La historia de una persona que no se siente ni hombre ni mujer
Nino Bulling debuta en el cómic de ficción con 'La llama', en el que relata la disforia de género y la contrapone con el cambio climático
BarcelonaEl primer cómic de ficción de Nino Bulling, La llama (Ventanas; traducción de Núria Molines Galarza), comienza en primavera y termina en invierno, pero en medio de la persona que lo protagoniza no experimenta ningún viaje ni ninguna evolución. En sus inicios, Ingken se presenta como una chica con una expresión de género masculina que mantiene una relación con Lily, una mujer transexual. "Soy superfeliz", dice en las primeras páginas de la obra. Pero a medida que su historia avanza, un extraño malestar le aparece poco a poco y cada vez se va haciendo más grande. Cuando acaba el cómic, Ingken ha conseguido decirse a sí misma que no se siente ni hombre ni mujer y sabe que esa toma de conciencia le cambia la vida, pero, de puertas afuera, sigue mostrándose de la misma forma que al principio. A través de La llama, Nino Bulling (Berlín, 1986) refleja que la disforia de género "no es un momento de revelación, sino todo un proceso" que, cuando se hace presente, pone en duda la identidad de quien la experimenta y la solidez de su entorno.
"Quería contar una historia que chocara con la expectativa de que un personaje debe vivir una curva de aprendizaje, con causas y efectos claramente reconocibles. En este sentido, el lector se frustra con Ingken al igual que se frustra su pareja, Lily", señala el artista. De cara a la galería, todo parece que debería ser fácil para Ingken: tiene a su lado a una mujer que también ha vivido en primera piel un proceso de transición y que está decidida a acompañarla hasta abrazar la identidad de género que quiera. "Lily es muy aceptante y alentadora hacia Ingken, pero todo ese amor casi le ahoga", dice Bulling. El vínculo entre ellas también se tambalea por sus peculiaridades: es una relación abierta –más por parte de Lily que de Ingken– que contrapone la libertad de una con las inseguridades de la otra.
Los cuerpos son uno de los ejes vertebradores de la historia, tanto en lo que se refiere a la aproximación visual de Bulling como también por la manera en que los tratan los personajes. El artista dibuja Ingken y su entorno desde la indefinición, dejando espacios para la imaginación del lector pero también precisando ciertos elementos, como la feminidad de Lily o los senos de Ingken (que, en un momento de la historia, son fundamentales porque se plantea hacerse una doble mastectomía). Uno de los dilemas de la historia es el hecho de que la sociedad no le basta cuando una persona anuncia verbalmente su disforia de género: también le exige que modifique su apariencia. "Hay una relación dialéctica entre cómo te presentas y cómo te sientes. Desgraciadamente, no vivimos en un mundo donde no se asume el género. Mientras sea así, tu apariencia es clave para tu experiencia", reflexiona Bulling.
La presencia de las drogas
Antes de plantearse una cirugía estética, Ingken canaliza el malestar de la disforia de género a través de las drogas. La llama ilustra con profusión las rábanos y la escena queer de Berlín, donde Ingken busca una salida para su situación. "En el momento de hacer el libro consumía muchas drogas, y por eso están presentes. Ya es casi un cliché que la experiencia trans está muy vinculada a la ketamina, porque hay un vínculo entre la disociación que experimentas cuando la tomas y la disociación que sientes con tu propio cuerpo", señala el artista, que añade que ahora le ha tomado distancia.
El malestar de Ingken es individual, pero establece un diálogo con el entorno. Bulling dibuja un mundo en extinción, que agoniza por los incendios y el cambio climático y en el que cada vez hace más calor. "Puse ese telón de fondo para contraponerlo con la idea preestablecida de que el cuerpo es natural. Las personas podemos interferir en el planeta, en la naturaleza, pero, en cambio, hay esa consigna de que con el propio cuerpo no debemos ponernos. ¿Por qué el cuerpo humano es el único lugar exento de nuestro intervencionismo?", se pregunta el artista. Antes de La llama, Bulling había trabajado sobre todo en el ámbito de la no ficción con títulos como Cutas: Collected queer and trans comics, una novela gráfica publicada con el colectivo de cómics libanés Samandal. Ahora quiere seguir explorando las temáticas queer a través de su obra. Una de las ideas que le rodean es la historia de la esterilización forzada de las personas trans en Alemania, la justicia reproductiva y el hecho de experimentar la maternidad o paternidad dentro del colectivo.