Cientos de amigos se despiden de Àlex Susanna en el mismo lugar donde celebró su boda
El escritor y gestor cultural, fallecido en julio a los 66 años, recibe un emotivo homenaje a La Paloma
Barcelona"Qué recuerdos que me venden, tantos años después", comentaba en la entrada de La Paloma una de las asistentes más veteranas en el acto de despedida al poeta y gestor cultural Àlex Susanna. La familia ha escogido la popular sala de baile barcelonesa para homenajear a su añorado pariente porque allí mismo había celebrado su boda, hace treinta y siete años, con Núria Viladot.
Han sido varios cientos los amigos que este viernes se han reunido para "recordar y reencontrarse" con Susanna, como ha dicho el poeta y conductor del acto, Jordi Llavina, que incluso ha improvisado una anécdota de cuando se conocieron hace cuarenta años: en aquellos momentos, Llavina era el cartero sustituto de Gelida y traía a Susanna mensajes de autores como Blai Bonet, Javier Marías y Stephen Spender. Ha habido una docena de parlamentos e incluso la lectura de una carta de agradecimiento por parte del presidente Carles Puigdemont ("Susanna representa lo mejor de nuestra sociedad civil", afirmaba), además de la acertada interpretación de Rosa Mateu y Jordi Castellà de poemas musicados por Eduard Toldrà y Albert Guinovart, entre otros, y un final sublime a cargo del maestro Jordi Savall, acompañado del lautista Carles Blanch.
"Àlex era como uno de esos cócteles especiales que catas una vez y ya no puedes olvidar", decía Maria Lladó, del Institut Ramon Llull, que Susanna dirigió durante unos años clave. "Sin él la participación de la cultura catalana en las ferias de Guadalajara y Frankfurt no se habría hecho realidad", comentaba el exconseller de Cultura Joan Maria Pujals.
Entre el público había una nutrida representación política: Xavier Trias, Artur Mas, Laura Borràs y la actual consejera de Cultura, Sònia Hernández. También escritores como Carme Riera, Vicenç Villatoro y Joan Rendé, y editores como Josep Lluch, Jordi Raventós y Miquel Alzueta, con los que Susanna hizo equipo en la década de los noventa para convertir a Columna en un proyecto que "modernizaba la edición catalana y 'homologaba a la de cualquier país europeo", admitía Emili Rosales, director editorial de Grupo 62. "Álex era tan perfeccionista que incluso me tumbó la cubierta que le proponía para el último dietario", añadió. Este mismo aspecto ha aparecido en la intervención de Mercè Vila, con quien Susanna compartió experiencias al frente de la Fundación Vila Casas, y en la carta que el galerista Artur Ramon no pudo dar a la despedida que el amigo tenía planeado por finales de julio, y que ya no se celebró porque le había empeorado su salud.
"Papá vivió en plenitud casi hasta el tiempo de descuento", decía uno de los tres hijos del homenajeado, Biel, antes de recitar La última luz, poema escrito cuando Susanna vivía en Venecia, el lejano 1985, pero que la familia enlaza con los últimos meses: "Perdurará todo, o casi todo: / sólo nosotros pasaremos", se lee casi al final. Àlex Susanna ha dejado una veintena de libros que perdurarán tanto como sus lectores, y una meritoria e incansable labor de defensa y divulgación de una cultura, la catalana, que amó con devoción y que este viernes por la noche le ha querido devolver una poco de este cariño, abrazándolo con palabras de agradecimiento y con lamentos musicales como el de Jordi Savall.