiado los ovarios, tú, hombre de mierda como todos los hombres sólo por serlo.
En la ficción, Rachel Samstat, embarazada de siete meses y con otro hijo pequeño, descubre que Mark, su marido, está enamorado de otra mujer, Thelma Rice. Rachel, que se gana la vida escribiendo libros de cocina, encuentra en la comida un cierto consuelo y mientras se debate entre la voluntad de recuperar a Mark y el deseo de verlo muerto, encuentra tiempo para ofrecer recetas (una dosis ingente, de hecho, que sale listada en un índice de recetas totalmente sobrante para quien cree que compra una novela y no un libro de cocina). En el texto hay mucha sátira sobre el amor, sobre la terapia de grupo, los columnistas pomposos y la infidelidad de algunas cabezas grandes. Coragro recuerda sólo de lejos el sentido del humor de Woody Allen o Erica Jong. En el caso de Ephron, se suma el hecho de que algunos pasajes de la novela son monólogos cómicos, digresiones sobrantes. En Coragro también resuena una obra de teatro que ahora mismo se está representando en La Villaroel, Conspiranoya, escrita por Marc Angelet y Jordi Casanovas e interpretada por Àurea Márquez, Eduard Farelo, David Vert y Mia Esteve.
Un personaje neurótico que se expresa sin filtro
La narradora tiene 38 años, es un personaje neurótico, inseguro pero con cierto sentido del humor que se dirige sobre todo a las mujeres. A una especie de mujeres. Ésta es una primera carencia de Coragro: no es que leamos el discurso feminista abrumado de una mujer herida, sino que como lectura de puro entretenimiento sin profundidad ni complejidad literaria ni integridad estructural de una novela, el relato de Ephron deambula como un dietario desguitarrado donde las referencias insultantes al colectivo LGTBIQ+ o los comentarios racistas, y la insensibilidad que escupe hacia los enfermos mentales hacen que el discurso histérico de Rachel haya envejecido bastante mal y el lector sienta una especie de vergüenza ajena. ¿La excusa? Que si cuenta la historia, controla la versión, dice la narradora. Sí, por supuesto, pero sólo es su versión. El segundo resbalón de Coragro es que no existe ningún tipo de filtro artístico: su exmarido estuvo a punto de demandarla. Al menos cambió los nombres. Ephron es tan bestia que incluso toma palabras reales que pronunció su madre moribunda. En tercer lugar, el exceso de digresiones (pasa como con las recetas) hace que el ritmo de lectura se estronque cada dos por tres. Cuando Rachel explica que estampó una tarta de limón en la cara de su ex coge uno de los tópicos más antiguos de la comedia. En la vida real Ephron vertió una botella de vino sobre la cabeza de Bernstein.
Sólo hay que escuchar al público de Ephron: todo el mundo coincide en que la película es mucho mejor que el libro. Philip Roth y John Updike también escribieron sobre sus matrimonios fracasados, pero sin duda lo hicieron con mucho más talento literario que la simpática Nora Ephron.