Literatura

Hombres que esconden un cadáver y niñas que quieren convertirse en helecho

Víctor Recort e Irene Zurrón presentan los libros con los que han recibido 'ex aequo' el premio Documenta

BarcelonaPocos premios literarios pueden presumir de 45 años de historia como el Documenta. "Nuestro objetivo sigue siendo encontrar voces que sean propuestas de futuro para enriquecer el panorama literario catalán", comenta Èric del Arco, que desde la librería Documenta impulsa el galardón, junto con La Otra Editorial. Este año, y sin proponérselo, el jurado ha acabado premiando dos obras en vez de una: Los gritos, segunda novela de Víctor Recort, y Un gato negro en el jardín, debut en la narrativa breve de Irene Zurrón.

Ambos autores aseguran que llevaron sus libros el último día de la convocatoria. "Lo único que no me gustó fue tener que compartir el dinero", dice Recort con una sonrisa que sabe contagiar a Zurrón. Dotado con 5.000 euros –que este año serán 2.500 euros por cada autor–, el Documenta ha sido compartido sólo en dos ocasiones anteriormente: la primera fue en 1998, por parte de Sebastià Alzamora y Vicenç Pagès Jordà; la segunda, en 2020, por parte de'Irene Pujadas y Laia Viñas.

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Víctor Recort (Sant Boi de Llobregat, 1990) trata de encontrar agujeros para escribir cuando no trabaja en la librería Finestres –donde programa actos casi todos los días– y cuando le dejan sus dos hijos. "Mis libros siempre son cortos porque tengo poco tiempo", admite. Poco después de debutar con Game boy (Caballo de Troya, 2019), Recort decidió no escribir más en castellano por razones personales y políticas. "No estoy haciendo una reivindicación charniega ni ninguna chorrada de este tipo", afirma. Su primera novela, Puente aéreo (Empúries, 2022), ponía el foco en la cuestión lingüística a partir del reencuentro de dos actores que habían compartido una sitcom de éxito décadas atrás. También la televisión ha vuelto a inspirar al autor en Los gritos: los personajes son un presentador de televisión y dos de los tertulianos que colaboran. "La frase que resume la novela sería esta: tres hombres deben esconder el cadáver de una mujer para mantener la reputación de uno de ellos –explica–. Si hilamos un poco más delgado, podríamos decir que el libro es una columna de opinión alargada, porque el protagonista es un articulista y tertuliano que, además, es padre". Recort avanza que la novela tematiza también cómo la generación de hombres a la que pertenece "todavía depende demasiado de elementos de la niñez como los superhéroes, los videojuegos o el running competitivo". Tras esta nostalgia mezclada con la imposibilidad de crecer hay "un miedo enorme hacia el vínculo".

Los pueblos no son tan idílicos como parecen

Irene Zurrón (Palma, 1990) se estrena como autora de relatos con Un gato negro en el jardín, pero previamente ha publicado la novela infantil La tribu en medio de la montaña (Tándem, 2021) y ha dedicado la tesis doctoral, Echando raíz en una grieta, al suicidio en la narrativa de Mercè Rodoreda. Una de las ocho narraciones del libro con la que ha recibido ex aequo el Documenta arranca precisamente de una novela de Rodoreda. "Si en Cuánta, cuánta guerra su protagonista desea ser una planta para ahorrarse tener que tomar decisiones, en uno de mis relatos hay una niña que querría convertirse en helecho –dice–. Como mi cuento ocurre en Mallorca, en vez de llegar a ser una planta aquella niña acaba trabajando en una tienda de souvenirs". En otro relato, Cáscara de tortuga, "una mujer que lleva poco tiempo con la pareja se obsesiona porque un vídeo sexual antiguo donde sale ella podría esparcirse".

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Aunque Irene Zurrón viva en Barcelona desde hace siete años, donde ahora mismo batalla por conseguir una plaza estable en la universidad pública –"Es difícil y agotador", reconoce–, muchas de las narraciones están ambientadas en pueblos pequeños. "Ahora hay una cierta idealización del mundo natural –dice la autora–. Parece que volver a vivir en el pueblo implique reencontrarte con las raíces en un entorno idílico. En los pueblos, las dinámicas pueden ser muy perversas". Irene Zurrón habla de ello con una prosa elaborada, detallista ya menudo impregnada de lirismo.