Literatura

Hiroshima: comienza la era atómica y nace el Nuevo Periodismo

Ahora Libros publica 'Hiroshima', de John Hersey, un clásico del reporterismo del siglo XX

'Hiroshima'

  • John Hersey
  • Ahora Libros
  • Traducción de Imma Falcó
  • 224 páginas / 20,95 euros

El lanzamiento de la bomba atómica de los estadounidenses sobre Hiroshima y Nagasaki cambió para siempre el modo que tenemos los humanos de estar en el mundo, porque nos inoculó una conciencia de fragilidad de especie hasta entonces inconcebible y desde entonces permanente, incurable, escalofriante. De repente, descubrimos que una ciudad de poco más de cien mil habitantes podía quedar destruida –arrasada, quemada, con la mayoría de sus habitantes destruidos, arrasados, quemados– en cuestión de segundos y, si eso podía ocurrir en una ciudad, también podía pasar a una región, a un país, a un continente, a todo el planeta. Tiene algo de lógicamente fatal, en este sentido, que el periodismo moderno también más o menos naciera con ese doble ataque nuclear del 6 y el 14 de agosto de 1945.

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John Hersey (Tianjin, China, 1914 - Key West, Florida, 1993) era un novelista premiado y un reportero pródigo y reputado cuando en mayo de 1946 consiguió ir a Hiroshima. Se pasó semanas hablando con gente, observando la devastación, reconstruyendo vidas que de repente habían quedado trituradas, recogiendo todo tipo de testigos, compartiendo con víctimas y supervivientes la perplejidad y la incertidumbre ante las consecuencias morales, emocionales y médicas de aquella barbaridad. El 31 de agosto de ese mismo año publicó un extenso reportaje en la revista New Yorker. Los responsables de la revista, impresionados ante la tragedia humana inconmensurable de ese material, conscientes de la naturaleza periodística nueva de ese material –Hersey mezclaba narración, observación, información y descripción, pero no reflexión personal explícita ni tampoco opinión, y todo lo presentaba con una inmediatez cargada de realidad–, decidieron que el reportaje ocuparía en exclusiva todo el número de la revista. Era una decisión editorial histórica para dar salida a un reportaje que es hoy historia del periodismo y que contaba uno de los hechos más trascendentales de la historia de la humanidad.

Un relato panorámico y detallista

Publicado en forma de libro pocos meses después, Hiroshima, de John Hersey, es un clásico del reporterismo del siglo XX y una de las obras fundacionales de lo que se ha conocido como Nuevo Periodismo. Ahora, por fin, aparece su edición catalana, con traducción de Imma Falcó y prólogo de Jordi Amat. Leído casi ochenta años después de ser escrito, y con el añadido que introdujo el autor cuarenta años más tarde para explicar qué se había hecho con los seis personajes en los que había focalizado el relato –la trabajadora de una fábrica, dos médicos, la viuda de un sastre, un sacerdote alemán jesuita, un reverendo japonés metodista–, el libro es igual de impactante que cuando se publicó por primera vez. Una obra maestra.

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Hersey, con una prosa precisa y expresiva, monta un relato a la vez panorámico y minorista, que se construye y crece a ritmo regular, persuasivamente constante, desplegándose en una estructura tentacular pero nunca dispersa. Conciso y lúcido, Hersey lo aborda y muestra todo: desde la tragedia íntima de los individuos hasta las cuestiones cotidianas, técnicas, éticas, clínicas y políticas del desastre global, desde las vidas que se detuvieron en seco hasta las vidas que continuaron a pesar de todo, heridas y desfiguradas. Hiroshima es una obra maestra, sí, pero también es, todo a la vez e inseparablemente –y de ahí su grandeza–, un documento de civilización y un documento de barbarie.